Una gambeta...
Una gambeta al estatismo.
de Gustavo Lazzari
La crisis financiera está provocando un sinfín de comentarios y especulaciones acerca del nuevo rol del estado y la caída del capitalismo moderno.
En Argentina y buena parte de América Latina la crisis es considerada como un bálsamo que permite reverdecer las ideas de la intervención, la "articulación" y el rol del estado protagonista. (Como si medio siglo de estatismo no hubiera sido suficiente)
Sin embargo, la "industria" más competitiva de la Argentina carece de todo control estatal. La regulación es enteramente privada y no requiere permisos, subsidios, protecciones ni habilitaciones de los funcionarios públicos.
Salvo algunos intentos de penosa politización el fútbol no está manchado por el estatismo argentino. Al contrario, los partidos de fútbol son utilizados como fuente secundaria de financiamiento de los destacamentos policiales a través de una dudosa política de seguridad.
La Asociación de Futbol Argentino es una entidad privada. El reglamento del deporte se determina en otra entidad privada de carácter internacional (FIFA). La administración de justicia también es privada y las sanciones se imponen en el marco del acuerdo privado entre clubes.
El origen de todos los equipos del fútbol argentino es privado. Muchos de ellos, incluso, motivados y sostenido en sus comienzos por empresas privadas ferroviarias de capital extranjero. De allí que muchos nombres de equipos remitan al ferrocarril.
Los jugadores de fútbol nacen en potreros privados. Desde niños, los padres enseñan los primeros "toques", las primeras ideas, los colores y la emoción del gol.
Clubes privados barriales, afiliados o no a la AFA, moldean al jugador desde la niñez, adolescencia y juventud. En cada barrio hay uno o más clubes. La competencia es feroz, la regulación pública ninguna.
La exportación de jugadores de fútbol no "requiere permisos previos", ni pagan "retenciones" a las exportaciones, ni se regula la "provisión del mercado interno". No existe un ONCCA en el ámbito del deporte.
El ambiente es plenamente competitivo e igualitario. No hay diferencias sociales, raciales, culturales, religiosas. Lo único que se le pide a los chicos que deciden dedicarse al fútbol es profesionalismo, sacrificio, responsabilidad con su cuerpo y… "buen pie".
Los progresistas cacarean con la mentada "igualdad de oportunidades" sin percibir que es en el ambiente más privado, competitivo y globalizado donde las oportunidades no distinguen nada.
El fútbol argentino es una prueba más que elocuente del funcionamiento del mercado inadulterado. Como toda actividad humana, el fútbol no carece de problemas.
Actualmente hay 662 argentinos jugando en 63 países del mundo. En América del Norte juegan 97, en Sudamérica 252, en Asia 9, en Europa 302 y en Oceanía 2. Es decir que a un promedio de 30 jugadores por plantel, la Argentina exportó un total de 22 equipos completos, es decir una liga entera.
El 15% de los jugadores que militan en el exterior lo hacen en las cinco ligas más competitivas (Italia, España, Alemania, Francia e Inglaterra).
Hay jugadores argentinos donde rara vez llegan nuestros productos Andorra, Azerbaiján, Bosnia, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Islas Feroe, Letonia, Lituania, Malta, Moldavia, Montenegro, Noruega, San Marino, Serbia, Nueva Zelandia, Indonesia, China, India, Maldivas y Vietnam, además de los destinos clásicos del resto de Europa y América.
Nuestra ventaja comparativa en el campo de juego se traslada al banquillo de suplentes. Muchos argentinos dirigen con éxito equipos y selecciones extranjeras.
Todo esto sin favoritismo ni intervencionismo estatal. Incluso sorteando muchas barreras proteccionistas en Europa tales como los cupos de extranjeros.
En cambio las exportaciones de bienes y servicios, protegidas y promocionadas por políticas cambiarias, comerciales y por declaraciones públicas de presidentes y funcionarios no logran los mismos resultados.
Con datos de 2005 (último disponible en http://www.indec.gov.ar/) nuestro país exporta a 178 países. Pero a 42 de ellos le exportamos menos de un millón de dólares al año. A 76 menos de diez millones de dólares al año. El 88% de nuestras exportaciones se destina a 37 países. Mientras que dos tercios (el 66%) es destinado a sólo 12 países.
Puede decirse sin temor a la exageración que el fútbol desregulado y privatizado es más competitivo que el sector exportador protegido, regulado, controlado, articulado, dirigido por el estado.
Quizás contribuya a la comparación el hecho que los jugadores de fútbol compiten en mercados también abiertos. Clubes y potreros hay en todo el mundo. Sin embargo, muchos de nuestros productos de exportación se producen en pocos países. (Sólo una docena de países son exportadores netos de alimentos por ejemplo)
En conclusión, los arrebatos de neoestatismo se enfrentarán con la cruda realidad. El estado es mal promotor y mal articulador. Los que hoy despotrican contra los fallos del mercado, pronto verán en su esplendor los fallos del estado.
Antes que desempolvar viejos textos de Keynes, Marx y demás voceros anti mercado, sería oportuno pisar el "verde césped", ponerse "los cortos" y pegarle al balón con "tres dedos". No sólo es una sensación única. También puede resultar aleccionador.
Gustavo Lazzari http://www.atlas.org.ar/
de Gustavo Lazzari
La crisis financiera está provocando un sinfín de comentarios y especulaciones acerca del nuevo rol del estado y la caída del capitalismo moderno.
En Argentina y buena parte de América Latina la crisis es considerada como un bálsamo que permite reverdecer las ideas de la intervención, la "articulación" y el rol del estado protagonista. (Como si medio siglo de estatismo no hubiera sido suficiente)
Sin embargo, la "industria" más competitiva de la Argentina carece de todo control estatal. La regulación es enteramente privada y no requiere permisos, subsidios, protecciones ni habilitaciones de los funcionarios públicos.
Salvo algunos intentos de penosa politización el fútbol no está manchado por el estatismo argentino. Al contrario, los partidos de fútbol son utilizados como fuente secundaria de financiamiento de los destacamentos policiales a través de una dudosa política de seguridad.
La Asociación de Futbol Argentino es una entidad privada. El reglamento del deporte se determina en otra entidad privada de carácter internacional (FIFA). La administración de justicia también es privada y las sanciones se imponen en el marco del acuerdo privado entre clubes.
El origen de todos los equipos del fútbol argentino es privado. Muchos de ellos, incluso, motivados y sostenido en sus comienzos por empresas privadas ferroviarias de capital extranjero. De allí que muchos nombres de equipos remitan al ferrocarril.
Los jugadores de fútbol nacen en potreros privados. Desde niños, los padres enseñan los primeros "toques", las primeras ideas, los colores y la emoción del gol.
Clubes privados barriales, afiliados o no a la AFA, moldean al jugador desde la niñez, adolescencia y juventud. En cada barrio hay uno o más clubes. La competencia es feroz, la regulación pública ninguna.
La exportación de jugadores de fútbol no "requiere permisos previos", ni pagan "retenciones" a las exportaciones, ni se regula la "provisión del mercado interno". No existe un ONCCA en el ámbito del deporte.
El ambiente es plenamente competitivo e igualitario. No hay diferencias sociales, raciales, culturales, religiosas. Lo único que se le pide a los chicos que deciden dedicarse al fútbol es profesionalismo, sacrificio, responsabilidad con su cuerpo y… "buen pie".
Los progresistas cacarean con la mentada "igualdad de oportunidades" sin percibir que es en el ambiente más privado, competitivo y globalizado donde las oportunidades no distinguen nada.
El fútbol argentino es una prueba más que elocuente del funcionamiento del mercado inadulterado. Como toda actividad humana, el fútbol no carece de problemas.
Actualmente hay 662 argentinos jugando en 63 países del mundo. En América del Norte juegan 97, en Sudamérica 252, en Asia 9, en Europa 302 y en Oceanía 2. Es decir que a un promedio de 30 jugadores por plantel, la Argentina exportó un total de 22 equipos completos, es decir una liga entera.
El 15% de los jugadores que militan en el exterior lo hacen en las cinco ligas más competitivas (Italia, España, Alemania, Francia e Inglaterra).
Hay jugadores argentinos donde rara vez llegan nuestros productos Andorra, Azerbaiján, Bosnia, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Islas Feroe, Letonia, Lituania, Malta, Moldavia, Montenegro, Noruega, San Marino, Serbia, Nueva Zelandia, Indonesia, China, India, Maldivas y Vietnam, además de los destinos clásicos del resto de Europa y América.
Nuestra ventaja comparativa en el campo de juego se traslada al banquillo de suplentes. Muchos argentinos dirigen con éxito equipos y selecciones extranjeras.
Todo esto sin favoritismo ni intervencionismo estatal. Incluso sorteando muchas barreras proteccionistas en Europa tales como los cupos de extranjeros.
En cambio las exportaciones de bienes y servicios, protegidas y promocionadas por políticas cambiarias, comerciales y por declaraciones públicas de presidentes y funcionarios no logran los mismos resultados.
Con datos de 2005 (último disponible en http://www.indec.gov.ar/) nuestro país exporta a 178 países. Pero a 42 de ellos le exportamos menos de un millón de dólares al año. A 76 menos de diez millones de dólares al año. El 88% de nuestras exportaciones se destina a 37 países. Mientras que dos tercios (el 66%) es destinado a sólo 12 países.
Puede decirse sin temor a la exageración que el fútbol desregulado y privatizado es más competitivo que el sector exportador protegido, regulado, controlado, articulado, dirigido por el estado.
Quizás contribuya a la comparación el hecho que los jugadores de fútbol compiten en mercados también abiertos. Clubes y potreros hay en todo el mundo. Sin embargo, muchos de nuestros productos de exportación se producen en pocos países. (Sólo una docena de países son exportadores netos de alimentos por ejemplo)
En conclusión, los arrebatos de neoestatismo se enfrentarán con la cruda realidad. El estado es mal promotor y mal articulador. Los que hoy despotrican contra los fallos del mercado, pronto verán en su esplendor los fallos del estado.
Antes que desempolvar viejos textos de Keynes, Marx y demás voceros anti mercado, sería oportuno pisar el "verde césped", ponerse "los cortos" y pegarle al balón con "tres dedos". No sólo es una sensación única. También puede resultar aleccionador.
Gustavo Lazzari http://www.atlas.org.ar/
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