Pensando en la secesión

Por José Benegas

No creo que pueda obligarse a un país a pensar, a comportarse, a ser lógico. Tampoco me parece que la queja sea legítima en tanto no esté implícita la opción de la ruptura. No se puede sostener una relación de enfrentamiento con un sistema de valores como el que impera y crece en la Argentina de manera eterna si no se está dispuesto en algún momento a desistir y simplemente separarse, seguir un propio camino. La queja agota, pero más agota la queja del que está atado al objeto de su queja.

En los países se vota más o menos dentro de un rango de posibilidades. Está claro que si un cincuenta por ciento de un país llega a votar por los que le roban y mienten en la cara, defienden la pelotudez más insólita sin vergüenza y se dedican a perseguir a los demás el tiempo de la queja está agotado. Acá es donde el sistema político es rígido al punto en el que parece que nos dijera “cállate y seguí votando”. Reemplacemos votar por otro verbo y nos acercamos a la cuestión.


Entonces no estoy pensando en la próxima elección, sino en un divorcio. Si no se está dispuesto a romper entonces la disidencia es pura masturbación. Pienso en mi libertad y en la libertad de todos lo que quieren ser libres. Los que no, allá ellos. Estamos como en 1810 para ver qué hacemos los que queremos hacer nuestra vida sin ser parasitados ni parasitando a los otros. Sin ataduras a lo existente, sin descartar deshacernos de la corona y sin repetir soluciones trilladas del pasado que nos atarían más de lo que nos liberarían.

Deliro un poco en el calor de esto que nos ha dicho la mitad de la Argentina esta noche: “nos encanta esto” ¿Esto les encanta? Hora de hacer las valijas.

Esta es una idea: Un éxodo interno, de todos aquellos que piensan que estamos encaminados en un proyecto neo-nazi y que eso está mucho más allá del umbral de nuestra tolerancia ética. Poco tengo en común con quienes aportaron a este “modelo” su voto. No quiero compartir un pasaporte con ellos. Promover poblar una provincia limítrofe, solo por poner un par de ejemplos Mendoza o Misiones. Con el proyecto de pedir en unos diez años cuando el éxodo se complete la secesión de la Argentina. Que sean felices en el país de Andrea del Boca. Sin nosotros estarán mucho mejor seguro.

Imagino la formación de una fundación cuya misión sea explorar los proyectos de radicación, inversión, lo que haga falta para que las familias se instalen en el nuevo destino. Que promueva los valores de la libertad, que estudie las opciones jurídicas, que elabore los documentos, que efectúe las peticiones.

Lo creo posible. Es algo nuevo, mucho mejor que llorar que es tan aburrido y tapa la nariz.

1 comentarios:

Sergio G. Barrera dijo...

Gracias José ...trasmitis lo que sient y no puedo expresar por calentura. UN ABRAZO