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Los problemas se multiplican, pero para los K no hay novedades

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

El matrimonio Kirchner y sus aliados continúan empecinados en negar la realidad y hacer su propia lectura sesgada de los hechos.

Cada vez es más evidente que los parches, las mentiras estadísticas y los discursos desde el atril buscando conspiradores internos y externos han dejado de tener la efectividad de una anestesia para intentar disimular los problemas de fondo de la economía y las crecientes complicaciones políticas.

Durante unos pocos días de la semana pasada, la crisis financiera internacional logró tapar, transitoriamente, los problemas internos, aunque no lo del todo dado que las desafortunadas palabras de Cristina Fernández hablando de la solidez de la economía argentina y recomendándoles a los norteamericanos que prepararan un plan B, dejó en evidencia la escasa humildad con que sigue manejándose el gobierno.

Desde el punto de vista político el juicio por las valijas de Antonini Wilson van destapando ollas de las que sale un olor nauseabundo. Es que cuando uno busca el poder absoluto y, por un tiempo, logra detentarlo, se siente libre de todo control y la tentación de actuar con total impunidad lo invade como una enfermedad, creyendo que los resortes que uno puede manejar conseguirán tapar todo lo que no se pude esconder bajo una democracia republicana. Sin embargo, los vientos políticos, más tarde o más temprano, suelen cambiar de rumbo, y, en ese momento, saltan todas las tapas de las ollas y el olor a podrido pasa a ser insoportable.

Pero no solamente la cuestión política tiende a complicarse con la creciente oposición del vicepresidente Cobos a los manejos arbitrarios del Ejecutivo, el pedido de la CGT, Moyano incluido, de declarar como crimen de lesa humanidad el asesinato del dirigente sindical Rucci o las sospechas que surgen sobre el financiamiento de la campaña electoral de Cristina Fernández con dinero del narcotráfico, sino que la economía empieza a mostrar claros síntomas de haber entrado en una lucha por la distribución por el ingreso.

El gobierno ha propuesto un aumento de $ 500 fijos no remunerativos como forma de tranquilizar a los dirigentes sindicales ante la creciente inflación. A su vez, los empresarios del sector industrial han salido a decir que no están en condiciones de afrontar nuevos incrementos de salarios. Es que este sector, al igual que el agropecuario, tiene que enfrentar una situación muy diferente a la de un par de años atrás.

En primer lugar, el eufemismo del tipo de cambio competitivo ha dejado de existir por efecto de la inflación interna que se comió el tipo de cambio real.

En segundo lugar, el consumo interno tiende a desacelerarse rápidamente por caída del ingreso real y por incertidumbre. Esto quiere decir que los productores locales tienen, actualmente, menor tasa de rentabilidad y, además, menores niveles de venta. Pero, al mismo tiempo, esos menores niveles de venta deben ser compartidos con crecientes importaciones por efecto de la caída del tipo de cambio real. Las suspensiones en algunas empresas del sector automotriz reflejan que el mercado interno ya no empuja como antes.

En tercer lugar, tenemos a Brasil devaluando su moneda frente al dólar, lo cual impulsará más exportaciones de ese país hacia la Argentina y menos de aquí hacia Brasil. El BCRA deberá empezar a mover hacia arriba el tipo de cambio y así comenzaremos a ver como precios, salarios y tipo de cambio empiezan la típica carrera pre crisis.

En cuarto lugar, la astucia que siempre se le otorgó a Néstor Kirchner para enfrentar situaciones complicadas parece empezar a diluirse. Es que, su esposa, salió a anunciar con bombos y platillos el pago al contado al Club de París como forma de recuperar la confianza en el mercado financiero luego del fisco de los U$S 1.000 millones que le prestó a tasas siderales el comandante Chávez. Ese anuncio, que tiende a diluirse, no consiguió frenar la desconfianza en la capacidad de pago del gobierno argentino al punto que el riesgo país superó los 1.000 puntos. Tampoco consiguió recuperar la credibilidad el anuncio del pago a los holdouts ni la recompra de títulos por parte del BCRA. Esto quiere decir que, mal que les pese al matrimonio, ya nadie cree en sus promesas y palabras, y la astucia de Kirchner con el manejo de la caja se ha agotado.

Pero como si todo esto fuera poco, el ninguneo que el gobierno le aplicó al campo durante meses luego de que este sector levantara sus actos de protesta, han colmado la paciencia de los productores y, nuevamente, tenemos a los productores en las rutas protestando.

Es que esta protesta puede llegar a ser peor que la anterior porque hay dos cosas que los Kirchner no entienden. En primer lugar, ellos deben pensar que los productores tiran las semillas de la soja, el trigo o el maíz y después de esparcirlas por sus campos se tiran en una reposera a tomar mate y comer asado mientras ven a crecer el yuyito o pastar a las vacas, y después se suben a la 4 x 4 para ir a pasear por el pueblo. Daría la sensación que para ellos, la producción agropecuaria es trabajo sin esfuerzo ni riesgo, y pura ganancia. Todavía no han advertido el grado de tecnología que maneja el campo, los riesgos climáticos que asumen, el costo de capital que hay en maquinarias y equipos y el profesionalismo con que se manejan los jóvenes productores que administran los establecimientos con criterios serios de administración de empresas.

El exabrupto de Kunkel diciendo que los productores le pidan al Cardenal Bergoglio que rece más fuerte para que llueva ante la sequía que padecen amplias zonas del país, refleja el grado de resentimiento con que se maneja el gobierno frente al campo luego de haber sido puesto de rodilla por toda la sociedad ante el atropello de la 125. Todo hace pensar que esa derrota política, que por cierto marcó un punto de inflexión en la era kirchnerista, es algo que todavía no ha podido digerir el kirchnerismo. Solo atina a descalificar a los productores y a burlarse de los problemas de sequía que afectan al país. Semejante comportamiento no es ni política ni estrategia. Simplemente es resentimiento y venganza ante quien no se dejó humillar.

El segundo punto que no entienden es que el precio de la soja ya no está en U$S 600 dólares y que los costos de los insumos aumentaron enormemente, lo que a su vez lleva a que los rendimientos por hectárea sean menores por menor uso de agroquímicos. Tampoco parece importarles que, por la sequía, los rindes hayan disminuido. Y, finalmente, parecen desconocer que cuando se producen este tipo de situaciones los primeros en desaparecer del mercado son los productores marginales, es decir, aquellas explotaciones más chicas y con menor rendimiento por hectárea. Es decir, los más chicos son los primeros en acusar el impacto porque tienen menor capacidad de resistencia.

Los que salieron y vuelven a salir a las rutas no son los dueños de los pools de siembra que tanto desprecia el gobierno. Si así fuera, la cantidad de manifestantes en Rosario y en Buenos Aries mostraría que el país está repleto de pooles de siembra.

El campo nuevamente en protesta, los sindicatos presionando por incrementos de salarios y la industria con menores márgenes de utilidad y ventas en bajas muestran una economía que tiende a languidecer.

Pero tan en las nubes viven en el gobierno, que mientras el impacto recesivo comienza a sentirse hasta en los comercios de las ciudades (basta con ver la cantidad de carteles que se ven en locales vacíos con el tradicional “se alquila”) ellos siguen viajando en helicóptero y usando el avión presidencial para irse los fines de semana al sur, todo a costa de los contribuyentes.

Mientras disfrutan de las fiestas de palacio, creen que el pueblo se queja de puro gusto, de simple egoísta que no quiere seguir manteniendo, a fuerza de impuestos, el despilfarro de la corte kirchnerista.

No vaya a ser cosa que al actual gobierno le pase lo mismo que a Luis XVI, que por seguir explotando al campesinado con impuestos abusivos terminó creando el caldo de cultivo para que se gestara la famosa Revolución Francesa. Alejado de toda realidad, el rey francés escribió en su diario el 11 de julio de 1789, por la mañana: “sin novedades”. © www.economiaparatodos.com.ar

Lo escencial en Sarmiento.

SARMIENTO Y LA CONCIENCIA PUBLICA
por Rafael SarmientoJustificar a ambos lados
No vengo precedido del prestigio que supone el ser reconocido como un buen orador o un historiador. Les agradezco infinitamente esta invitación que supone un homenaje para el Instituto Sarmiento de Sociología e Historia del que soy presidente, acaso el único mérito por el cual estoy acá.

Hace un año en Boston, rendimos homenaje a Sarmiento, tuvimos una serie de conferencias y tiempo después se fundó en Boston el Instituto Sarmiento de Sociología e Historia que hoy preside Alberto Delloca.

Este año me siento aquí tan emocionado como lo estuve en Boston.Me siento rindiendo examen en una universidad muy especial porque encuentro aquí a los personajes más importantes de los últimos tiempos no solamente de la Argentina,también del pensamiento americano.

El tema es sencillo, debiera llamarse introducción a Sarmiento.Lo he dividido en dos partes, una para explicar el Sarmiento esencial distinguiendo lo esencial de lo accidental desde que lo esencial es aquello que forma parte de la naturaleza de la cosa y la razón es esencial en el hombre.-.

Busqué en la cabeza de Sarmiento el Sarmiento esencial y empecé por encontrar el primer elemento que lo carateriza desde su condición caracterológica: su genialidad, apoyándome en "Sicología de Sarmiento" de Nerio Rojas, quien decía que Sarmiento era un genio; que tenía un espejismo de su propia personalidad, un fenómeno frecuente que se da en los hombres superiores. Sarmiento tuvo un alto concepto de sí mismo que además lo agigantaba con su gesto apostólico y lo potenciaba con el sentido heroico que le había atribuido a su existencia .

Según Nerio Rojas padecía de cenestesia de genio; se sentía completamente genio, tenía autoconciencia de su genialidad y actuaba en consecuencia. Y de allí su carácter indoblegable, su férrea voluntad, el sentido de su autoridad, y el de su responsabilidad personal.La vehemencia de la creación imaginativa de Sarmiento servía para exaltar su inteligencia, dice Ricardo Rojas, hasta el prodigio de la adivinación. Muchas veces se ha preguntado Nerio Rojas si Sarmiento era loco, y para decidir entre la locura y la genialidad advierte que lo genial en Sarmiento es que no perdía el sentido racional de la realidad, ya que sintetizaba en su extraordinaria psicología, el idealismo de un temperamento soñador con el realismo de un espíritu práctico.

Además de este rasgo caracterológico he encontrado el del amor a la Patria.Como dice Víctor Massuh"Sarmiento metió la Patria dentro de sí mismo".

Bajo las mismas influencias familiares y en el San Juan sarmartiniano de Cuyo en donde creció, aunque nació en 1811 tuvo ocasión de saber de las luchas de aquellos precursores de la independencia, de la Revolución de Mayo de 1810.

En el año 1772 nacen en San Juan su tio Fray Justo Santa María de Oro,su tio segundo Fray Jose Fermín Sarmiento y Fray Benifacio Vera de quienes recoge el sentido heroico y patriótico de la vida .De su tio Oro ha de tomar la posta por la organización constitucional republicana,federativa, y también presidencialista.-

Sarmiento fue un patriota genético, y le debe esa tendencia a su padre porque don José Clemente Sarmiento fue un patriota que lo acompañó en todas las patriadas. José Clemente fue soldado de San Martín en Chacabuco, soldado de Belgrano en Tucumán., San Martín lo recordó a José Clemente cuando recibió a Domingo Faustino por primera vez. Jose Clemente Sarmiento es un prócer cuyano que debe ser reivindicado.- Sarmiento en punto a su patriotismo, decía "Nací con la Patria".Su patriotismo fue una gran pasión y es también otro elemento que junto con su genialidad forman parte de su condición caracterológica.

También destacamos que Sarmiento fue un personaje muy singular, un hombre de pensamiento y de acción.Una vez don Emilio J. Hardoy dijo que Sarmiento se caracterizaba por derrumbar lo que no servía pero por reconstruir inmediatamente lo que era necesario. En recuerdos de provincia, Sarmiento destacó muchas situaciones que dicen de su coraje, de su enfrentamiento con Benavides; su rechazo al autoritarismo, su intervención en el combates de Niquivil; arriesgarse a ser fusilado, su participación en el desastres de Pilar,en Mendoza, donde murio Laprida a manos de los rosistas.

Pero lo más importante de su coraje, que va unido a su pensamiento, aparece cuando Sarmiento ,desde Chile, decide incorporarse al ejército de Urquiza para combatir a Rosas. Como todos saben, Sarmiento junto con Mitre y con Paunero se dirige y se pone a órdenes de Urquiza; pelea contra Rosas, y tiene la suerte de llegar a la casa de Rosas y redactar el parte de la victoria.

Sarmiento nunca abandonó la lucha contra la tiranía y pudo decir con autoridad "todos los caudillos llevan mi marca". Pero la lucha contra la tiranía era una parte de su gran empresa, de la vida sarmientina.

Su afán por el progreso no solamente lo lleva a ser un hombre de acción y pensamiento. Su Facundo o Civilización y Barbarie, que con el tiempo se advierte tanto es un libro de sociología, como de historia, fue escrito, según los estrategas podrían comprender ,como ataque desde una posición de defensa. Sarmiento está en Chile y escribe Facundo para defenderse precisamente de Rosas y tratar de voltearlo cayendo sobre los estados de conciencia de los rosistas y de aquellos otros que luchaban a favor de la libertad.

Muchos sociólogos han hecho interpretaciones sobre Facundo. Me basta con darme cuenta que Sarmiento en Facundo mostró dos cosas, que lo que en Quiroga era instinto, en Rosas era sistema.- Comprendía dos mensajes y dos decisiones que tomar:combatir la ignorancia por el proceso educativo y además terminar con el sistema rosista para lograr el que luego se nos dio después de Caseros de las manos de Urquiza, Alberdi, Sarmiento y otros muchos patriotas.

Una constitución que privilegiaba la libertad y el progreso redactada por Alberdi teniendo en cuenta, seguramente, los antecedentes que nos dejó la Asamblea del Año XIII con el Reglamento provisorio de 1815, y el Congreso de Tucumán con el reglamento provisorio del año 1817 ,este último que tiene mucho de los condimentos del Régimen Republicano, Representativo y Federativo que aparecen en la Constitución del 60.

Sarmiento le dedica su libro "Campaña del Ejército Grande" a Alberdi. Ustedes pensarán que Alberdi y Sarmiento pasaron la vida enemistados pero no fue así, he encontrado que son muchas las situaciones de grandes coincidencia entre Alberdi y Sarmiento, ya que en lo fundamental estuvieron siempre de acuerdo,sea porque gobernar es poblar, o gobernar es educar, organizar la nación bajo un régimen representativo, federativo.

En esa dedicatoria Sarmiento le dice a Alberdi "Soldado con la pluma o con la espada combato para escribir que escribir es pensar, escribo como medio y arma de combate, que combatir es realizar el pensamiento".

Encontré en esta posición de Sarmiento aquello de que "las cosas hay que hacerlas mal o bien porque solamente haciéndolas se conocen sus dificultades", he encontrado,repito, una relación con su lejanísimo pariente don Diego Sarmiento y Acuña , el Conde de Gondomar que fuera embajador español en épocas de Jacobo I ante Inglaterra.Don Diego Sarmiento y Acuña le dice a su secretario "el que no se pasa de la raya no ha llegado". Esa condición caracterológica está en Sarmiento. Las cosas hay que hacerlas y de ahí su capacidad de acción y su capacidad de pensamiento. Da la aparente sensación de que Sarmiento no escribía para el futuro sino para combatir inmediatamente.

No hay mucho tiempo en este almuerzo para una larga charla. Ahora estoy entrando en la otra condición esencial de Sarmiento, quizá la más importante, mucho más que la de la genialidad ,que es su capacidad literaria. Fue una condición esencial de su personalidad ,acaso genética pero fundamentalmente adquirida por sus estudios,típica de su genialidad que utilizó siempre en sus luchas cívicas. "Escribo como medio y como arma de combate" "Combato para poder escribir que escribir es realizar el pensamiento".

Fue maestro de escuela, legislador, gobernante, periodista,militar,Presidente. Educar al soberano fue su constante y el proceso educativo que él procura y perfecciona cuando se encuentra con Horace Mann en Boston.Un tema de la predilección de Horacio Reggini con nosotros en este almuerzo. Sarmiento se encuentra en Boston con H.Mann y reafirma su convicción de que lo que Argentina necesita es educación primaria, no educación simplemente, y esa condición la impone a través de la reforma de la Constitución Nacional en el articulo 5,en 1860, al reconocerse las autonomías provinciales a condición entre otras situaciones la de mantener la educación primaria.-

El afán de progreso, el deseo de libertad y de organización nacional lo convirtió también en un biógrafo admirable, escribió la vida de Lincoln, fue un periodista didáctico , y un ensayista genial. Sus principales obras "Recuerdos de provincia", "Facundo", "Viajes" ,"Argiropolis", "Comentarios a la Constitución", "Campaña del Ejercito Grande",etc.,entre otras tantas que seguramente apenas caben recopiladas en los 53 tomos,así como la correspondencia mantenida con hombres ilustres y mujeres como la viuda de Horace Mann afirman la condición genial de su personalidad y capacidad literaria.-

Dejo este tema para hablar de la estrategia de vida de Sarmiento. Porque muchos han podido ser geniales y no haber descubierto el genio y otros han podido descubrir su genio y no usarlo. Sarmiento puso en funcionamiento, su genio, su coraje, su patriotismo, su capacidad literaria, su noción integradora del progreso y su preocupación por la cuestión social, haciendo de su vida un combate perpetuo contra lo que existía, contra los males de la época,tales como la ignorancia, la barbarie, la desigualdad, el cautiverio, la anarquía, la tiranía, la desorganización nacional, la necesidad de la unión nacional.

El proceso educativo fue el presupuesto indispensable en su acción para sacar de la ignorancia a los pueblos, llenar los estados de conciencia, haciendo del país una escuela.Le preocupaba la conciencia pública.Me refiero ahora a Sarmiento y la conciencia pública. En una carta que le escribe desde Montevideo, el 25 de enero de 1846, a Vicente Fidel López, pone un párrafo donde le dice "porque cuando falta la conciencia pública la imprudencia de los instintos toma aire de razonamientos " destacando la importancia de la conciencia cívica , por cuyo motivo nos damos cuenta que, incluso en estos tiempos, los estados de conciencia de los pueblos son la articulación más expuesta ,la que se debe cuidar y cultivar.

Su lucha por la organización nacional fue una herencia de Fray Justo Santa María de Oro. Fray Justo Santa María de Oro llega a Tucumán, un poco de la mano de San Martín, tiene problemas para establecer un régimen constitucional, que fuera republicano, representativo, federativo y presidencialista y que debía darse en el Congreso de Tucumán. Pero el Congreso solo cambia el director, declara la independencia, que días después la reafirma con la moción de Medrano "y de toda dominación extranjera", se aleja el temor de una formula monárquica gracias a la intransigencia de Oro, pero Fray Justo no consigue establecer el régimen republicano a través de una constitución ya que el Congreso de Tucumán decide mantener el régimen del director supremo y trabajar a través de Reglamento provisorio de 1817 que es un triunfo de Oro porque lleva los condimentos que recibirá la Constitución de 1853.

Sarmiento es heredero de la lucha por la organización constitucional y el federalismo. Una lucha que llevará mucho tiempo para infortunio de los argentinos.

Obsérvese que cuando los americanos en 1776 declaraban su independencia y nosotros nos convertíamos en súbditos del Virreynato del Rio de La Plata, los americanos, repito, once años después, en Filadelfia se daban una Constitución liberal, republicana,representativa, federalista y presidencialista, ya que dos años después con Washington inauguraban el sistema presidencialista.-

Mientras tanto nosotros seguíamos manejándonos con un Director Supremo que, con el tiempo, cedería su poder al Gobernador de Buenos Aires ,afianzándose la futura tiranía de Rosas con la que se atrasó 43 años la organización nacional .

Claro está que por lo menos San Martín y Belgrano hicieron buen uso de la declaración de la Independencia asegurando el tiempo de mayo de 1810 y de julio de 1816.-

Es decir que la lucha por la organización nacional supone para Sarmiento el mandato de Fray Justo Santa María de Oro. El régimen federativo es también una preocupación de Sarmiento frente a un Buenos Aires que no se inclina fácilmente por el federalismo. Recuérdese que los delegados del interior a la Primera Junta no consiguieron establecerse y que siempre el régimen federal de gobierno fue una larga y penosa lucha de las provincias .

Sarmiento es sanjuanino, procura la organización nacional atacando todos los males que lo impedían, lo atrasaban, busca un régimen constitucional acorde con un sistema de orden jurídico que sea antitotalitario, solidario, pluralista, y teísta. Es decir lo más parecido al régimen constitucional americano.

Ahora la Unión Nacional que es la preocupación mayor de Sarmiento que sabe que sin Buenos Aires no hay unión nacional. Lo proclama, lucha y se obsesiona por preservar la unión nacional contando necesariamente con Buenos Aires. Es la tesis de Sarmiento. Lo sostiene con Alberdi, con Urquiza y con Mitre a quien en algún momento le dice "no sea solamente porteño" "sea argentino".

A veces pienso que si Mitre no hubiese preferido revisar la Constitución del 1853 se habría quedado con Buenos Aires al Sur y tendríamos dos países totalmente distintos; una Confederación al norte con la Constitucion de 1853 y con el tiempo habríamos conocido otro país de Buenos Aires al sur con otra constitución. Es claro que esto se llama ucronia.No admite análisis.Pero valga el dato para señalar que felizmente estábamos rodeados de patriotas como Urquiza, Alberdi, Mitre y Sarmiento que nos dejaron como prenda de unión nacional la reforma de 1860 injustificadamente sustituida en 1994.-

Si la preocupación fundamental de Sarmiento fue la organización nacional, dentro de la Constitución, yo me animo a decir que cada vez que la Constitución fundadora es reemplazada otros patriotas la reponen.- En el 1949 nos quedamos sin Constitución, pero en el 1956 La Revolución Libertadora la repuso produciendo para todos los argentinos el acontecimiento civico moral más importante del siglo veinte.-

Ahora mismo, después de la reforma de la Constitución provocada en 1994 por el llamado Pacto de Olivos, declaro que es urgente e indispensable volver a la Constitución fundadora y a su reforma del 1860; recuperar para las Provincias el Colegio Electoral; asegurar el reconocimiento de la propiedad de subsuelo; terminar con el tercer senador y otras linduras claramente innecesarias.

Lo dicho tiene relación con los objetivos sarmientinos y dicen de la vigencia del pensamiento de Sarmiento .

Debo referirme por último a la noción integradora que Sarmiento tuvo del progreso y de su preocupación por la cuestión social.

Sarmiento reclama para el pueblo y las instituciones el progreso que ha visto en Europa y en especial en los Estados Unidos de Norte América. Entiende que el progreso en paz y en libertad no es un privilegio sino patrimonio de la humanidad.

Desde su presidencia maneja los elementos del porvenir.A Mitre le dice en abril de 1868: " Es necesario propender a establecer las bases sociales que nos faltan para hacer una república y otros arreglos necesariamente orgánicos.

Hoy al rendirle homenaje a ciento trece años de su muerte si entrara por esa puerta nos diría "no sean bárbaros, vuelvan a la Constitución de 1853 y su reforma de 1860". Muchas Gracias.-( texto de la conferencia pronunciada el 10 de septiembre de 2001 en el Rotary de Buenos Aires).

La burbuja del kirchnerismo.com

La credibilidad del Gobierno se debilitó, mientras los problemas los acosan por todos lados y no atinan a enfrentarlos.

Ya en las elecciones de 2007 el kirchnerismo tuvo un caudal de votos que, considerando el despilfarro de gasto público hecho ese año, no fue tan espectacular como se suponía. En casi todos los grandes centros urbanos Cristina Fernández perdió las elecciones, compensando en las zonas rurales la sangría de votos en los centros urbanos. Luego de lo ocurrido durante cuatro meses, difícilmente el kirchnerismo logre renovar el apoyo en las zonas rurales y, seguramente, en el Gran Buenos Aires la inflación le generará una merma en el caudal electoral.

Es que, por comparación, la gente va advirtiendo que la situación económica tiende a empeorar. En el 2005 la gente comparaba las condiciones económicas con el 2002 y se sentía en el paraíso, por más que todo fuera artificial, ayudado con buenos precios internacionales para las commodities. Pero en el 2007 la comparación con el 2005 ya no era tan buena y, encima, la gente comenzaba a cansarse de la actitud agresiva del entonces presidente Kirchner. En el 2008 la comparación con el 2007 todavía es peor, dado que el discurso de Cristina Fernández tiene el mismo grado de soberbia que el de su marido pero con condiciones económicas cada vez más deterioradas, por más que el gobierno siga negando la realidad. Podríamos decir que el matrimonio, lejos de mejorar su marca en la gestión gubernamental, la empeora.

Hoy, el gobierno sufre de parálisis frente a los crecientes problemas económicos. En vez de enfrentar y solucionar el problema inflacionario, lo niega. Y cuando existe otro problema, las medidas que adopta lo agravan, como por ejemplo el del anuncio del pago al contado al Club del París por la deuda en default.

El anuncio fue hecho bajo el argumento de mostrar la voluntad de pago de Argentina frente a los crecientes temores de un nuevo default ante los vencimientos de deuda del próximo año. Sin embargo, el pago por anticipado al Club de París, lejos de eliminar esos temores, los agravó. Y la razón es muy sencilla. Los temores al default existían incluso sin considerar la deuda con el Club de París. Es decir, el mercado descontaba que no se le pagaría al Club de París y, aún así, dudaba que pudiera hacer frente a los vencimientos de capital e intereses de la deuda. La alternativa que se sugería para enfrentar los vencimientos consistía en utilizar las reservas del Banco Central (BCRA) para pagar parte de la deuda si el superávit fiscal no alcanzaba, considerando que Argentina tiene cerrado el acceso al mercado financiero voluntario. ¿Qué es lo que consiguió el gobierno con el anuncio de la semana pasada? Aumentar los temores de un nuevo default ya que al utilizarse parte de las reservas del BCRA para pagarle al Club de París quedaría poco margen para volver a utilizar reservas del BCRA para cancelar bonos el año próximo. A esto hay que agregarle que, de concretarse el pago al Club de París, el BCRA tendrá menos dólares de reservas para respaldar los pesos que hay en circulación. Dicho en otras palabras, se deteriora el patrimonio del BCRA y los pesos en circulación tienen menos respaldo en monedas fuertes. De manera que, con esta medida, no solo no se alejó el fantasma de un nuevo defualt, sino que se agravó.

Por otro lado, casi mueve a risa que el gobierno siga insistiendo en hacer el tren bala cuando los trenes urbanos funcionan cada vez peor. Es posible que hayan existido grupos organizados para incendiar y armar el lío que se armó en la línea Sarmiento, pero también es cierto que hay cierto caldo de cultivo en el funcionamiento del transporte público que hace que la gente esté malhumorada cuando tiene que viajar. La política de consumir el stock de capital para mantener artificialmente bajas las tarifas empieza a hacer agua.

Lo concreto es que hoy el humor de la gente es muy diferente al que había en el 2007 y mucho peor que el que había en el 2005, con el agravante que el gobierno parece no advertirlo o, si lo advierte, se hace el distraído y recurre al desgastado argumento de las conspiraciones. En este caso, la pésima maniobra del gobierno con el resultado exactamente inverso al buscado, fue denunciar a los fondos especulativos por el aumento del riesgo país, cuando cualquier mente medianamente lógica podía advertir que cancelar la deuda con el Club de París en la forma en que se pretende hacerlo, no implica comprar un seguro contra el default y, mucho menos, creer que ahora sí va a haber una avalancha de inversiones en la Argentina gracias a que las empresas podrán tener acceso a créditos blandos en el exterior. Los créditos blandos no van a aparecer y, además, ¿quién se va a animar a invertir en un país con reglas de juego tan arbitrarias e imprevisibles? ¿Cómo va a haber inversiones si con la inflación que tenemos no hay posibilidad de estimar costos y precios para definir un flujo de fondos a los efectos de decidir si conviene o no hacer la inversión?

El kirchnerismo me hace acordar a las famosas punto com de los ’90. Recordará el lector que en esos años cualquier página web podía llegar a cotizarse en millones de dólares sin tener flujos de ingresos que justificaran semejantes valuaciones. Las proyecciones que se formulaban sobre los ingresos futuros de las punto com eran totalmente infundadas. Se vendía humo. Alguien inventaba una punto com para vender pizzas por Internet y, con cálculos propios del actual INDEC, se proyectaban ventas y utilidades de ficción que se traducía en valuaciones exóticas. Hasta que la burbuja de las punto com explotó y la irrealidad de las valuaciones quedaron en evidencia. Ya nadie creía en las punto com. Nadie apostaba un peso a los proyectos basados en números artificiales. Ahora había que demostrar, como en cualquier negocio, que los flujos de ingresos y egresos tenían algún grado de probabilidad de ocurrir. Para que el inversor creyera había que ser muy convincente en el proyecto.

Con el gobierno de los Kirchner pasa lo mismo. Podríamos llamarlo un kirchnerismo.com, porque un año atrás parecía que el matrimonio podía cometer cualquier disparate en el gobierno que igual iban a tener una alta evaluación de la sociedad y todos iban a aplaudir indefinidamente los dislates que cometían. Pero la burbuja del kirchnerismo.com parece haber explotado. La credibilidad del gobierno se ha debilitado enormemente mientras que los problemas los acosan por todos lados y no atinan a enfrentarlos. Y cuando los enfrentan es para empeorarlos con las medidas que toman.

La realidad se está encargando de demostrar que la eterna bonanza de la política kirchnerista fue una bonanza virtual. La inflación, la rápida desaceleración de la actividad económica, la disminución de los márgenes de utilidad de las empresas, el deterioro de los salarios reales, la extinción del eufemismo del tipo de cambio competitivo y el deterioro de la caja que permitía disciplinar a gobernadores e intendentes muestran la burbuja que fue el kirchnerismo.com. De ahora en más, al igual que las famosas punto com, el gobierno tendrá que hacer las cosas en serio si es que no quiere terminar como ellas en los 90. Deberá adoptar políticas consistentes y creíbles, dado que la gente parece haberse cansado de seguir comprando bonanzas virtuales propias de las punto com.

© www.economiaparatodos.com.ar

Más que dos plazas, dos países muy diferentes

Por Carlos Pagni
De la Redacción de LA NACION

Néstor Kirchner insistió en que la ciudadanía debe movilizarse para defender la democracia. Tal vez haya que hacerlo en un país cuyo gobierno estimula la acción directa, controla fuerzas de choque, interviene las comunicaciones privadas y administra fondos públicos o designa funcionarios desde oficinas particulares.

Sin embargo, en el PJ, donde sobran los doctores en movilizaciones, atribuyen a Kirchner otras intenciones. Sospechan que quiere para el oficialismo la mitad de la prensa que tendrá el campo con su concentración en el Monumento de los Españoles. Para lograrlo, también hizo colapsar el mercado del transporte. Los duhaldistas que buscaban colectivos para llevar gente hasta Palermo entraron en emergencia anteanoche: en el área metropolitana no quedaban disponibles más de 200.

A pesar de lo rudimentaria, la escena estará llena de significado. Al movilizar a sus huestes, Kirchner dramatizará de manera muy expresiva una de las encrucijadas que se le ofrecen al país en este momento histórico. Las dos ?plazas? acaso representen a dos Argentinas posibles.

La interminable crisis iniciada en marzo liberó un inmenso caudal de información sobre esa revolución en cámara lenta que se viene dando en el sector agropecuario desde hace 15 años. Con la excusa de la rebelión fiscal, quedó expuesto un fenómeno casi desconocido para la opinión pública: el desarrollo espectacular de una actividad económica a partir de la incorporación de biotecnología, la experimentación de otras formas de trabajo de la tierra y la adopción de un nuevo modelo de administración. La polémica por las retenciones divulgó las características del "nuevo campo", un entramado social y productivo que constituye la principal valencia de conexión entre el país y la economía global.

Kirchner decidió enfrentar a quienes expresan ese fenómeno movilizando a una clientela reclutada en los barrios postergados del Gran Buenos Aires. Esa población, de cuyas necesidades se sirve la política desde hace décadas, es la víctima de un curso de acción fallido: el proceso de industrialización asistida en el que ingresó la Argentina hace 70 años, cuando decidió desacoplarse de la economía internacional para explorar una "vía nacional al desarrollo".

El experimento fue la respuesta a la crisis surgida a partir de 1929 en el seno de otra globalización, la que protagonizó el imperio británico, durante la cual la Argentina conoció siete décadas de progreso. El derrumbe de los años 30 la encontró entre las 10 naciones más ricas de la Tierra.

Frente a aquel colapso, la economía se replegó sobre el mercado interno, con una industrialización sustitutiva y Estado-céntrica. La mano de obra migró hacia las grandes ciudades, en una peregrinación que explica el surgimiento del peronismo. El horizonte intelectual de esta mutación fue la oposición entre la industria, con la que ahora se identificaba la modernidad, y el campo, asiento de una oligarquía rentista. Una caricatura criolla del pasaje del orden feudal al orden burgués.

Los Kirchner le hablan al campo desde el corazón de ese modelo, con un discurso cuya debilidad radica en su anacronismo. La pretensión de "defender la mesa de los argentinos" mediante el castigo a las exportaciones agrarias y la destrucción de los contratos del comercio internacional hace juego con la ilusión de que los servicios públicos mejorarán no cuando se eleve la calidad de los controles, sino cuando se sustituya al inversor extranjero por una "burguesía nacional" nacida de la intervención del Estado.

La semana pasada hubo dos ejercicios de esta forma de pensar: la misma administración que aspira a reemplazar en Aerolíneas a un par de empresarios españoles (muy polémicos hasta en su propio país) por un amigo del poder volvió a degradar un organismo como el ENRE, donde se designó director al ex diputado Eduardo Camaño, de ignotos antecedentes energéticos.

* * *

El aislacionismo que se manifiesta en estas decisiones supone una visión de la economía y de las relaciones internacionales para la cual todavía es posible, en un mundo cada vez más integrado, eso que Hugo Chávez denominó, al defender la estatización de Sidor, "el desarrollo endógeno".

Con este bagaje conceptual, es imposible comprender la evolución del campo. Porque el negocio agropecuario exhibe en la Argentina, desde hace 15 años, tres rasgos típicos de la economía globalizada: se basa en la incorporación de conocimiento, se organiza en red y está referido al mercado mundial.

El valor de la soja transgénica, adoptada por la Argentina en 1994, deviene de que ese "yuyo" incorporó los hallazgos que alcanzó la biotecnología en su búsqueda de nuevas proteínas para la satisfacción de un mercado de consumidores de alimentos. El salto en la productividad se completó con un método que permite cultivar la tierra sin removerla: la siembra directa.

También cambió el paradigma administrativo. La producción basada en unidades integradas, como la chacra o la estancia, ahora se sostiene en una red de contratistas. Este modelo de negocio desligó la riqueza de la posesión de la tierra.

El tercer aspecto que explica la revolución agraria en la Argentina es la integración al capitalismo global de grandes poblaciones con un consumo de proteínas retrasado. Mientras Europa consume al año 130 kilos por persona, China consume 22; India, 11, y el mundo, en promedio, 30.

Estos factores impulsaron a la Argentina de los últimos 10 años a expandir un 56% la superficie cultivada, quintuplicar la producción sojera y mejorar el rendimiento en un 80%. Otra vez el país encontró en el agro una inserción exitosa en la nueva globalización. La protagoniza una "burguesía nacional" irreconocible: no depende del Estado.

El capitalismo globalizado, con su nueva generación de desajustes, obliga a la dirigencia de todos los países a un esfuerzo de reeducación. Los Kirchner parecen resistirse. Han encarado la agenda agropecuaria inspirándose en una demonización del sector que servía, como dispositivo simbólico, al proceso de industrialización sustitutiva de hace 70 años. Pero esa experiencia se frustró. Lo revelan los niveles de ineficiencia de muchas industrias y, sobre todo, la degradación de la periferia de las grandes ciudades, donde reinan la pobreza, la desocupación, el crimen, la droga y la corrupción política.

Esa visión arcaica se proyecta sobre la política tributaria. Sin considerar las retenciones que se discutirán pasado mañana en el Senado, el fisco argentino aplica sobre la actividad rural una presión del 23% (como porcentaje del PBI agropecuario), muy superior al 2,76% de Brasil o al 6,90% de Uruguay.

Las retenciones móviles profundizan este cuadro. Son una condición de posibilidad casi inevitable para el proyecto de poder de los Kirchner, que redujo su base electoral a los segmentos más sumergidos de la sociedad: los que viven en el conurbano bonaerense. Son las víctimas de aquel fracaso y serán movilizadas mañana, para enfrentar al campo, en una metáfora perfecta.

Amar a la humanidad

...y odiar al vecino.

Joaquín Morales Solá termina su descripción de la actitud del gobierno con el caso Betancourt con una observación de Ayn Rand: Quienes se declaran amantes de la humanidad suelen tener problemas a la hora de amar a las personas en particular.

El motivo es que lo que aman es a un ideal (que sólo puede ser sostenido en una abstracción llamada “humanidad”), que ni siquiera ellos se gastan mucho por intentar practicar, de un ser humano sin afán de lucro, es decir sin impulso vital, y desinteresado, solo preocupado por “todos y todas”. Aman todo lo que no son y a costa de una violenta, excluyente y caprichosa identificación con ese ideal, se convencen (se engañan en realidad) de que son eso que es objeto de su admiración. Para sentirse ellos “desinteresados” deben encontrar el interés en los otros y perseguirlo, tratarlo como maldad. Intentan matarlo en sus congéneres porque no pueden, ni quieren, matarlo en ellos mismos. No pueden soportarse a si mismos sin odiar a los otros con el mismo entusiasmo con el que “aman a la humanidad”.

En la lucha por esa identificación la tarea diaria es encontrar a los malos que conviertan a los idealistas por contraste en buenos. La manada de los seguidores esperan a que les señalen a quién odiar, después encontrarán los motivos. “Quienes quieran ganar el cielo, lo perderán” es un gran acierto que describe el narcisismo idealista de esta manga de hijos de puta que parecen imperturbables ante la realidad a la hora de juzgar a los demás. Esa imperturbabilidadad podría ser llamada en otro marco teórico, que no comparto, locura. Los kirchner odian a Uribe porque se opone a la versión de los acontecimientos según la cual ellos están del lado del bien. Y toda la izquierda religiosa argentina odia a Uribe porque los sacerdotes de su tribu lo han señalado y está sobreentendido que fuera de su secta buenos no hay. Ser malo es no estar con ellos. El odio es automático, la atribución de intenciones y todo tipo de defectos no necesita dato alguno. Si alguien quiere entrar en razones con esa izquierda, se equivoca. Si alguien espera ser “aceptado” por esa izquierda tendrá que someterse y tirar cascotes para el lado que ellos indiquen. Varios lo han hecho ya.

No es ideológica la cuestión. La ideología juega como explicación ad hoc de otro juego. Nada tienen que ver estos mamarrachos con sus supuestas creencias sociales y políticas de hace treinta años. Como los caníbales que querían apoderarse de las virtudes de sus víctimas buscan su bondad matando el bien que ven en otros que no están con ellos. Rompen el espejo, como la bruja mala de Blancanieves. Nunca tan cercana una metáfora a los acontecimientos reales.

El Ministerio explica el Robo...

Ejem... Quiero decir: El ministerio justifica las retenciones.
Me mandan este PowerPoint por mail a pesar que conocen mi posicion. No creo que la persona que me lo envíe este interesada en la discusion de fondo. Pero me parecio oportuno compartir para ver la opinion de los que SI creo estan dispuestos a la accion de pensar y debatir.

La contestacion de mi amigo Pacho Ro va copiada abajo. Si quieren contestar o escribirle directo a el pasen por su blog
quetepa.blogspot.com.



Sí, muy lindo el graficado.
Ahora, si analizamos un poquito más, hay cosas un poco raras.
¿Por qué se exporta?
Digamos que si el gobierno puede hacer indiferente al productor vender afuera o adentro; ¿qué pasa que se exporta algo?
Exportan el exceso de producción en comparación con lo que requiere el mercado interno.
O sea que al menos una parte de la producción puede venderse a precios internacionales… Pero no se hace porque el gobierno se apropia de esa diferencia.
Claro que esto es para nosotros, pero igual cabe una reflexión: ¿qué podría suceder si los precios no se intentasen dirigir?
Si los precios son mayores, y cerramos los ojos a las causas principales, entonces hay que apropiarse de riqueza para mantener por un tiempo la situación.
¿Por qué por un tiempo?
Porque mientras aquí se hace esto, productores en lugares del mundo más libres reciben el fruto de su trabajo, incorporan capital a su trabajo con la esperanza de producir más, para ganar más. Eso se llama reinversión.
Esa reinversión hace que en un periodo posterior la producción crezca, lo cual implica un verdadero reparto de riqueza a quienes producen algo más: maquinaria, fertilizante, servicios al agro como ingenieros, investigación, desarrollo y por supuesto, el entorno al productor del agro.
En un período el campo de un lugar libre generó más tecnología y conocimiento, con mayor capacidad de producir alimentos. Y si la demanda sigue en aumento, micro productores entran en escena, como ya sucedió en épocas de necesidad.
Por otra parte, la causa principal de Argentina es el artificio de un dólar alto. Porque, si no hubiese la loca emisión monetaria el dólar podría llegar a ser casi un 50% más bajo, por el exceso de dólares en comparación con el peso.
En otros países que antes teníamos paridad, el dólar vale casi la mitad, por lo que sus alimentos valen menos que lo que valdrían aquí y… ¡Producen más!
En cambio, sin incentivo, mejor dicho, con castigo al exportador, se puede pensar en producir para el mercado interno, lo cual implica una reducción. Eso hará más baratos EN UN PERÍODO los productos, pero luego, la falta de interés para producir más que la demanda interna hará que NO se incorpore capital, ni investigación por ser redundante y no surgirán micro productores.
Seguimos por este camino y veremos que otros países producen más, tienen más conocimientos y tecnologías, mientras aquí se produce para un mercado interno, con la desventaja de que no existirán "compensaciones" pues las exportaciones serán menores.
Por otra parte, el productor local no generará riqueza para su entorno, sino para un gobierno que no sabe incentivar la producción. La distorsión en el mercado motivará a la gente a lugares más poblados, generando más pobreza, y más necesidades que el gobierno progresista intentará compensar quitando de otras rentas extraordinarias, hasta que todos los sectores con "renta extraordinaria" sea exprimido, y allí sí tendremos la igualdad...en la miseria.


¿Qué inventarán para zafar del desprestigio?

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

Los Kirchner enfrentan serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar.

Durante los 5 años de mandato de Néstor Kirchner, había quedado en evidencia que el entonces presidente no toleraba la más mínima disidencia. Cualquiera que presentara una posición diferente era vilipendiado desde el atril o escrachado por los piqueteros (los mismos escraches que hoy el Jefe de Gabinete define como nazis cuando les toca a ellos). En definitiva, se sabía que Kirchner tenía tendencias autoritarias y el temor invadía a la mayoría de la gente.

Cuando Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones, algunos periodistas se esforzaron por tratar de mostrar que comenzaba una nueva era de diálogo y un cambio de política que nos incorporaría al mundo. El esfuerzo fue en vano porque a poco de asumir pudo advertirse que la esposa del ex presidente tenía las mismas actitudes autoritarias que su marido. Tanto es así que en varias oportunidades resaltó que ella tenía el 46% de los votos, como si disponer de una mayoría circunstancial le permitiera avasallar las instituciones republicanas o disponer de la propiedad y de los ingresos de la gente a su antojo cual monarca autocrático.

¿Cuál es la novedad que tenemos luego de 5 años de kirchnerismo? A mi juicio, hay dos datos relevantes. En primer lugar, ocurrió algo inédito: un sector, el agropecuario, se plantó ante las decisiones del oficialismo y se puso firme en el disenso. El “método Moreno” dejó de funcionar. Esto no entraba en los cálculos del kirchnerismo y la reacción no se hizo esperar. Había que poner de rodillas a aquellos que opinaban diferente, adoptando actitudes que fueron deteriorando cada vez más la imagen del matrimonio.

El segundo hecho que los sorprendió –y que fue el peor de todos, al menos hasta ahora– fue el apoyo que la inmensa mayoría de la población le dio al campo, junto con los cacerolazos que se extendieron a lo largo y ancho del país. Ellos saben que ese gigantesco acto de repudio al matrimonio presidencial no tiene que ver sólo con las retenciones, sino que también refleja los estragos que están haciendo la inflación y el comportamiento soberbio con que se siguen manejando tanto Néstor como Cristina.

La brutal caída en la imagen presidencial que reflejan las últimas encuestas los debe tener muy preocupados. Sin embargo, lo que más les debe preocupar es el aumento de la imagen negativa. ¿Por qué? Porque un político puede tener baja imagen positiva y, al mismo tiempo, baja imagen negativa. En ese caso dispone de margen para crecer o recuperarse. En cambio, cuando la imagen positiva es baja y alta la negativa, el personaje se encuentra en problemas, ya que la elevada imagen negativa constituye un techo para crecer o recuperar el apoyo de la población.

¿Cuál ha sido la reacción de los Kirchner frente a su creciente deterioro político? Sacar a la calle a las fuerzas de choque de los piqueteros amigos del gobierno como Luis D’Elía. Su reacción consistió en responder al descontento popular con la violencia de los piqueteros y demás fuerzas de choque, con lo cual la imagen del gobierno se deteriora aún más.

Cuando D’Elía entró a las trompadas en la Plaza de Mayo en el primer cacerolazo, quedó demostrado el grado de intolerancia con que se maneja el gobierno cuando la gente se manifiesta en su contra. Estos hechos se repitieron frente a la Quinta Presidencial y, cada vez que la gente va a la Plaza de Mayo a manifestar su disconformidad, enseguida aparece D’Elía para decir la Plaza es mía, como si pararse en la Plaza y no dejar pasar a nadie que piense diferente les diera la razón o les otorgara más apoyo popular.

Es evidente que el matrimonio debe sentirse muy afectado por el rechazo que están teniendo. Ellos saben que el acto que hicieron el miércoles de la semana pasada en la Plaza de Mayo no tuvo una concurrencia espontánea. Saben que montaron un apoyo de utilería a favor suyo, mientras que los cacerolazos y el acto de Rosario fueron espontáneos. Todos sabemos que debe ser sumamente denigrante para uno alquilar gente para que lo aplauda, mientras que nadie es pagado por golpear una cacerola. Me imagino que para cualquier persona debe ser deprimente tener que simular el apoyo. Pagar para que a uno lo aplaudan debe ser una experiencia muy desagradable porque, en el fondo, uno sabe que se siente denigrado de tener que recurrir a ese método.

La novedad, entonces, es que los Kirchner se encuentran con algo que no habían tenido que afrontar hasta el momento: un profundo desprestigio ante la sociedad con el correspondiente rechazo. Esta situación inédita los hace reaccionar con más violencia verbal. Por ejemplo, cuando D’Elía llamó a armarse para defender al gobierno de Cristina, Néstor no repudió los dichos de su amigo piquetero, sino que simplemente se limitó a decir que no estaba de acuerdo.

Hoy los Kirchner denuncian los cortes de rutas como antidemocráticos, mientras el puente con Uruguay sigue cerrado sin que el gobierno emita opinión al respecto.

Alberto Fernández denunció como actitudes nazis que los productores vayan a las casas de los legisladores a reclamar por las retenciones, pero no denunciaron como nazis el escrache que los jóvenes K le hicieron al stand de Clarín en la Feria del Libro, ni el escrache que los piqueteros le hicieron a Shell, o el escrache que la Agrupación Hijos, miembros de las Madres de Plaza de Mayo, le hicieron al juez Bisordi o la toma de una comisaría por parte de D´Elía. En definitiva, no pueden tomarse como serias y sinceras las declaraciones del jefe de Gabinete. Solo reflejan el grado de desazón con que están viviendo este momento.

La realidad es que estamos viviendo una nueva etapa en la cual los Kirchner tienen que enfrentar serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar. Por lo que se vio hasta ahora, este nuevo escenario los hizo más agresivos e intolerantes porque para ellos es inadmisible que la gente no se subordine a sus caprichos.

Como la situación económica ya ha entrado en un proceso de recesión, para el matrimonio presidencial los tiempos de gloria pertenecen al pasado. Políticamente están muy complicados. Y tampoco podrán recuperar la economía porque la virulencia de sus palabras y comportamientos han terminado de espantar a cualquiera que imaginara poner un peso de inversión en Argentina.

Así como están las cosas, ellos saben que en las elecciones del año que viene tienen asegurada la derrota. Si pierden la mayoría en el Congreso ya no tendrán todo el poder y ellos no están acostumbrados a gobernar de esa forma, con lo cual, el 2011 pareciera ser un horizonte lejano y poco alentador. Sólo resta saber qué inventarán para tratar de evitar que el descontento popular que hoy se manifiesta en cacerolazos se traduzca en una humillante derrota electoral.

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Pregunta por su posicion

Nuestros representantes chubutenses deben explicarnos cual es su posicion. Mandale a los mails de abajo para que te lo digan. Si sos de otra provincia podes buscar el mail de tus representantes en:
http://www.diputados.gov.ar/

rchiquichano@diputados.gov.ar
egarciam@diputados.gov.ar
ngonzalez@diputados.gov.ar
mmorejon@diputados.gov.ar
jpais@diputados.gov.ar



Soy _ _ _ _ _ _ _ _ _ de _ _ _ _ _ _ _ _ _ . Le escribo para que me exprese y fundamente cual va a ser su posicion frente al debate que se dará por la resolucion sobre retenciones moviles que el poder ejecutivo ha enviado para su tratamiento en el recinto.

Espero su respuesta. Muchas Gracias.

Preguntas tontas

por Carlos Mira

El análisis político, cultural, sociológico y económico ya no alcanza para explicar el grotesco destino de la Argentina. Ni siquiera el sentido común puede dar respuestas diferentes a lo que es ya obvio para todos: vamos rumbo a una explosión.

Cuando las dificultades que parecen no encontrar fácil explicación arrecian, es muy habitual que, con toda naturalidad, se intenten análisis profundos tratando de encontrar las raíces mismas de los problemas. La combinación de la sociología y de la economía son aquí muy útiles cuando se sigue este camino porque ambas entregan los elementos culturales y técnicos que desnudan las falencias, que le ponen una lente de aumento a las groserías y que finalmente explican la génesis y la evolución; las causas y los efectos de los problemas.

Pero llega un punto en que esos caminos se agotan. No porque no estén al alcance de todos –el sentido común promedio, suele aflorar, finalmente, en algún momento. La cuestión es que a partir de un momento ocurre que, precisamente desde los puntos de vista sociológico y económico, todo ha sido dicho. Ya no queda más nada por explicar. Los disparates han sido tan groseros y las líneas culturales que no supimos cambiar han sido tan expuestas por los intelectuales y los economistas, que los análisis sesudos ya no alcanzan para discernir si el país finalmente encontrará alguna salida.

Cuando se llega a esos puntos de desasosiego; cuando el sentido común promedio al que aludíamos recién, ha sido ampliamente superado; cuando delante de todos se cometen las más variadas tropelías sin que ningún resorte del Estado de Derecho actúe o tenga siquiera alguna oportunidad de ejercitarse; cuando las libertades se ponen en peligro; cuando los derechos pueden conculcarse alegremente por el mero ejercicio de la fuerza física, todos los análisis racionales no sirven para nada. La hombría de bien que se necesita del otro lado para que un acto de bienintencionada docencia surta efecto, lisa y llanamente, no existe. Es hablarle a la pared.

Pero ello no nos exime de nuestras propias dudas sobre el futuro común, porque el país es de todos y todos abrigamos en algún lugar la esperanza de un cambio en el sentido positivo.

Y es en esos momentos en que los análisis racionales han sido superados pero las dudas continúan, en que hay que olvidar todo lo que uno estudió y todas las fuentes en las que abrevó su educación, para volver a hacerse las preguntas tontas de toda la vida; el planteo de las más absolutas obviedades para que, de repente, todo se aclare, todas las dudas se disipen y un horizonte claro y cristalino se abra delante de los propios ojos.

¿Cuándo, me pregunto tontamente, un prepotente llegó alguna vez a alguna parte?, ¿cuándo haciendo las cosas mal se consiguió un buen resultado?, ¿cuándo haciendo las mismas cosas se obtuvieron resultados diferentes?, ¿cuándo el odio y el resentimiento sirvieron para estimular el progreso?, ¿cuándo de la agresividad se obtuvo la concordia?, ¿desde cuándo la amenaza puede ser un sistema de relación entre las personas?

Todas estas preguntas tienen la misma respuesta. Esa respuesta contiene una sola palabra: nunca.

De repente, aun cuando sea para perder toda esperanza de que por este camino el país pueda evitar otra catástrofe, todas nuestras dudas han desaparecido. Las respuestas a las más básicas preguntas que la mayoría de nosotros –con el idioma adecuado a esa edad- aprende en el jardín de infantes, son suficientes para saber que la Argentina se dirige inexorablemente a una explosión.

Lamentablemente todos saldrán maltrechos de ella. El gobierno K dirigió al país a una encrucijada innecesaria y, de paso, perdió, entre insultos y burradas, una histórica oportunidad de hacer lo que hicieron Brasil y México, recientemente y con mucha mayor anticipación Chile. Llevó al país a una insólita alianza con lo peor de América Latina y tuvo éxito en que el mundo leyera ese mensaje con nítida corrección. Hoy la Argentina es sinónimo de Bolivia, de Chavéz y de Ecuador. No digo esto con ánimo despectivo hacia esos países: siento por la buena gente de esos pueblos la misma pena que por el nuestro.

Ojalá que Dios que supo ser argentino, aunque, como dice Malú Kikuchi, se nacionalizó australiano hace unos 70 años, se apiade de un país al que le entregó todo y no le devolvió nada.

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Los gritos desde la tribuna no cambian la realidad

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

Cuando un modelo se agota y entra en cuenta regresiva, los discursos no modifican el escenario. Eso sólo es posible con un cambio de políticas.

¿Quién puede invertir en un país en el cual su presidente da cuatro discursos en una semana, todos ellos cargados de amenazas, descalificaciones, contradicciones y temas que no tienen nada que ver con los problemas reales de la gente (por ejemplo, como mencionar al golpe de Estado 1976 mientras se habla de las retenciones al campo)? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el representante de las fuerzas de choque del gobierno es sentado en un sitio de honor junto al presidente luego de haber usado la fuerza bruta para agredir a quienes piensan diferente? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el titular del Ejecutivo, en vez de buscar las soluciones a los problemas, convoca a un acto de apoyo a su gestión y crea una escenografía de cartulina para tratar de convencer a la gente de que cuenta con el apoyo popular? ¿Quién puede invertir en un país donde el esposo del primer mandatario lanza sus tradicionales diatribas y luego habla de amor y de diálogo? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el secretario de Comercio se cree un iluminado que puede exigirles a las empresas a qué precios tienen que vender y qué rentabilidad tienen que obtener de sus inversiones?

Más aún, ¿quién puede invertir en un país en el cual se confunde el voto popular con la vigencia del Estado de Derecho? Porque Cristina Fernández de Kirchner y su marido insisten con que en octubre pasado fueron apoyados con el 46% de los votos. Dejando de lado el porcentaje real, lo que el kirchnerismo parece no entender es que haber conseguido la mayoría de los votos no significa tener la patente de monarca que puede hacer lo que quiere con el monopolio de la fuerza que se le delegó. Tener una mayoría circunstancial no habilita a un presidente a pasarle por encima al orden jurídico preexistente.

Es ese desprecio por el orden republicano y el Estado de Derecho que tienen los Kirchner (recordemos, por citar un caso, que Néstor, siendo abogado, dijo que Luis Patti tiene que demostrar que es inocente ante la Justicia, cuando hasta un chico sabe que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario) es lo que hace que en Argentina no reine el orden jurídico, sino el capricho del gobernante de turno. Y en los países en los que no reina el orden jurídico, la imprevisibilidad en la conducta de sus gobernantes hace que pocos piensen en invertir.

El ejemplo más claro al respecto lo ha tenido la empresa Techint, que invirtió en Venezuela en una importante planta siderúrgica que, ahora, el monarca de turno le ha confiscado. Este hecho debería servir como advertencia para muchos empresarios que prefieren las regulaciones, los subsidios y las reservas de mercado a la competencia. Cuando una empresa basa sus ganancias en este tipo de medidas, pasa a ser totalmente vulnerable a los caprichos del burócrata de turno. En cambio, en un sistema basado en la competencia y en el Estado de Derecho, la solidez de una empresa se basa en la capacidad de sus directivos para ganarse el favor de los consumidores. No dependen de la resolución de un burócrata para sobrevivir, sino de su propia capacidad de innovación para permanecer en el mercado. Techint ha sido víctima de la ausencia del Estado de Derecho y de la falta de una justicia independiente. Ha sido víctima de los caprichos de un señor que cree que los votos le dan derecho a hacer lo que quiere.

Como, lamentablemente, el rumbo que ha tomado Argentina es el de la arbitrariedad en las reglas de juego y el de las decisiones caprichosas y alejadas de un gobierno limitado, nuestras posibilidades de crecimiento están cercenadas porque, como decía antes, nadie pone su dinero en un país en el cual sus máximas autoridades, en vez de transmitir equilibrio y serenidad, gritan como desaforados desde la tribuna política ante auditorios especialmente convocados para aplaudir frente a las cámaras de televisión.

El problema es que esos aplausos de utilería no pueden evitar la realidad que tenemos por delante. ¿Cuál es esa realidad? Una inflación que tiende a descontrolarse, una crisis energética que sigue agravándose, un sector productivo que clama por un tipo de cambio más alto sin especificar cómo conseguirlo sin más inflación, una maraña de subsidios que lleva a que se dispare el gasto público, problemas de abastecimiento, ausencia de crédito a tasas pagables, escándalos de corrupción que fueron transitoriamente tapados por el escándalo del impuestazo al campo. Y, como frutilla del postre, una deuda pública que ya ha superado a la que teníamos en 2001 antes del default, a pesar de la declamada política de desendeudamiento.

Poco importa si el campo vuelve o no a las rutas de no llegarse a un acuerdo con el Gobierno. Cuando la economía está fuera de control cualquier elemento puede ser el disparador de una crisis. Dicho en otras palabras, las crisis no se producen porque sí, sino que son la acumulación de una serie de errores que, en determinado momento, derivan en un estallido. Y este Gobierno, en 5 años, ha acumulado errores en cantidades industriales.

¿Qué podemos esperar los argentinos en el mediano plazo? Un escenario posible es que los Kirchner giren 180 grados en su política. Tanto en el respeto por el orden jurídico como en lo económico. Luego de escuchar el discurso de Néstor de la semana pasada, este escenario tiene muy bajas probabilidades de ocurrir.

El segundo escenario consiste en seguir en el mismo rumbo y continuar poniéndole parches a un globo que ya está agujereado por todos lados, mientras recrudecen los agravios, las descalificaciones y las amenazas. Veremos cómo se inventan nuevos enemigos de la Argentina para quitarse de encima la responsabilidad del creciente deterioro y malestar popular. Y cuanto más se complique el escenario, más agresividad vamos a ver y más enemigos se van a inventar.

En términos económicos, no podemos esperar otra cosa que más regulaciones y controles, con inflación creciente y un dólar que todos comenzarán a ver como barato. Los dirigentes sindicales exigirán más incrementos salariales y las empresas observarán cómo se derriten sus utilidades.

Es posible que, en el corto plazo, asistamos a un aumento del consumo porque la gente huirá del dinero y comprará bienes antes de que suban de precio. Este comportamiento acentuará la inflación.

Como el kirchnerismo se declara a sí mismo heterodoxo, utilizará todos los instrumentos represivos que tenga a mano para intentar controlar las contradicciones del modelo. Si mañana desdoblaran el mercado de cambios, no me sorprendería. Lo que tenemos que esperar es que pueda aplicarse cualquier medida, por más represiva e ineficiente que sea, para tratar de sostener un modelo que agoniza.

Todos sabemos, y la mayoría de la gente lo intuye, que el modelo entró en cuenta regresiva. Y cuando un modelo se agota, los gritos desaforados desde las tribunas no conseguirán cambiar la realidad. © www.economiaparatodos.com.ar

Con claridad. Demócratas. (Progresistas les decimos aca)



Via, of course, Pacho.

Carta abierta al ministro Lousteau

Enviado por Ivanus a través de Google Reader:
Carta abierta al ministro Lousteau
vía Variedades pachoro+yo@gmail.com de Pacho Ro el 25/03/08


Estimado ministro: Disculpe si hago pública esta carta. Pero me parece que usted acaba de instaurar una política para el sector agropecuario que, por sus implicancias, amerita un profundo análisis. Creo que mejor hubiera sido hacer eso antes de firmar el decreto que impone las "retenciones móviles", un mecanismo inédito que implica de hecho una verdadera confiscación de la renta rural.

La reacción del sector ha sido tan obvia como justificada, pero quizá en el fragor de la respuesta no se haya profundizado lo suficiente en los conceptos que usted planteó para sustentar la medida.

A nadie escapa el objetivo fiscalista de las nuevas reglas. Pero usted desmintió públicamente que el objetivo sea mejorar la situación de caja. Usted, en la argumentación previa, sostiene que el objetivo de su plan es "Detener la sojización".

¿Usted es consciente de lo que esto implica? La soja, curiosidad botánica hace treinta años, este año facturará 25.000 millones de dólares FOB. Y no está sola, es simplemente la abanderada de un proceso de intensificación de la agricultura que colocó de nuevo a la Argentina en el mapamundi.

Pero la soja es el único producto de la economía nacional en el que la Argentina juega en primera. Se ha convertido en el primer exportador mundial de los dos productos que se obtienen a partir de ella: la harina de alto contenido de proteína, y el aceite. Se han invertido en los últimos 20 años más de 10.000 millones de dólares en puertos privados y plantas de procesamiento. Y los productores han invertido otros tantos en tractores, sembradoras, pulverizadoras automotrices, cosechadoras y camiones.

El interior se ha movido al compás de la soja. Centenares de pueblos en todo el país se mueven al compás de esta oleaginosa. Se está expandiendo la frontera agropecuaria. Surgen pueblos aletarga dos, como Bandera en Santiago del Estero o Charata en el Chaco. Sin hablar de la prosperidad del interior de las provincias de Córdoba, Santa Fé, con emporios como Río Cuarto, Venado Tuerto, América, Rafaela, para citar algunos ejemplos. Creo que usted no los conoce, ni se los imagina. De lo contrario, no hablaría tan livianamente de la "sojización" como algo que debe ser frenado.

Usted atribuye a este fenómeno de "sojización" la escasez relativa de leche y carne, e incluso señala que son actividades a las que es muy difícil volver cuando se las abandona. Le explico, si me lo permite.

Hace muchos años que la gente de campo tomó conciencia de que las vacas no hacen fotosíntesis. Esta es una capacidad que sólo tienen las plantas. Las vacas lecheras y los novillos sólo transforman en leche o carne el forraje que consumen. Estimado Lousteau: una hectárea de maíz, con la nueva tecnología, rinde 10.000 kilos de grano.

Un novillo encerrado en un corral convierte 7 kilos de maíz en uno de carne. Por lo tanto, una hectárea de maíz da 1.500 kilos de carne.

Pero si en lugar de sembrar maíz, la destinamos a hacer un engorde pastoril, como el que usted propone -convengamos que acompañado por algún gobernador tan poco conocedor como sus asesores- va a lograr sólo 300 kilos de carne. Es la quinta parte, Lousteau. Lo mismo pasa con la leche. Por eso, en las tierras agrícolas de todo el mundo los animales no pastan.

Están encerrados y comen los granos obtenidos en esas tierras. Esto es inexorable.

Forzar la vuelta a la Edad Media va a provocar hambre y desocupación, y se va a resentir la salud macroeconómica. Su decisión, señor ministro, es extremadamente temeraria.

Usted habló después de que los productores de soja tienen una "superrenta". ¿Cuál es el pecado?

Apostaron y les fue bien. Si usted necesita la plata de ellos, pídala prestada. Es lo que pasaría en un país en serio, como sus patrones se ufanan. La confiscación nos retrotrae a nuestras peores costumbres.
Usted parecía diferente.

Esta escrita por Hector Huergo dejo el link de su BLOG para los que quieran más info
Saludos a todos.. por los pedidos en los comentario vamos a ir agregando mas info sobre el tema para tratar de que se logre tener una correcta magnitud de la situación...

Atrapado y sin salida

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

El estilo de gobierno del matrimonio Kirchner es responsable de haber metido al país en un callejón en el que no hay escapatoria.

A medida que van pasando las semanas, y a pesar del enorme esfuerzo que se hace para transmitir que la economía marcha bien y no hay complicaciones serias a la vista, cada vez es más evidente que el Gobierno está atrapado sin salida en su política económica.

La apuesta a la reactivación vía la expansión monetaria ha llegado al tope de sus posibilidades. La inflación se ha desbordado, literalmente, porque la demanda de moneda ya no aumenta: cada peso que emite el Banco Central de la República Argentina (BCRA) se va a los precios. Como el BCRA defiende el valor del dólar en vez del valor del peso, tiene que cobrar el impuesto inflacionario para defender la divisa estadounidense. Sin embargo, ese impuesto inflacionario ha licuado el tipo de cambio real, al punto de que algunos sectores empresariales comienzan a reclamar un dólar aún más alto. La gran pregunta es: ¿cómo?

Al mismo tiempo, el aumento de la inflación hace caer el salario real y amenaza al motor de la reactivación desde 2002 hasta ahora, que es el consumo. Para que este no caiga, el Gobierno tiene que otorgar aumentos de salarios que, al menos, igualen la tasa de inflación. El costo de estas medidas implica una pérdida de rentabilidad para las empresas. Por su lado, éstas tienen que optar por ajustar precios o perder capital de trabajo, dado que si venden a precios más bajos luego no pueden reponer el stock de mercadería vendida.

El primer y claro problema en que está atrapado el Gobierno tiene que ver, entonces, con haber ignorado la inversión competitiva como paso inicial y genuino para crecer. Y como la inversión no depende solamente de los precios relativos y otras variables económicas, sino también del respeto por los derechos de propiedad y la previsibilidad en las reglas de juego, la salida del atolladero pasa a ser más complicada porque el matrimonio Kirchner no inspira la confianza necesaria para atraer capitales de largo plazo. Digamos que el principal problema para salir del actual esquema son ellos mismos. Sus formas de actuar, de construir poder y de manejarlo podrán ser beneficiosas en el corto plazo para sus aspiraciones personales, pero totalmente contradictorias con una Argentina que pretenda crecer en el largo plazo.

La decisión del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, de controlar los precios y la estructura de costos de las empresas muestra claramente que la administración kirchernista ignora por completo la importancia del marco institucional como generador de inversiones. La razón es muy sencilla. Si Moreno asigna su tiempo a analizar los costos de las empresas y a determinar si la utilidad que tienen es correcta o no, surge la gran pregunta: ¿qué es una utilidad correcta para Moreno? ¿Cuál debería ser la utilidad de una empresa en la Argentina considerando esta calidad institucional? Porque es de suponer que Moreno no debe creer que es lo mismo la calidad institucional de Holanda que la de nuestro país. Por lo tanto, las tasas de rentabilidad que se les piden a las empresas en ambos países son totalmente diferentes. A menor riesgo institucional, menor tasa de rentabilidad. A mayor riesgo, mayor tasa de rentabilidad. Salvo que Moreno pretenda inventar la pólvora y establecer que para el inversor es indiferente la volatilidad en la reglas de juego, por lo que pediría misma rentabilidad a una inversión hundida en Holanda o en la Argentina.

De manera que lo que pronosticamos en estas páginas durante meses, lamentablemente, comienza a cumplirse. Estamos en presencia de una lucha por la distribución del ingreso que será imparable sin un cambio de modelo económico. Al mismo tiempo, el cambio de modelo económico requiere de personajes con un manejo del poder totalmente diferente al del matrimonio Kirchner.

El segundo problema que los tiene atrapados es el de la energía. Razonando en forma muy precaria, el Gobierno cree que el precio internacional de la energía no tiene por qué estar ligado al del mercado interno. La creencia del oficialismo es que, si el petróleo se produce acá, no hay razón por la cual deba tener el mismo precio que en el mercado internacional. Lo que falla en este razonamiento es que el capital es escaso y hay costos de oportunidad. ¿Por qué invertir para extraer gas o petróleo en un país en donde el precio es menor al internacional si en otros países se puede obtener el precio internacional pleno? El ejemplo más evidente es el de Evo Morales. Después de hacerse el guapo con sus medidas autoritarias y socialistas, descubrió que no tiene recursos para extraer el gas, lo cual lo lleva a decirle a Cristina Kirchner que no puede cumplir con el envío de gas pactado. Este caso es el mejor ejemplo para que los funcionarios del Gobierno entiendan la relación entre instituciones y crecimiento económico.

El tercer problema, ligado al anterior, es el de los subsidios para sostener artificialmente bajos algunos precios de la economía. En 2007, el Gobierno destinó $ 14.626 millones a subsidiar diferentes actividades, 125% más que en 2006. De esa cifra, $ 8.331 millones fueron a parar al subsidio del sector energético, lo que significó aumentar estos recursos un 107% respecto al año anterior. Es decir, el Gobierno duplicó el subsidio a la energía, pero no solucionó el problema energético. Lo agravó. ¿Por qué? Porque estuvo financiando flujos artificialmente bajos con subsidios mientras, por otro lado, completaba el precio artificialmente bajo de la energía consumiendo el stock de capital del sector.

Con el transporte le ocurrió algo parecido. En 2007, asignó subsidios a ese rubro por $ 4.219 millones, un 125% más que en 2006. Sin embargo, los trenes, subtes y colectivos no han mejorado en la calidad de sus prestaciones. Al igual que en el caso energético, cada vez se gasta más plata para tener peores servicios.

Al sector alimentario, el Gobierno le destinó $ 1.810 millones de subsidios en 2007. Ahora volvemos con las prohibiciones de exportar trigo, limitaciones a las exportaciones de carne, controles de precios y de costos del sector, amenazas, entre otras medidas.

Como podemos ver, el Gobierno se ha metido en un serio problema. Retrasa artificialmente los precios de algunos productos y financia ese retraso con subsidios y consumo de capital, con lo cual el problema no termina de resolverse nunca, sino que se agrava, dado que al disminuir el stock de capital se reduce la oferta, el precio sube y el subsidio tiende a crecer.

Veamos de nuevo el caso de la energía. Al productor de gas interno se le paga U$S 1,7 por millón de BTU. Evo Morales nos vende gasta a U$S 7 por millón de BTU. De todas maneras, como el presidente de Bolivia tampoco nos puede abastecer por falta de inversiones, habrá que recurrir a Hugo Chávez para que nos envíe fuel oil a un costo equivalente a U$S 13 por millón de BTU. Es decir que el Gobierno no quiere que el productor local reciba más de U$S 1,7 por millón de BTU, aunque terminará pagando U$S 13 para importar fuel oil. En rigor, ese sobreprecio no lo pagarán ni Néstor ni Cristina, sino los contribuyentes. Toda una curiosidad de este modelo productivo.

Lo que vemos, entonces, es que cada vez hay más inflación, cada vez es más represivo el control de precios, cada vez pagamos más impuestos, cada vez damos más subsidios para tener menos energía y peor transporte. Cada vez nos enterramos más y nos quieren convencer de que estamos en la cúspide del mundo.

El Gobierno está atrapado, y sin salida, en su modelo económico. La puerta está cerrada porque su manejo del poder bloquea toda posibilidad de salir del embrollo en que nos han metido. © www.economiaparatodos.com.ar

Economia I - Por Ron Paul (Clase 2)

A ver mis cabecitas de ñoquis...

El mito del gasto social

Gabriela Calderón*

Washington (AIPE)- Según el gobierno del Ecuador, entre 2006 y 2007 el gasto social creció en 34%, “beneficiando a los más pobres”. Ese aumento, aunque puede sonar revolucionario, es más bien una continuación del crecimiento a tasas de dos dígitos del gasto público que ha ocurrido en Ecuador en los últimos años.

El Premio Nóbel de Economía James Buchanan nos enseñó que en una democracia la toma de decisiones públicas está sujeta a la presión de grupos de intereses especiales —por ejemplo, sindicatos y empresarios que quieren protección estatal porque no quieren competir en el mercado internacional o los ministerios que buscan acrecentar sus presupuestos. Esos grupos, que pelean por repartirse el pastel del presupuesto nacional, suelen utilizar la más efectiva excusa: “el gasto social que beneficia a los más pobres”.


Pero más gasto social no significa menos pobreza. El economista mexicano Roberto Salinas León resume el mito del gasto social en dos puntos: (1) Aumentarlo no crea riqueza, sólo la transfiere de un lugar a otro y para reducir la pobreza hay que crear riqueza. (2) El problema no es la cantidad de recursos sino su desperdicio por la mala gestión de las entidades públicas. Salinas León informa que en México el aparato estatal consume 75% del “gasto social”, por lo que más bien debería llamarse gasto burocrático.

El problema es la administración de los recursos, no su monto. Entre 2003 y 2007, el llamado gasto social en Ecuador creció 129,7%. Si observamos por separado cada ministerio involucrado en el “gasto social” vemos que los aumentos son impresionantes: entre 2004 y 2007 el presupuesto del Ministerio de Bienestar Social creció en 431,7%, el de Desarrollo Urbano y Vivienda en 214,3%, el de Educación en 64,7%, el de Salud en 76,8% y el del Trabajo en 148,2%. Si consideramos al “gasto social” como una industria, no hay ninguna otra industria en el país que haya experimentado un auge similar.

El primer año del mal llamado “gobierno de la revolución ciudadana” debería llamarse “gobierno de la revolución burocrática”, ya que se ha disparado el gasto público sin mejorar los sistemas de rendición de cuentas. Y lo peor es que ese incremento en el gasto no fue a los bolsillos de los más pobres sino de los asalariados en los distintos ministerios. Por ejemplo, en junio de 2007 el Ministerio de Educación y el de Salud gastaron 74% y 50%, respectivamente, de su presupuesto en pagos al personal.

Presentar la cifra de los gastos “sociales” como un triunfo para los más pobres es una broma cruel. El triunfo en la gestión de un gobierno se debe medir con resultados concretos, tales como, crecimiento económico, reducción de la pobreza, acceso a servicios básicos, acceso a la vivienda, etc. El gobierno ecuatoriano se limita a presentarnos un reporte de gastos. ¿Será que no hay resultados positivos que mostrar?

Así vemos que la tasa de crecimiento del Ecuador es apenas 2,65%, mientras que Perú creció 7% y Colombia 6,6%. Lamentablemente, aumenta el costo del consumo popular, pero los pobres no tienen más oportunidades de salir de su pobreza.

____*Editora de ElCato.org (www.elcato.org)

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Homenaje a Ronald Reagan

Primer discurso de investidura
Por Ronald Reagan Traducido por Antonio Mascaró Rotger
Martes 20 de enero de 1981.

Sugiero que el lector se ubique en el tiempo y lugar de dicho discurso, plena guerra fria, mundo bipolar, Estados Unidos decaído moral y económicamente.



Senador Hatfield, Sr. Presidente del Tribunal Supremo, Sr. Presidente, Vicepresidente Bush, Vicepresidente Mondale, Senador Baker, Speaker O'Neill, Reverendo Moomaw y compatriotas.

Para unos pocos de los que estamos hoy aquí esta es una solemne y memorable ocasión; y sin embargo, en la historia de nuestra Nación, es algo que ocurre con normalidad. La transferencia ordenada de la autoridad, tal como establece la Constitución, tiene lugar tal como ha sucedido durante casi dos siglos y pocos de nosotros nos paramos a pensar cuan singulares somos realmente. A los ojos de muchos en el mundo, esta ceremonia cuatrienal que nosotros aceptamos como algo normal no es sino un milagro.

Sr. Presidente, quiero que nuestros compatriotas sepan lo mucho que hizo usted para mantener esta tradición. Por virtud de nuestra cortés cooperación en el proceso de transición, usted le ha enseñado a un mundo expectante que somos un pueblo unido comprometido a mantener un sistema político que garantiza la libertad individual en mayor medida que cualquier otro y yo le agradezco a usted y a su equipo por toda la ayuda prestada en el mantenimiento de la continuidad, que es el baluarte de nuestra República. Los asuntos de nuestra nación siguen adelante. Estos Estados Unidos se enfrentan a una aflicción económica de grandes proporciones. Sufrimos la más larga y una de las peores inflaciones sostenidas de nuestra historia nacional. Distorsiona nuestras decisiones económicas, penaliza el ahorro y quiebra a los esforzados jóvenes y a los jubilados por igual. Amenaza con destrozar las vidas de millones de nuestra gente.

Industrias ociosas mandan trabajadores al paro, causando miseria humana e indignidad personal. A aquellos que sí trabajan, se les niega una recompensa justa por su trabajo mediante un sistema fiscal que penaliza el éxito y evita que mantengamos una plena productividad.

Pero, grande como es nuestra presión fiscal, no se ha mantenido a la par con nuestro gasto público. Durante décadas, hemos acumulado un déficit tras otro, hipotecando nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos por la conveniencia temporal del presente. Continuar esta larga tendencia es garantizar tremendos cataclismos sociales, culturales, políticos y económicos.

Ustedes y yo, como individuos, podemos, mediante el crédito, vivir más allá de nuestras posibilidades, pero sólo por un periodo de tiempo limitado. ¿Por qué, entonces, deberíamos pensar que colectivamente, como una nación, no estamos sujetos a esa misma limitación? Debemos actuar hoy para poder mantenernos mañana. Y que nadie se llame a engaño: vamos a empezar a actuar, a partir de hoy mismo.

Los males económicos se han cernido sobre nosotros a lo largo de varias décadas. No desaparecerán en días, semanas o meses, pero desaparecerán. Desaparecerán porque nosotros, como americanos, tenemos la capacidad ahora, como la hemos tenido en el pasado, de hacer lo que haga falta hacer para preservar este último y mayor bastión de la libertad.

En esta crisis actual, el gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema. De vez en cuando, hemos estado tentados a pensar que la sociedad se ha vuelto demasiado compleja para ser manejada por el autogobierno, que el gobierno en manos de una elite es superior al gobierno de, para y por las personas. Pero si nadie de nosotros es capaz de gobernarse a si mismo, ¿quien de nosotros tiene la capacidad de gobernar a otro? Todos nosotros juntos, dentro y fuera del gobierno, debemos soportar el peso. Las soluciones que debemos buscar han de ser equitativas, sin señalar a un grupo para que pague el precio más alto.

Oímos mucho acerca de los grupos de interés. Nuestra preocupación debe dirigirse a un grupo de interés que ha sido desdeñado durante demasiado tiempo. No conoce límites sectoriales o étnicos ni divisiones raciales y cruza las líneas políticas. Se compone de hombre y mujeres que cultivan nuestros alimentos, patrullan nuestras calles, trabajan en nuestras minas y en nuestras fábricas, educan a nuestros hijos, cuidan de nuestros hogares y nos curan cuando estamos enfermos: profesionales, industriales, tenderos, encargados, taxistas y camioneros. Ellos son, en pocas palabras, "Nosotros el pueblo", este pueblo conocido como los americanos.

Bueno, el objetivo de esta administración será una economía sana, vigorosa y creciente que ofrezca igualdad de oportunidades a todos los americanos sin barreras surgidas del racismo o de la discriminación. Volver a poner América a trabajar significa volver a poner a todos los americanos a trabajar. Acabar con la inflación significa liberar a todos los americanos del terror de los costes de vida desbocados. Todos debemos tomar parte en el trabajo productivo de este "nuevo comienzo" y todos debemos compartir el botín de una economía revitalizada. Con el idealismo y la justicia que son el corazón de nuestro sistema y nuestra fuerza, podemos tener una América fuerte y próspera en paz consigo misma y con el mundo.

Así que, mientras empezamos, hagamos inventario. Somos una nación que tiene un gobierno, no al revés. Y esto nos hace especiales entre las naciones de la Tierra. Nuestro gobierno no tiene ningún poder excepto los que le otorga el pueblo. Es hora de corregir y dar marcha atrás el crecimiento del estado que muestra signos de haber crecido más allá del consentimiento de los gobernados.

Es mi intención restringir el tamaño e influencia del aparato federal y pedir el reconocimiento de la distinción entre los poderes otorgados al Gobierno Federal y aquellos reservados a los Estados o a las personas. Todos necesitamos recordar que el Gobierno Federal no creó a los Estados; los Estados crearon el Gobierno Federal.

Para que no haya malentendidos; mi intención no es deshacerme del Estado. Es, por el contrario, hacer que funcione; que funcione con nosotros, no sobre nosotros; que esté a nuestro lado, no que cabalgue a nuestras espaldas. El Estado puede y debe ofrecer oportunidades, no ahogarlas; fomentar la productividad, no suprimirla.

Si nos fijamos en la respuesta a por qué, durante tantos años, conseguimos tanto, prosperamos como ningún otro pueblo en la Tierra, es porque aquí, en esta tierra, liberamos la energía y el genio individual de cada hombre en mayor medida que se había hecho jamás. La libertad y la dignidad del individuo han sido más asequibles aquí que en ningún otro lugar de la Tierra. El precio de esta libertad a veces ha sido elevado, pero nunca nos hemos negado a pagar ese precio.
No es por casualidad que nuestros problemas actuales sean paralelos y proporcionales a la invención e intrusión en nuestras vidas que se derivan del innecesario y excesivo crecimiento del Estado. Es hora de que nos demos cuenta de que somos una nación demasiado grande para limitarnos a sueños pequeños. No estamos condenados, como algunos quisieran hacernos creer, a un declive inevitable. Yo no creo en un destino que vaya a cernirse sobre nosotros hagamos lo que hagamos. Yo creo en un destino que se cernirá sobre nosotros si no hacemos nada. Así que, con toda la energía creativa a nuestra disposición, empecemos una era de renovación nacional. Renovemos nuestra determinación, nuestro coraje, nuestra fuerza. Y renovemos nuestra fe y nuestra esperanza.

Tenemos todo el derecho a tener sueños heroicos. Los que dicen que vivimos en una época en la que no hay héroes no saben donde mirar. Podéis ver héroes cada día yendo y viniendo de las puertas de las fábricas. Otros, un puñado, producen suficiente comida para alimentarnos a todos nosotros y parte de extranjero. Podéis encontraros con héroes al otro lado del mostrador, a ambos lados del mismo. Hay emprendedores con fe en si mismos y fe en una idea que crean nuevos empleos, nueva riqueza y oportunidad. Son individuos y familias cuyos impuestos mantienen el gobierno y cuyas donaciones voluntarias mantienen la iglesia, las fundaciones benéficas, la cultura, el arte y la educación. Su patriotismo es silencioso pero profundo. Sus valores sostienen nuestra vida nacional.

He usado las palabra "ellos" y "su" al hablar de esos héroes. Podría decir "vosotros" y "vuestro" porque me estoy dirigiendo a los héroes a los que me refiero: vosotros, los ciudadanos de esta bendita tierra. Vuestros sueños, vuestras esperanzas, vuestros objetivos serán los sueños, las esperanzas, los objetivos de esta administración, con la ayuda de Dios.

Reflejaremos la compasión que es una parte tan importante de nuestra forma de ser. ¿Cómo podemos amar nuestro país y no amar a nuestros conciudadanos y amándoles, ofrecerles la mano cuando caen, curarles cuando están enfermos, ofrecerles oportunidades para hacerles autosuficientes para que sean iguales de hecho y no sólo en teoría?

¿Podemos arreglar los problemas a los que nos enfrentamos? Bueno, la respuesta es un inequívoco y enfático "sí". Parafraseando a Winston Churchill, no presté el juramento que acabo de prestar con la intención de presidir durante la disolución de la mayor economía del mundo.

En los días venideros, propondré eliminar las barricadas que han aminorado nuestra economía y reducido nuestra productividad. Se darán pasos encaminados a restablecer el equilibrio entre los diversos niveles de gobierno. Puede que el avance sea lento, medido en pulgadas y pies y no en millas, pero será progreso. Es hora de despertar otra vez al gigante industrial, devolver al gobierno a sus asuntos, y aligerar nuestro punitivo sistema fiscal. Y estas serán nuestras primeras prioridades y, sobre estos principios, no habrá compromisos.

En la vigilia de nuestra lucha por la independencia, un hombre que podría haber sido uno de los más grandes entre nuestros Padres Fundadores, el Dr. Joseph Warren, Presidente del Congreso de Massachussets, dijo a sus compatriotas americanos, "Nuestro país está en peligro, pero no hay que perder la esperanza [...] De vosotros dependen las fortunas de América. Vosotros decidiréis las importantes cuestiones sobre las que se asentará la felicidad de millones que aún no han nacido. Actuad como merecéis hacerlo." Pues bien, yo creo que nosotros, los americanos de hoy, estamos listos para actuar como merecemos hacerlo, listos para hacer lo que hace falta hacer para asegurar la felicidad y la libertad de nosotros mismos, de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. Y mientras nos renovamos en nuestra tierra, en el mundo verán que tenemos más fuerza. Seremos otra vez el modelo de libertad y la antorcha de esperanza para aquellos que ahora no tienen libertad.

Con aquellos vecinos y aliados que comparten nuestra libertad, estrecharemos nuestros lazos históricos y les aseguraremos nuestro apoyo y firme compromiso. Responderemos a la lealtad con lealtad. Nos esforzaremos en conseguir relaciones mutuamente beneficiosas. No usaremos nuestra amistad para imponernos sobre su soberanía, pues nuestra propia soberanía no está en venta. Y por lo que se refiere a los enemigos de la libertad, aquellos que son potenciales adversarios, se les recordará que la paz es la más alta aspiración del pueblo americano. Negociaremos por ella, nos sacrificaremos por ella; no nos rendiremos por ella, ni ahora ni nunca.

Nuestro autocontrol no debería ser malinterpretado. Nuestra reticencia hacia el conflicto no debería ser confundida con una falta de voluntad. Cuando haga falta actuar para preservar nuestra seguridad nacional, actuaremos. Mantendremos la suficiente fuerza para prevalecer si llega el caso, sabiendo que si lo hacemos tendremos la mejor oportunidad de nunca tener que usar esa fuerza. Sobre todo, debemos darnos cuenta de que ningún arsenal, o arma en los arsenales del mundo, es tan formidable como la voluntad y el coraje moral de los hombres y mujeres libres. Es un arma que nuestros adversarios en el mundo de hoy no tienen. Es un arma que nosotros, como americanos, sí tenemos. Que se enteren los que practican el terrorismo y los que rapiñan sus vecinos. Me dicen que decenas de miles de encuentros para rezar tienen lugar en el día de hoy, y me alegro profundamente. Somos una nación bajo Dios, y yo creo que Dios pretendía que fuésemos libres. Sería apropiado y bueno, creo, que en cada Día de Investidura en los años futuros, se declarara un día de plegaria.

Este es la primera vez en la historia que esta ceremonia ha tenido lugar, como se os ha dicho, en la Fachada Oeste del Capitolio. De pie aquí, uno contempla una vista magnífica, abriéndose a la especial belleza e historia de la ciudad. Al final de este espacio abierto están los altares a los gigantes sobre cuyos hombros nos alzamos.

Directamente delante de mí, el monumento a un hombre monumental: George Washington, Padre de nuestro país. Un hombre humilde que llegó a la grandeza a regañadientes. Él llevó América desde la victoria revolucionaria hasta la naciente condición de nación. A un lado, el memorial estatal a Thomas Jefferson. La Declaración de Independencia brilla con su elocuencia. Y, después, más allá del Lago Reflectante, las dignas columnas del Memorial a Lincoln. Quienquiera que entienda en su corazón el significado de América lo encontrará en la vida de Abraham Lincoln.

Más allá de esos monumentos al heroísmo está el Río Potomac, y en la orilla más lejana las colinas inclinadas del Cementerio Nacional de Arlington con sus filas y filas de blancas lápidas con cruces o Estrellas de David. Ellos no son sino una pequeña fracción del precio que se ha pagado por nuestra libertad. Cada una de esas lápidas es un monumento a los tipos de héroes a los que me refería antes. Sus vidas terminaron en lugares llamados Belleau Woods, el Argonne, Omaha Beach, Salerno y al otro lado del mundo en Guadalcanal, Tarawa, Pork Chop Hill, la Reserva Chosin y un centenar de arrozales y junglas de un lugar llamado Vietnam.

Bajo una de estas lápidas yace un joven, Martin Treptow, que dejó su trabajo en una barbería de pueblo en 1917 para ir a Francia con la famosa División Arco Iris. Allí, en el frente occidental, murió mientras intentaba llevar un mensaje entre batallones bajo el fuego de la artillería pesada.

Nos dicen que en su cadáver encontraron un diario. En la hoja de cortesía bajo el título "Mi Promesa", él había escrito estas palabras: "América debe ganar esta guerra. Por lo tanto, yo trabajaré, yo ahorraré, yo sacrificaré, yo me esforzaré, yo lucharé animosamente y sacando lo mejor de mi mismo como si la cuestión de la lucha mundial de mi solo dependiese."

La crisis a la que nos enfrentamos hoy no requiere el tipo de sacrificio que a Martin Treptow y a otros tantos miles se les pidió. Requiere, sin embargo, nuestro mejor esfuerzo, y nuestro deseo de creer en nosotros mismos y de creer en nuestra capacidad de llevar a cabo grandes hazañas; de creer que juntos, con la ayuda de Dios, podemos y resolveremos los problemas a los que ahora nos enfrentamos.

Y, después de todo, ¿por qué no deberíamos creerlo? Somos americanos.

Que Dios os bendiga y gracias.


Fuente: http://www.liberalismo.org/