Libertad individual y Educación
Una defensa de la no escolarización como expresión de la libertad individual, ponencia de Laura Mascaró en el I Congreso de Economía Austriaca en Santiago de Compostela, marzo 2008.
En el libro “Education: free & compulsory” Murray N. Rothbard utiliza un interesante juego de palabras entre “gratuito” y “libre” referido a la educación.
En él dice: lo que distingue al bebé humano de otros animales es su potencial intelectual, la habilidad de razonar que puede desarrollar en mayor o menor medida. El niño usa el poder de su mente para aprender acerca del mundo que le rodea y de si mismo. Este proceso de aprendizaje y el desarrollo de todas las facetas de su personalidad, esto, dice Rothbard, es la educación. Y la educación está en todas y cada una de las actividades de la infancia. Por tanto, “educación” no puede equipararse jamás a “escolarización”. La educación así entendida, además, no se da únicamente en la infancia sino que se da a lo largo de toda la vida; como dice Pam Sorooshian, “I live, therefore I learn” (Pam es una mujer de Tempe, Arizona, que educó en casa a sus tres hijas ya adolescentes).
Entonces, si aceptamos el concepto de “aprendizaje” y de “educación” de Rothbard, está claro que no debería hacer ninguna falta una instrucción formal, sistemática, estructurada en clases y asignaturas. Pero, ¿hace falta una mínima instrucción? Sí, desde luego. Hay que enseñar a nuestros hijos a leer, a escribir; leer significa comprender aquello que leen, ser capaces de hacer análisis y crítica y de poner en relación todo aquello que leen con aquello que viven, que es aquello que aprenden, en definitiva. Y hay que dar una instrucción dirigida, sobretodo, a desarrollar la capacidad de ser autosuficientes, de saber buscar y encontrar la información que necesiten cuando la necesiten, de encontrar los recursos necesarios para salir adelante en todos los aspectos de sus vidas; una instrucción dirigida a formar personas íntegras que confíen en su propio criterio, que sean capaces de tomar decisiones y de asumir las consecuencias derivadas de ellas.
Aquello que distingue al género humano, dice Rothbard, es la individualidad; del mismo modo, dice, que no hay dos huellas digitales iguales tampoco hay dos personas iguales. Pero el principio constitucional de igualdad, que debería interpretarse en el sentido de tratar igual a los que se encuentran en las mismas circunstancias y tratar distinto a los que se encuentran en circunstancias distintas, se interpreta en el sentido de “uniformidad”. Y esto es, de nuevo en palabras de Rothbard, “fundamentalmente anti-humano”.
Y esto es la escuela. La escuela uniformiza, en ella todos son iguales, todos estudian lo mismo al mismo ritmo. No se respetan los intereses, las aptitudes ni las necesidades particulares de cada uno. Por tanto, deduce, es obvio que la mejor instrucción es la que se da de forma individual. Y ¿quién mejor que los padres para dar esta instrucción? Porque ellos son los que mejor conocen al niño.
La educación en España
La Constitución Española de 1978 dice en su artículo 27.1: “se reconoce la libertad de enseñanza”.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice en su artículo 26.1: “Todos tienen derecho a la educación”.
La Ley Orgánica de Educación de 2006 (que debería llamarse “Ley de Escolarización”) sólo habla de “equidad”, “igualdad de oportunidades” y organización del “sistema educativo en etapas, ciclos, grados, cursos y niveles”. Por tanto, la libertad de enseñanza que reconoce la Constitución no existe en España dentro del marco de la ley. ¿Por qué? Porque las únicas opciones que tienen los padres son:
- Escuela pública
- Escuela concertada
- Escuela privada
Y, al fin y al cabo, todas son una pequeña variación del mismo sistema.
No habrá verdadera libertad de educación mientras los padres no tengan derecho a elegir, también, otro tipo de escuelas: una Waldorf, un Montessori, un Pestalozzi, una escuela de Barbiana, un Summerhill, una escuela a distancia o, mejor aún, lo que defiende Rothbard: la escuela en casa o la no escuela.
¿Qué hace la escuela? Reduce el aprendizaje a un currículum preestablecido por el poder político, igual para todos, y segrega el conocimiento en asignaturas independientes unas de otras como si no tuvieran nada que ver. Los niños no sólo no ven relación entre las distintas ramas del conocimiento académico sino que no le ven utilidad práctica. En la escuela los niños se sientan y escuchan, actúan a toque de timbre, se mueven en fila de a uno y hasta tienen un pupitre asignado; no participan activamente, no experimentan, no descubren; engullen una gran cantidad de materia que muchas veces ni entienden, para luego vomitarla en un examen que servirá para poner de manifiesto lo que no han sido capaces de retener en su memoria, porque no olvidemos que un examen nunca sirve para demostrar lo que sí sabes sino para poner de manifiesto aquello que no has sido capaz de retener. Entonces, los alumnos se comparan unos con otros y se empiezan a poner etiquetas en función de su mayor o menor capacidad para seguir al rebaño, lo cual, inevitablemente, mina su autoestima, su personalidad y su propia consideración de si mismos impidiendo el despliegue de su individualidad. Y para que los menos capaces no queden rezagados (porque no todos tenemos las mismas capacidades), la escuela se ampara en la tan manida “igualdad” que propugna la Constitución cuya consecuencia es la rebaja del nivel académico hasta límites vergonzosos.
¿Qué hace Montessori?
María Montessori nació en Italia 1870, en el seno de una familia burguesa, católica y de padre militar. En aquella época, la máxima aspiración académica para una mujer era llegar a convertirse en maestra; sin embargo ella estudió ingeniería a los 14 años, después Biología y Medicina. Fue la primera mujer licenciada en Medicina en Italia (1986); siguió estudiando: Antropología y Filosofía. Con la crisis que surgió al unificarse las provincias italianas, con la independencia del país, María Montessori empezó a dar charlas sobre las condiciones sociales, sobretodo de las mujeres, y de la importancia de la educación de los niños con deficiencias mentales. Estudió a estos niños, que habían sido catalogados de inútiles para la sociedad y “aparcados” en instituciones donde las estancias estaban absolutamente vacías. Allí observó que lo que hacían estos niños con las migas de pan –que era lo único que tenían- no era comérselas, sino manipularlas, experimentar con ellas. Se dio cuenta de que estos niños tenían también grandes potencialidades que podían ser desarrolladas y que, para desarrollar la inteligencia y la personalidad de cualquier niño lo que necesita es actividad, un entorno y materiales adecuados para la libre experimentación.
Estudió los trabajos del médico francés Jean Itard (quien había estudiado al conocido niño salvaje de Aveyron) para quien es de vital importancia la observación en los niños y entiende que a los niños no se les puede imponer nada.
Estudió también los trabajos de otro médico francés, Edouard Séguin, según el cual todo lo que llega a la mente pasa por los sentidos, y los sentidos pueden ser refinados y desarrollados para que el niño se ayude a si mismo. El objetivo es la autoeducación, el autodesarrollo: yo me conozco, yo me educo, yo me desarrollo.
Por último, estudió al pedagogo suizo Pestalozzi, para quien la relación alumno-profesor debía basarse en el amor: el maestro debe hacer un trabajo interior, amando a su profesión y así amar también al niño. Está claro que sin amor no hay respeto; y sin respeto, destruimos al individuo, una vez más, minando su autoestima destruimos aquello que lo hace único e impedimos su desarrollo intelectual y emocional.
En base a todas estas teorías pedagógicas, María Montessori desarrolló la suya propia: introdujo el movimiento como fundamento del aprendizaje de los niños de hasta 6 años, cuyo desarrollo se basa en la interacción con el entorno. El método Montessori no incita a la rivalidad sino que respeta y valora el logro de cada uno en su momento oportuno y según su propio ritmo. El error, la equivocación o la falta son considerados parte del aprendizaje; para ello, no son castigados sino señalados, valorados e integrados en el proceso de aprendizaje como una etapa más que da pie a la auto-valoración del niño: una vez más, desarrollo del ser como individuo. Los niños no son adultos incompletos sino que son individuos en si mismos, y como tal han de ser tratados y respetados. Si no reforzamos la individualidad de los niños, no tendremos adultos independientes, autosuficientes y seguros de si mismos, sino que tendremos adultos incapaces de tomar decisiones, que siempre van a depender de otros. Y ahí es donde le abrimos la puerta al Estado para que haga de nosotros (y de nuestros hijos) lo que quiera.
¿Y Summerhill?
Summerhill es un internado inglés fundado en 1921 por A.S. Neill. Aunque considero muy criticable su teoría de que los niños deben pasar el mínimo tiempo posible con sus padres, por lo demás se fundamenta en unos principios bastante liberales y sólo levemente democráticos. Además, “Summerhill”, el libro de Neill publicado en 1960, sirvió para abrir el debate sobre las posibles alternativas a la escuela tradicional, especialmente en los Estados Unidos. El principio básico del internado es la libertad, con el único límite de no transgredir la libertad ajena, de respetar los derechos del otro. En su libro “Freedom – not license!”, Neill pone el siguiente ejemplo: “en mi escuela el niño disfruta de libertad para acudir a las clases o no hacerlo, porque eso es cosa suya, pero no está autorizado a tocar la trompeta cuando otros desean estudiar o dormir”. En Summerhill, la libertad va asociada indisolublemente a la responsabilidad y al respeto a la libertad y a los derechos ajenos. La asistencia a clase no es obligatoria, no hay exámenes ni calificaciones, no hay jerarquía, reprimendas ni sermones. Cada uno asume las consecuencias de sus propios actos. Neill, como Montessori, se opone a la rivalidad entre niños y entiende que el objetivo último de la educación es la consecución del equilibrio emocional como presupuesto imprescindible para la felicidad de las personas. El órgano de gobierno del internado es la Asamblea, donde niños y adultos intervienen y votan con igualdad para resolver los conflictos, aprobar o cambiar normas y tomar decisiones, excepto en lo concerniente a la contratación de los maestros; existen reglas para su funcionamiento y los cargos son rotatorios. La Asamblea, dice Neill, es la mayor lección que los niños de Summerhill aprenden.
Escuelas libres
La legislación española no pone precisamente facilidades para la creación de este tipo de escuelas.
Entre 1975 y 1978 se abrieron en España tres centros de los llamados “escuelas libres”: Paideia en Extremadura, O’Pelouro en Galicia, y Michael en Madrid. En los últimos quince años se han creado más de 30 de estos centros; la gran mayoría en los últimos 5 años (es decir, durante el período de gestación y entrada en vigor de la LOE2006). Aunque no son propiamente escuelas porque no reúnen los requisitos legales necesarios para ser considerados como tales, sino que son, normalmente, asociaciones de padres de niños no escolarizados y la única normativa a la que pueden acogerse es el artículo 27.3 de la Constitución que reconoce el derecho de los padres para que sus hijos reciban la “formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Alrededor del 70% de estas “escuelas” están en Cataluña.
No escolarización
Los más arriesgados (que son los menos; en España las cifras bailan entre 2000 y 4000 niños) optan por la escuela en casa o por la no-escuela. Vamos primero a aclarar conceptos porque en español hay un poco de confusión al respecto.
El “homeschooling” significa, literalmente, “escuela en casa”. En España se conoce también como “educación en casa”, “educación en familia”, “educación en el hogar”, etc, etc. La expresión no es muy acertada porque “educación” es más que llevar la escuela a casa; los niños escolarizados también son “educados” en casa por sus padres. Es preferible la expresión “escuela en casa”, también por lo que la distingue del “unschooling”.
Entre los niños que hacen escuela en casa hay, principalmente, dos tipos: los que están matriculados en algún centro a distancia (normalmente extranjeros y con títulos homologados en España) y los que no. ¿Qué tienen en común? Que todos ellos siguen el currículum oficial del Ministerio de Educación y Ciencia, usan libros de texto y tienen sus horarios de estudio. Muchos dedican menos de dos horas al día al “estudio” y, sin embargo, su nivel académico suele ser notablemente superior al de los niños escolarizados de su misma edad.
El “unschooling” (“no-escuela”, pero que muchos incluyen en el término “educación en casa” sin distinguirlo del “homeschooling” cuando en realidad son muy diferentes) consiste en encontrar el aprendizaje en todas partes. No se matriculan en ningún centro, no siguen ningún currículum y no tienen horas de estudio como las entendemos en el ámbito escolar. Es el “I live, therefore I learn” de Pam Sorooshian: El aprendizaje está en todas partes. Aquí, no es el padre el que guía al niño sino que es el niño el que guía al padre. El padre le proporciona experiencias y materiales en función de los intereses del niño. Escribe Pam: “Hacer Unschooling con mis hijos me enseña que el aprendizaje es divertido y agradable. Aprender no consiste en rellenar los espacios en blanco de un examen. Aprender no es ser obligado a memorizar un montón de hechos que pueden encontrarse muy fácilmente, en cuestión de minutos, en internet o en un libro cuando sea necesario. Hacer Unschooling con mis hijos me ayuda a ver que sus intereses y sus pasiones son válidas e importantes.”
En este punto tenemos que hablar, necesariamente, de John Taylor Gatto.
John Taylor Gatto nació en Pittsbugh, Pennsylvania, en 1937. Ejerció como maestro durante casi 30 años y obtuvo el Premio al Maestro del Año de la Ciudad de Nueva York en tres ocasiones (1989-90-91) y el Premio al Maestro del Año del Estado de Nueva York en 1991. Cuando se retiró publicó un artículo titulado “I quit, I think” en el que decía, literalmente, que no quería seguir “haciendo daño a los niños para ganarse la vida”. Desde entonces, se dedicó a dar conferencias y a escribir sobre la educación y la escolarización. Él es el principal defensor y exponente teórico del homeschooling y, en especial, del unschooling. Ha recibido diversos premios de organizaciones liberales, entre ellos, el Premio a la Excelencia Alexis de Tocqueville por la Promoción de la Libertad Educativa, en 1997.
Gatto defiende el aprendizaje basado en la experiencia (como Montessori) por contraposición a la escolarización tradicional y explica por qué la escuela no educa. Analiza la crisis social de la que se deriva el fracaso de las instituciones educativas. Según él, los niños –escolarizados- y los ancianos viven alejados del mundo real y, mientras ellos no se mezclen, la sociedad no tendrá futuro ni pasado, sino sólo, dice, “presente continuo”.
En uno de sus escritos cuenta que en la Universidad de Harvard se advirtió a los alumnos de que, de la manera en que la economía estaba cambiando, cada vez iban a ser menos importantes y menos valorados los títulos oficiales y las clases académicas. Se presentó un listado de las diez cualidades que se consideraban esenciales para adaptarse con éxito al nuevo mundo laboral que tan rápido cambia. Éstos son:
- La habilidad de definir los problemas sin necesidad de una guía.
- La habilidad de formular preguntas difíciles que cuestionen las presunciones predominantes
- La habilidad de trabajar en equipo sin necesidad de un guía que les oriente.
- La habilidad de trabajar individualmente, absolutamente solos.
- La habilidad de convencer a los demás de que tu posición es la correcta.
- La habilidad de debatir cuestiones y técnicas en público con el objetivo de tomar decisiones políticas.
- La habilidad de conceptualizar y reorganizar la información en nuevas estructuras y patrones.
- La habilidad de extraer rápidamente la información que necesitas de entre un montón de datos irrelevantes.
- La habilidad de pensar de forma inductiva, deductiva y dialéctica.
- La habilidad de enfrentarse a los problemas para resolverlos de un modo heurístico.
Y dice él que nunca enseñó nada de esto a sus alumnos en los casi 30 años que estuvo trabajando en escuelas. Porque lo único que la escuela enseña realmente, dice, es a obedecer órdenes. Por esto, la escolarización es cada vez más irrelevante para las empresas a la hora de seleccionar a sus trabajadores, porque la escolarización y los títulos oficiales no garantizan que se haya adquirido ninguna de las habilidades antes mencionadas y que sí son relevantes en el mundo real y en el mundo empresarial.
¿Por qué pasa esto? Porque desde el momento en que se mezcla el principio de igualdad con el derecho de todos a la educación –y se equipara educación a escolarización- este derecho se convierte en obligación y para que sea accesible a todos ¿qué hacemos? Establecemos su gratuidad por ley. Entonces tenemos un exceso de estudiantes y, al tiempo que aumenta la cantidad de titulados, disminuye la calidad.
Cada año, la revista Edge hace una pregunta distinta a un grupo de pensadores y científicos. En el año 2006, la pregunta fue ¿Cuál es tu idea peligrosa? El Dr. Roger Shank, líder mundial en investigación de Inteligencia Artificial, teoría del aprendizaje, ciencia cognitiva, y la construcción de entornos de aprendizaje virtuales, y fundador del Institute for the Learning Sciences, respondió con un artículo titulado “No más miradas indecentes de los maestros” en el que escribe: “Mi idea peligrosa es una que la mayoría de la gente rechaza inmediatamente sin pensarlo seriamente: la escuela es mala para los niños. Les hace infelices y, tal y como se demuestra, no aprenden mucho en ella”. Cita a Oscar Wilde: “La educación es una cosa admirable, pero está bien recordar de tarde en tarde que nada de lo que merece la pena saber se puede enseñar.” Y continúa: “El gobierno es y siempre ha sido el problema de la educación (…) Desmontemos las escuelas. Convirtámoslas en apartamentos”.
Otro importantísimo teórico norteamericano del homeschooling fue John Caldwell Holt (Boston, 1923-1985), quien pasó de ser maestro de escuela a ser defensor acérrimo de la no escolarización, siguiendo primero al anarquista vienés Ivan Illich y convirtiéndose después en liberal (libertarian) defensor de la no injerencia del Estado en materia de educación cuya responsabilidad debe ser asumida únicamente por las familias; y promotor del “unschooling” por contraposición al concepto de “deschooling” de Illich. Illich propone la “desescolarización de la escuela” en el sentido de “desinstitucionalización” para evitar la polarización social que la escuela fomenta. Para él, “los pobres necesitan fondos que les permitan aprender”, al margen de la escuela, lo que los ricos obtienen de sus familias “por el hecho de poderse permitir comprar libros, viajar durante las vacaciones o asistir a clases particulares”. Por ello propone un sistema de becas, similar al propuesto por Milton Friedman, de modo que los fondos se canalicen directamente hacia el beneficiario permitiéndole “comprar su parte de la escolaridad que elija”. La posición de Holt, por el contrario, es abiertamente anti-escuela: “Yo quiero dejar en claro que no veo la educación en el hogar como un tipo de respuesta a lo deficiente de las escuelas. Yo creo que el hogar es la base adecuada para la exploración del mundo que entendemos como aprendizaje o educación. El hogar sería la mejor base no importa cuán buenas sean las escuelas.”
Volviendo a Rothbard
Hemos dicho, siguiendo a Rothbard, que la mejor instrucción es la individual y que lo ideal es que la impartan los padres porque son quienes mejor conocen la personalidad, los intereses, las aptitudes y las necesidades de los niños. Coincido con él en que el único motivo que podría llevar a unos padres a elegir la escuela en vez de la instrucción individual es el motivo económico; sin embargo, discrepo en su razonamiento. Según él, hay unos conocimientos mínimos que el niño debe adquirir mediante la instrucción formal (y que coinciden fundamentalmente con las materias curriculares de la educación oficial en casi todo el mundo; es decir: lectura, escritura, gramática, ciencias naturales, historia, geografía, ciencias “morales” del comportamiento humano –en las que incluye economía, política, filosofía y psicología- literatura, aritmética y matemáticas avanzadas). Y, además, según él, no todos los padres están académicamente cualificados para impartir esta instrucción por lo que no les queda otra opción, si quieren evitar la escuela, que acudir a profesores particulares. El coste económico, obviamente, es prohibitivo para la mayoría.
Rothbard, al desarrollar esta teoría, no tiene en cuenta:
- Primero: si el niño realmente debe aprender todas estas cosas y puede hacerlo ¿por qué se supone que la capacidad intelectual de los padres ha de ser inferior a la suya? Si el niño puede aprenderlo, los padres pueden aprenderlo antes para enseñárselo o bien aprenderlo al mismo tiempo y compartir ese proceso. Además, también pueden buscar la colaboración de familiares, amigos y conocidos mediante un sencillo sistema de trueque.
- Segundo: si los padres no conocen todas esas materias y además son incapaces de aprenderlas pero no les ha ido mal en la vida, ¿no será que no es tan necesario aprenderlo? Y cuando hablo de que la vida “no les va mal” no me refiero al nivel socio-económico sino a la felicidad y a la satisfacción personal.
La clave de todo el asunto está en determinar quién tiene legitimidad para decidir qué conocimientos debe adquirir un niño. Al fin y al cabo, Rothbard ha elegido los mismos conocimientos que el Estado, sólo que desarrollándolo de otra forma (mucho más acertada, todo hay que decirlo). Pero ¿quién debería tener la última palabra? ¿El Estado o los padres? Si es el Estado, entonces adiós libertad, adiós diversidad, adiós independencia. “Lo que se enseñará –dice- es la doctrina de obediencia al Estado (…) surgirá una raza de pasivos seguidores del Estado. Y como se habrán desarrollado de una forma incompleta, sólo estarán medio vivos”.
Por otra parte, al considerar que no todos los padres están académicamente preparados para instruir a sus hijos, Rothbard demuestra no confiar plenamente en la capacidad del mercado para innovar y dar una solución satisfactoria a los padres que se plantean la no escolarización. Él no pudo prever algo que ha ocurrido: el mercado ha sido capaz de encontrar alternativas para proporcionar a los niños toda la instrucción que requieran al margen de escuelas y de profesores particulares. Y ¿qué recursos proporciona el mercado? Vamos a mencionar sólo tres a modo de ejemplo:
- Internet. En la red pueden encontrarse fácilmente recursos gratuitos, se ponen en contacto familias homeschoolers de cualquier parte del mundo y se intercambian materiales (¿qué sería de los homeschoolers sin e-bay, los foros o las listas de correo?)
- El método Doman de estimulación temprana que incluye programas de lectura, matemáticas, conocimientos enciclopédicos, música, escritura y excelencia física. Glenn Doman en sus libros expone los fundamentos y la filosofía del método y no sólo explica cómo llevarlo a cabo desde casa sino que también explica cómo confeccionar los materiales necesarios, por lo que aquí el coste económico varía en función de las posibilidades y la disponibilidad de cada familia. Doman considera que todos los niños nacen con un potencial intelectual infinitamente superior al que Leonardo Da Vinci logró desarrollar en toda su vida, y que depende de los padres de cada uno facilitar el mayor o menor desarrollo del potencial de cada uno, para lo que propone sus diferentes métodos, aplicables algunos desde el nacimiento, y cuya regla de oro es: “si tú o tu hijo no os divertís, déjalo, algo estás haciendo mal”. El método se fundamenta en proporcionar la mayor cantidad de información posible de modo que se vayan crean conexiones neuronales, cuantas más mejor, que repercutirán directamente en el desarrollo de las capacidades intelectuales y físicas del niño. Una pregunta que habitualmente formulan las madres de niños pequeños cuando oyen hablar de este método es: “Si aplico el método a mi hijo y aprende a leer antes de los tres años y a multiplicar y dividir antes de los cinco, ¿no se aburrirá cuando vaya al colegio?”. Y la respuesta de Glenn Doman es otra pregunta: “¿Y qué niño no se aburre en el colegio?”.
- El método Kumon de matemáticas y lenguaje. Toru Kumon es un profesor de matemáticas japonés cuyo hijo fracasaba justamente en esta asignatura. Esto hizo que se replanteara la manera de enseñar la materia y diseñó su propio material para enseñar a su hijo, desde lo más básico hasta lo más avanzado. El resultado fue tan sorprendentemente positivo que sus conocidos empezaron a pedirle copias del material para aplicarlo con sus respectivos hijos. Así se fue extendiendo el método hasta convertirse en una red de franquicias extendida por todo el mundo. Cuesta unos 60€ al mes y el alumno debe trabajar de 10 a 20 minutos diarios (incluyendo días festivos y períodos vacacionales). Se asigna un instructor que, en principio, será el mismo durante todos los años hasta que termine, quien hace un seguimiento personalizado de cada alumno. Se fomenta el autodidactismo y los niños desarrollan una alta capacidad de concentración al tiempo que adquieren hábito de estudio que les sirve para el estudio de las demás materias escolares. Por tanto, además de tener un rendimiento superior a la media, no tienen fracaso escolar y consiguen una importante optimización del tiempo: está empíricamente demostrado que los alumnos de Kumon que están escolarizados realizan las tareas en aproximadamente un tercio del tiempo que necesitan sus compañeros, lo cual les deja más tiempo libre. Además, el nivel de dificultad aumenta de forma gradual, tan paulatinamente que el alumno apenas lo advierte. Todo ello hace que se consigan conocimientos avanzados en la materia sobre una base muy sólida. Un niño que empiece el método entre los dos y los tres años de edad, cuando llegue a 5º de Primaria (unos diez años de edad) con casi toda seguridad estará haciendo matemáticas avanzadas a nivel universitario. Y divirtiéndose. Visto el éxito del método Kumon de matemáticas, se desarrolló también el método Kumon de lenguaje que ya existe en varios idiomas.
Con todos estos recursos disponibles por poco dinero, sólo hace falta un poco de voluntad y organización para dar instrucción a los hijos sin necesidad de escolarizarlos.
Legalidad (o no) de la no escolarización
El homeschooling está legalmente reconocido en todos los países europeos excepto en Alemania, donde es obligatoria la escolarización de los 6 a los 18 años y se prohíbe expresamente la escuela en casa mediante un decreto del III Reich que sigue vigente. Hay unas 400 familias que, a pesar de la prohibición, no tienen a sus hijos escolarizados y todas ellas tienen algún procedimiento judicial abierto. Incluso se pidió la pena de cárcel para una joven de 15 años llamada Melissa Busekros que no estaba escolarizada.
En Francia el homeschooling es legal pero está fuertemente regulado y controlado; deben seguir el currículum oficial y examinarse periódicamente. Además, existe la opción de la educación a distancia.
En Hungría también está permitido pero regulado: ha de seguirse el currículum oficial y examinarse dos veces al año.
En Bulgaria se permite la educación en casa sólo para situaciones determinadas en función de las especiales necesidades físicas o mentales del niño; deben matricularse en un centro escolar y seguir el programa educativo fijado por el gobierno. Las familias que educan en casa sin cumplir los requisitos legales se exponen a penas de multa e incluso de cárcel.
En Holanda únicamente se permite, previa concesión de un permiso especial, por razones religiosas o morales. Sin embargo, la interpretación de la ley se hace de un modo restrictivo y el permiso se deniega en la mayoría de los casos. Si el niño ha estado escolarizado, se prohíbe incluso la solicitud del permiso.
En Polonia se permite pero la regulación es muy estricta. Los padres deben pedir autorización y los requisitos exigibles se determinan a discrecionalidad de la autoridad competente y de los responsables de los centros educativos. Además, los niños educados en casa deben superar los exámenes oficiales anualmente.
En Ucrania se permite, pero las autoridades locales suelen imponer más requisitos que los expresamente indicados en la legislación.
En Chequia se permite la educación en casa hasta la edad de doce años. A partir de ahí la escolarización es obligatoria.
En Irlanda está oficialmente reconocida la educación en casa.
En Lituania la escolarización es obligatoria desde los 7 hasta los 16 años. Sin embargo, la Ley de Educación permite la educación en casa siempre que se siga el currículum oficial y se pasen exámenes periódicamente (una o dos veces al año).
En Rumania la educación en casa está prohibida como tal, pero existe la opción de darse de alta ante la autoridad educativa como escuela privada.
En Suiza la educación en casa es legal y está cada vez más extendida. Las competencias en materia de educación corresponden a los Cantones pero la normativa local puede añadir requisitos a la no escolarización.
En el Reino Unido la educación en casa es legal y no se exigen requisitos a menos que haya existido escolarización previa. En este caso, los padres tienen obligación de poner en conocimiento de la autoridad educativa su intención de desescolarizar.
En Italia, el decreto legislativo de abril de 1994 establece que “Los padres pueden asumir la enseñanza (obligatoria) de sus hijos. Los padres que eligen esta opción han de demostrar capacidad económica y técnica para asumir la enseñanza de sus hijos y comunicarlo anualmente a la autoridad educativa competente.”
En Portugal, aunque la ley permite la educación en casa, ésta es una opción prácticamente desconocida: en el curso 2006/2007 tan sólo cuatro niños de tres familias diferentes estaban siendo educados en casa. Los requisitos son: realizar exámenes de equivalencia con una frecuencia bianual y, a partir del 9º curso, realizar los exámenes nacionales de lengua portuguesa y de matemáticas.
En España existe un vacío legal al respecto, por lo que las familias que no escolarizan se amparan en el Principio de Permisión, por el cual todo aquello que no está expresamente prohibido, se considera permitido. Obviamente, el ordenamiento jurídico no puede limitar la libertad de los ciudadanos si no lo hace de manera expresa e inequívoca. Además, estas familias, se amparan en las siguientes normas:
Artículo 27 de la Constitución Española, que dice:
1.- Se reconoce la libertad de enseñanza.
3.- Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones.
Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que dice:
1.- La instrucción elemental será obligatoria. 3.- Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Artículo 154 del Código civil, que recoge los deberes y facultades derivados de la patria potestad y dice:
1.- Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral.
Además, consideran que la Ley Orgánica de Educación de 2006, al introducir el término “escolarización obligatoria” viola directamente estos tres artículos. Por tanto, la realidad es que existe una gran inseguridad jurídica respecto a este tema en España. A veces las familias son denunciadas; a veces, no. Cuando son denunciadas, tampoco queda muy claro quién tiene las competencias para determinar si lo que hacen es legítimo o si hay dejación de las obligaciones familiares. A veces el tema pasa de Asuntos Sociales a la Fiscalía; de ahí, puede archivarse el caso o puede llegarse a imputar a los padres un delito de abandono de familia. Actualmente hay varias familias que se encuentran en esta situación.
Las familias homeschoolers españolas se organizan para negociar con las administraciones el reconocimiento legal de esta opción educativa. Existe una sola asociación a nivel nacional, la “Asociación para la Libre Educación” (www.educacionlibre.org), que cuenta actualmente con 204 miembros y mantiene contacto con asociaciones de otros países. Otras familias se organizan a nivel autonómico, como la coordinadora “Educar en familia” en Cataluña (www.educarenfamilia.org) o la asociación “El cole en casa” en Aragón (www.elcoleencasa.org). Ello se debe a que las competencias en materia de educación corresponden a las autonomías y, por tanto, el propio Ministerio de Educación y Ciencia incitó a las familias a trabajar a nivel autonómico para comunicar y negociar sus peticiones.
En general se pide reconocimiento legal, pero no regulación, dado que toda regulación conlleva limitación de las libertades y, como hemos visto al analizar la situación legal en otros países europeos, quizás el vacío legal de la legislación española no sea más que un mal menor.
Simplemente piden no quedar fuera de la ley y que sus hijos tengan acceso a los exámenes oficiales para obtener las correspondientes titulaciones a la misma edad que los niños escolarizados. Como escribe uno de los fundadores de la “escuela libre” Olea, de Castellón: “Tan sólo sería necesario que las autoridades vigilasen que realmente los niños no escolarizados no están abandonados o explotados. No deseo una regularización de nuestros espacios ya que toda regularización impone ciertos objetivos y deja de ser completamente libre para pasar a ser libre pero con unos requisitos mínimos. La mayoría de estos espacios han sido creados por familias que han estado vinculadas a la educación institucional y que, al tener hijos, han dicho: -esto no lo quiero para mi hijo”.
Para que exista verdaderamente libertad de educación, es necesario que los padres tengan el derecho a elegir, libremente y sin amenaza de represalia alguna, la educación que consideren mejor para sus hijos, sea optando por algún tipo de escuela o bien optando por la no-escuela, sea haciendo “homeschooling” o “unschooling”. La no-escuela es la máxima expresión de la libertad educativa: como hemos dicho, la mejor instrucción es la que se da individualmente, respetando las necesidades, aptitudes, intereses y ritmos de cada niño. Es por ello que cada vez más familias españolas se decantan por esta opción pese –o gracias- al vacío legal existente.
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