La barbarie en radio

Donde se ha visto tanta barbarie ponderada.

Ayer escuche que el mercado obliga a los padres a gastar en sus hijos... Que antes -todo tiempo pasado fue mejor- solo se fabricaban productos para satisfacer las necesidades y que hoy se fabrican necesidades...

Los bárbaros a cargo de la nota cantaban loas al bienestar encontrado en la época del disco de pasta...

¿Para que inventaron el CD, si con el disco era suficiente? Se preguntan... La estupidez no tiene límite al exponer la desgracia del invento del teléfono celular con cámara de foto, posibilidad de envío de mensajes y conexión a Internet...

La indignación me llevo a gritar: ¿¡Pueden ser tan estúpidos?!

Mi hermano Gabriel me corrigió enseguida... No es que sean estúpidos, son unos reverendos hijos de puta.

Video de muestra

Me atrapó el diccionario

"Que defiende principios deshonestos o comete actos ignominiosos sin ocultarse y sin sentir vergüenza por ello."

“Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.”

“Impudencia, obscenidad descarada.”

No, no. No es la definicion de kirchnerista... Es la definición de "Cínico".

¡¡Que labure otro!!

Inaugurando el ciclo "Benegas te hace pensar" inspirado, como no podia ser de otra manera, en la produccion del Sr. -me saco el sombrero- José Benegas. Aqui les dejo una nota imperdible con uno de los protectores de inutiles que no pueden llevar adelante ni el kiosko mas pequeño.


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Ron Paul...

Jon Stewart, de The Daily Show, en una entrevista: “Tú pareces tener una integridad consistente y de principio. A los americanos, usualmente, no les convencen con eso”. “He introducido una idea novedosa en esta campaña”, responde Paul. “Hasta se me ocurrió sugerir que cumplamos la constitución”, dice con ironía.

Say no more.

Buscando al Ron Paul argentino...

Leyendo la nota de Adrián Lucardi aparecida en Controlando al Leviathan me encontré con este motivador extracto:

¡Pero cómo no le van a dar todo eso con este subsidio! ¡Cualquiera hace obra filantrópica a costa de la nación, y ahora la filantropía argentina se la quiere hacer a costa de los dineros públicos! ¡Qué manera tan cómoda de hacer caridad!


Réplica del senador nacional Francisco Castañeda Vega, presidente de la comisión de presupuesto, frente al pedido de una partida de 100 mil pesos para un instituto filantrópico, 31 de mayo de 1920.

Aquel que envíe pruebas de que algún político de hoy actúa de esta forma, o sea: piensa como libertario, con nombre y apellido, se hará acreedor a un fantástico premio compuesto por varios regionales de nuestra zona patagónica. Comestibles en su mayoría, patrocinado por mi modesto bolsillo...


Un grupo selecto de jueces evaluará las pruebas enviadas. Por ahora, el premio consta de estos productos:
  • Torta Galesa
  • Miel
  • Dulce (de alguna fruta fina)
  • Chocolates

La Argentina se aleja de los países accesibles para invertir

© infobaeprofesional.com

Un informe del Banco Mundial asegura que la burocracia para iniciar un negocio, la fuerte carga impositiva y la rigidez de las relaciones laborales desmotivan el ingreso de capitales extranjeros. Elaboró un ranking y ubicó a nuestro país en el puesto 109, entre los 178 que fueron analizados.

Según el informe Doing Business 2008, que elabora el Banco Mundial, existe una serie de factores que complican el ingreso de inversiones en la Argentina, entre los que destaca la burocracia para iniciar un negocio, la fuerte carga fiscal y las regulaciones que dan una fuerte rigidez a las relaciones laborales.

Esas cualidades ubican a la Argentina en el puesto 109, entre los 178 países en los que se analizaron las regulaciones que incentivan y desmotivan las inversiones.


En la región, Chile muestra mejores condiciones (se ubica 33º), seguido por México, Perú, Uruguay y Paraguay, que se posicionan en los lugares 44, 56, 98 y 103 del ranking, respectivamente. En tanto, Brasil recién aparece en la 122ª colocación.

Para realizar el análisis, el estudio toma en cuenta diez variables y fases que afectan el desarrollo de un emprendimiento:
  • Apertura de un negocio
  • Manejo de licencias
  • Empleo de trabajadores
  • Registro de propiedades
  • Obtención de créditos
  • Protección de inversores
  • Pago de impuestos
  • Comercio trasfronterizo
  • Cumplimiento de contratos
  • Cierre de una empresa
Entre los apartados en los que la Argentina figura por encima de la media mundial se destacan la Obtención de créditos (48) y el Cumplimiento de contratos (47), mientras que en los rubros que queda mal posicionada son Empleo de trabajadores y Pago de impuestos (ambos en el puesto 147).

Sin embargo, hay que tener en claro que el país no bajó de nivel por sí mismo, sino por el mejor desempeño de las otras economías.

Así, el economista Fausto Spotorno, miembro de la consultora Orlando Ferreres & Asociados, destacó que "lo que se ve en el informe es que los países van mejorando, pero que la Argentina no ha hecho mucho y que inclusive en algunas cuestiones ha empeorado".

Para el Spotorno, "el país ha estado comprometido con otras cuestiones pero éste es un tema a tener en cuenta de acá en adelante".

Las malas notas
  • Facilidad para los negocios
El informe destaca a los países que más hicieron innovaciones para facilitar los negocios y tuvieron mayores impactos en sus economías. Como líderes nombra a Egipto y a Croacia, mientras que la Argentina figura con una nota negativa en el apartado Cierre de empresas.

Cuando los empresarios analizan un plan de negocios lo primero que tienen en cuenta son los procedimientos que deben realizar para operar legalmente.

Teniendo en cuenta varios factores como la cantidad de días promedio que se tarda para abrir un negocio, el capital necesario y la cantidad de procedimientos, nuestro país se encuentra en el puesto 114, con una caída de cuatro puestos con respecto al año pasado.

Así, mientras que en Australia se necesitan dos pasos y dos días para la apertura de una empresa, en la Argentina ascienden a 14 y 31, respectivamente.

En particular, el estudio compara la dificultad de obtener licencias para la construcción y puesta en marcha de, por ejemplo, un depósito. En este particular apartado, la Argentina sufre su peor revés y se ubica dentro de los peores, en el puesto 165, siendo superado por países como Bolivia y Venezuela, que en el ranking global están por detrás de nuestro país.

Construir y obtener las licencias para poner en marcha un depósito en el país toma casi un año (338 días) y 28 procedimientos, mientras que en Bolivia se hace en 249 días y 17 pasos.

El informe destaca que “cuando el peso de las regulaciones es muy grande, los empresarios mueven su actividad a la informalidad , dejando a todos peor”.
  • Relaciones laborales
En cuanto al empleo de trabajadores, el país se encuentra muy relegado respecto al mundo. Doing Business examina, entre otras variables, las dificultades que las regulaciones gubernamentales implican para contratar trabajadores y despedirlos, la rigidez en los horarios, la flexibilidad de los contratos y hasta los días de vacaciones que los empleados tienen pagos.

En este rubro, la Argentina se sitúa en el puesto 147, en igual ubicación que el año pasado y no muestra mejoras desde el 2005, salvo en el costo de despedir a un trabajador, donde registra una leve baja.

El Banco Mundial resalta que mientras “las regulaciones hacen que el empleado mejore su salario, las normas rígidas tienen muchos efectos no deseados como la menor creación de empleo y la menor inversión en Investigación y Desarrollo”.

“En los '90, la flexibilidad laboral permitía contratar más fácilmente, pero ahora retrocedimos bastante. La 'doble indemnización', por ejemplo, genera un costo muy alto y un retroceso. Ahora, con su derogación, por ahí mejora”, dijo Spotorno a infobaeprofesional.com.

“Para estar mejor en el ranking hay que reducir costos y tiempos en las regulaciones y hace falta un trabajo bien microeconómico”, agregó.
  • Protección de inversiones y control
En tanto, en la protección de inversiones y en los controles que el Gobierno fija para evitar casos de corrupción dentro de las empresas, como la autocompra de insumos, el país se ubica en el puesto 96, lejos de las potencias.

El caso Skanska es un claro ejemplo de cómo el Gobierno manejó una situación de este tipo, donde se investigan casos de corrupción empresarial y por parte de algunos funcionarios. En este rubro, la Argentina está peor que Brasil, México y Perú.
  • Presión fiscal
Con respecto al pago de impuestos, Doing Business tiene en cuenta el número de transferencias que una mediana empresa debe hacer al Gobierno, el tiempo que lleva completar los formularios y el porcentaje de los beneficios que se destina a pagarlos.

La Argentina se ubica dentro de los países con peores regulaciones impositivas, exactamente en el puesto 147, detrás de casi todas las economías del Mercosur.

El estudio especifica que “en los países donde el peso de los impuestos es muy grande, como sucede en la Argentina, se tiende a la evasión”.

“Tras mejorar el proceso de empleo de trabajadores, es necesario, en segundo lugar, hacer una reforma impositiva macro que es más difícil de lograr para tratar de disminuir los impuestos que son muchos y altos”, explicó el economista de la consultora de Orlando Ferreres.
  • Intercambio comercial
Los procedimientos y regulaciones para comerciar con el mundo ubican a la Argentina en el puesto 107, con nueve documentos necesarios para exportar y siete para importar con un costo de 1.325 y 1.825 dólares por container, respectivamente.

El lado positivo
Según consigna el informe, antes de invertir, “las firmas constantemente tienen en cuenta las dificultades para acceder a los créditos”. Doing Business construye dos indicadores que explican cuán bien funciona el mercado crediticio.

El primer item toma en cuenta los registros crediticios y su cobertura, asociados a los entes que colectan y distribuyen información acerca de los tomadores de préstamos y que “pueden expandir el crédito al brindarle datos confiables a los prestamistas”.

Para el Banco Mundial, también incide el desarrollo y conocimiento de los derechos legales que tienen los que prestan y los que reciben los créditos.

En este ámbito, la Argentina se sitúa en el puesto 48 con una caída de tres lugares con respecto al 2007, pero por encima de Brasil y México. En tanto, los primeros puestos los ocupan Inglaterra, Hong Kong y China .

En tanto, en el cumplimiento de contratos y en las regulaciones que los sostienen, la Argentina muestra una buena performance, al ubicarse en el puesto 47.

El estudio también tiene en cuenta los procesos judiciales y la celeridad con que se resuelven los conflictos derivados de no cumplir con un contrato. En este punto la Argentina supera a Brasil, Perú e inclusive México.

Con relación a las regulaciones en torno a la quiebra de empresas, la Argentina se sitúa en el puesto 65, con un período de casi tres años para demostrar insolvencia.

Según los especialistas, el país debería mejorar en casi todos los aspectos para ponerse de nuevo en la mira de los inversores y subir en el ranking del Banco Mundial. Para ello, “el Gobierno debería revisar todas las regulaciones y aplicar reformas como vienen haciendo los demás países”, concluyeron.

La política del “después vemos”

11/11/2007 - Roberto Cachanosky

Manotear lo que se tiene a mano y posponer las decisiones hacia el futuro es una estrategia que, más tarde o más temprano, se agota. ¿Estamos llegando al final de la fiesta o todavía hay cuerda para rato?

El aumento de las retenciones al campo confirma, una vez más, que la política económica parece estar basada en la siguiente estrategia: manoteo ahora lo que puedo y después veo qué hacemos. Es que el incremento de los derechos de exportación para la soja, el trigo y el maíz, lejos de ser parte de una política consistente, tiene como finalidad tratar de corregir el desborde del gasto público de los últimos años y, en particular, de los últimos meses. Basta ver los números fiscales para advertir que mientras el gasto corriente aumenta al 50% anual, los ingresos corrientes suben al 40%. Y no hace falta tener un master en Economía para darse cuenta de que, si los gastos crecen más rápido que los ingresos, en algún momento habrá problemas fiscales.


La medida en sí parece limitarse a tratar de obtener más recursos para la nación, dado que los derechos de exportación no son coparticipables. Sin embargo, no queda claro cuál va a ser el destino de esos fondos. Es decir, cuando el Estado decide apropiarse de una mayor parte de la riqueza que genera el sector privado debería definir para qué quiere esos mayores recursos. ¿Acaso tendremos mejor educación, seguridad, salud o justicia por el incremento impositivo? Es evidente que antes de continuar expoliando al sector privado, el Gobierno debería replantearse si con los recursos que tiene no puede mejorar la calidad del gasto. Dicho de otra manera, en vez de subir los impuestos podría hacer el esfuerzo de administrar mejor lo que ya recibe.

A diferencia de Fernando De la Rúa, que empezó su presidencia con un impuestazo en ganancias, el gobierno de Kirchner le allanó el camino a su mujer con otro impuestazo, aplicado a un sector que tiene escaso peso político, pero genera mucha riqueza. Si uno tiene en cuenta que en la Argentina debe haber unos 400.000 productores agropecuarios y supone que cada productor tiene una familia con otros tres integrantes en edad de votar, hábilmente el Gobierno acaba de castigar a solamente el 6% del padrón electoral. Es decir, obtuvo más recursos con escaso costo político. Al menos por el momento.

Lo que realmente sonó curioso fueron los argumentos que utilizó el ministro de Economía, Miguel Peirano, para justificar este incremento impositivo. Dijo el ministro: “Estas medidas van a generar estabilidad de precios, crecimiento de las inversiones, fortaleza de la economía en su conjunto y continuarán garantizando el sendero económico de alto crecimiento con estabilidad y generación de empleo”. Salvo que Peirano haya descubierto una nueva teoría económica, lo que la ciencia nos enseña es que a menor tasa de rentabilidad, menor inversión. Esto significa, en otras palabras, que si el Estado se apropia de la rentabilidad del sector agrícola, lejos de estimular la inversión, la espanta. Pero no solo espanta las inversiones en el sector agrícola, sino que el mensaje para todos los sectores productivos es: ojo, que si te va bien, el Estado te castiga con más impuestos.

Tampoco queda claro a qué sendero económico de alto crecimiento con estabilidad se refiere Peirano, salvo que realmente crea que es cierta la inflación que informa el INDEC.

También debería explicar Peirano por qué si el empleo está mejorando cada vez se ven más limpiavidrios en los semáforos. Todavía no me cierra esta baja en la desocupación con la creciente presencia de chicos que hacen malabarismos con pelotitas, vendedores de flores y otro tipo de rebusques que uno ve en las esquinas. ¿O será éste el tipo de trabajo que genera el nuevo modelo productivo?

El otro punto a considerar es por qué causa supone Peirano que los recursos manejados por los burócratas serán mejor asignados que si los manejara el sector privado. ¿Acaso los burócratas se sienten seres superiores e iluminados? ¿Se considerarán seres diferentes al resto del común de los mortales? ¿O será que al tener el monopolio de la fuerza se sienten con derecho a explotar en beneficio propio a quienes generan riqueza?

Como decía antes, estamos en presencia de una política económica basada en el manoteemos lo que hay y después vemos. Esto ocurrió con el problema energético, tema que por cierto parece ser tan urticante que hasta se le prohíbe hablar a los expertos por miedo a que hagan pública la realidad. Se congelaron las tarifas y se manoteó el stock de capital acumulado para financiar precios artificialmente bajos. Consumido gran parte del stock de capital, aparecieron los problemas. Ahora llegó el momento del después vemos y parece que no ven muy en claro para dónde ir.

Otro ejemplo es el de la inflación: manoteemos los índices de precios y después vemos qué hacemos con las subas. El después vemos está por llegar en cualquier momento, porque los dirigentes sindicales difícilmente se conformen con incrementos de salarios basados en los curiosos índices de precios que elabora el INDEC.

Contrariando el principio básico que rige en todas las economías prósperas, según el cual hay que ser previsible en las políticas públicas para atraer inversiones, el gobierno actual y su sucesora parecen querer inventar la pólvora pretendiendo basar el crecimiento en la imprevisibilidad de las reglas de juego.

El listado del manoteo es largo. Los mencionados temas energético e inflacionario son apenas dos puntos. La lista sigue con el tema fiscal, con el aumento descontrolado del gasto público y las nuevas subas de retenciones. No olvidemos el default del 42% de la deuda en pesos ajustable por CER como consecuencia del irreal Índice de Precios al Consumidor (IPC) que informa el INDEC (es decir, primero hicieron un festival de bonos ajustables por inflación y, cuando vieron que se les descontrolaba la cosa, inventaron una inflación menor). Tampoco se puede dejar de mencionar el caso de las jubilaciones que otorgaron a diestra y siniestra a gente que nunca había aportado al sistema y, cuando advirtieron que no podían financiarlas, pasaron compulsivamente al sistema de reparto a miles de personas que estaban en el sistema de capitalización para obtener sus recursos. Y, por último, recordemos la falta de previsión en el manejo de la deuda pública que hace que como los fondos no alcanzan para afrontar los vencimientos del próximo año y al tener cerrado el acceso al mercado financiero internacional se decida obligar a las AFJP a traer a la Argentina los fondos de los aportantes que están en el exterior, para luego imponerles la compra de nuevos bonos y financiar los vencimientos sin importar qué les puede pasar en el futuro a los actuales trabajadores. En fin, todo es improvisado, con un profundo desinterés por las consecuencias de las medidas que se adoptan y sólo concentrádose en los beneficios políticos de corto plazo.

Desafortunadamente, todo esto no será gratis. Los costos llegarán más tarde o más temprano. Y los que piensen que esta fiesta puede durar para siempre serán quienes más desprevenidos van a estar y mayores pérdidas van a sufrir el día que adviertan que nos están conduciendo hacia el ojo del huracán. © www.economiaparatodos.com.ar

Flogisto y salario mínimo


En el siglo XVII se acuñó la teoría del flogisto, una supuesta sustancia imperceptible, adherida a los materiales inflamables, y que se liberaba con la combustión, dejando así al material desflogistado, esto es, en su verdadero estado. Hoy esa teoría está absolutamente descartada. Suerte que tiene la física, porque en economía sobreviven teorías e ideas como la del flogisto, y no hay razonamiento alguno que las condene a ser meras entradas en las enciclopedias.


Miren, si no, el ejemplo de que imponer un salario mínimo eleva las remuneraciones más bajas justo hasta ese punto. Como el flogisto, parece una idea propia de la alquimia: la duplicación de los salarios por decreto. ¿Por qué quedarse en los 800 euros que ha propuesto Zapatero? ¿Por qué no imponer una base mileurista? ¿Quién se iba a preocupar de las hipotecas con esa capacidad para elevar nuestros salarios sin más que publicar un artículo en el BOE?

Quien defiende el salario mínimo no puede tener ninguna idea sobre cómo se forman los salarios. El empresario está dispuesto a pagar una cantidad al trabajador en función de lo que estima que vale la contribución de este a la producción (esto es, el valor descontado de su productividad marginal). Si esa estimación queda por debajo del salario mínimo, esa contratación sencillamente no tendrá lugar. Se generará paro y habrá proyectos que queden en el sueño de los emprendedores – y de los afiliados al INEM.

Claro está que estos frustrados trabajadores a quienes el Gobierno prohíbe llegar a ciertos acuerdos son mayoritariamente jóvenes e inmigrantes. Estos últimos ya están saliendo a la calle, pero no por voluntad propia. Según la última EPA el desempleo entre extranjeros ha crecido un 24 por ciento en un año. Un SMI de 800 euros dejará esa tasa en ridículo.

En el caso de los jóvenes, muchos valoran más lo que ganan de capital humano por medio de la experiencia que el salario, y los estudios muestran que los salarios mínimos reducen las rentas futuras de los jóvenes, por la experiencia no ganada.

Lo más sorprendente es que este dislate sea un reclamo electoral.

El capitalismo es cosa de pobres

19/09/2007 - María Blanco

Todos los años por estas fechas, cuando comienza el curso académico, se repite la misma escena. Un profesor pregunta a sus alumnos: "¿Cuál es el problema básico que estudia la economía?". Alguno de ellos, en representación del resto responde: "La escasez". Claro, si todo fuera abundante no habría pobreza, penuria, hambre... los economistas no tendríamos trabajo. Y, así, tontamente, el mal está hecho.


En realidad, el problema económico básico, si se pueden simplificar tanto las cosas, no es la escasez, sino qué haces con ella. El matiz es revelador.

Cuando se dice que la economía es la ciencia del fracaso porque no ha sido capaz de acabar con la pobreza se distorsiona el enfoque. Si no estuviéramos tan acostumbrados a hablar en estos términos y le echáramos imaginación podríamos pensar que se trata de una pelea de superhéroes. La Economía con sus superpoderes no ha sido capaz de acabar con la Pobreza, malvada supervillana que azota a medio mundo. Lo cierto es que la pobreza es una ficción. Lo que existe en la realidad son pobres, es decir, personas que no tienen recursos para sobrevivir. Cuando los economistas nos preguntamos qué hacer para acabar con la pobreza obviamos que quienes tienen que hacer algo son los pobres y que se trata de que puedan efectivamente emprender acciones que les saquen de esa situación. Y para eso, si hay algo que los economistas podemos hacer, es dejar que se hagan responsables de su futuro, es decir, darles la libertad de elegir cómo quieren salir.

Los especialistas que estudian la pobreza desde sus despachos me dirán que hablar de libertad de elegir refiriéndome a los pobres es cuando menos obsceno. Pero, muy al contrario, ese es precisamente el problema. Generaciones de miseria condicionan la manera de afrontar la vida; el papel del ahorro cuando la muerte está a la que salta no tiene mucho sentido. No es que los pobres no sean capaces de ahorrar. Lo son, pero solamente cuando son capaces de vislumbrar el día de mañana. Y tal vez ese es el ámbito de la ayuda: las expectativas de beneficio se crean en el mercado sobre la base de la propiedad privada. Abrámosles las puertas.

Una vez que hay posibilidad de futuro, se trata de que decidan en qué emplean su tiempo-dinero-energía, libres de deberes para con un general corrupto, un monopolio que disfruta de la alianza con los políticos y destruye la competencia o para con determinadas instituciones de los países pudientes que, con el pretexto de la solidaridad, aumentan la carga de las familias a quienes se supone que van dirigidas sus acciones caritativas. La ayuda crea deuda. Eso no lo dicen los burócratas cuando presentan sus informes sobre los remedios para la pobreza. Ni qué parte del presupuesto se queda por el camino o si es un pago para que alguna empresa de nuestro país consiga una contrata o venda armas medio obsoletas y afiance al general corrupto en el poder. Eso es lo que impide que afloren empresarios oriundos y que el capitalismo, por fin, triunfe en los países pobres. Y cuando hablo de capitalismo, no hablo de un superhéroe, hablo de gente que quiere lucrarse, gente que quiere ganar dinero con su negocio y que para ello arriesga, compite y trabaja. Así de simple.

William Nassau Senior decía que el Estado, en la medida que evita que los menos previsores sufran las consecuencias y los más trabajadores y capaces disfruten de su recompensa, fomenta la holgazanería y agrava la pobreza.

Yo añadiría que, en nuestros días, la principal fuente de corrupción son aquellos gobiernos que, no contentos con robar a los pobres propios, roban también a los ajenos. El sistema político en el que vivimos fomenta que las personas que hay detrás de la institución del "Gobierno" tengan incentivos para obtener beneficios mintiendo y engañando. Como dice la canción: no es ningún trofeo noble. Y, sin embargo, el coste de oportunidad de persistir en este comportamiento disminuye a medida que aumenta el número de personas involucradas. Además, los ciudadanos no vamos a protestar cuando en la etiqueta del "pastel" pone "ayuda al desarrollo". El círculo se cierra.

Mientras unos no tengan posibilidad de ser capitalistas (es decir, personas libres con ánimo de lucro) y los otros sigan teniendo incentivos para frenarles el camino, seguirán muriendo personas de hambre. Sencillo, ¿no? Henry Hazlitt lo deja aún más claro en su libro The Conquest of Poverty. En él repasa los falsos remedios que se predican desde los despachos como pócimas milagrosas: las leyes de pobres, la promesa de un puesto de trabajo, la contraproducente lucha de los sindicatos, y así hasta llegar al Estado del bienestar. Hazlitt apunta dos falacias que aún hoy siguen vigentes en el estudio de la pobreza. La primera, que no se ayuda realmente si el remedio es a corto plazo o apunta a un grupo seleccionado de personas. Las consecuencias a largo plazo o para el resto de los desfavorecidos suele ser la opuesta a la prevista. La segunda: no hay tal cosa como una cantidad fija de riqueza para repartir entre todos, que es producida por una cantidad fija de capital y una cantidad fija de trabajo. La economía es dinámica. No se trata, por tanto, de producir hasta que haya suficiente para todos. Se trata de dejar que cada cual produzca para sí. De permitir que el ánimo de lucro arraigue entre los pobres y les lleve a salir por sí mismos de la pobreza. Se trata de propiedad privada y libre mercado.