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ANSES: ¿y los jubilados?

Subir, simultáneamente, los costos del capital y los costos del trabajo a la larga, resulta inviable.

COSTOS

Ya mucho se ha escrito y discutido en torno al DNU que modifica las condiciones de accionista minoritario del Estado, a través del ANSES, en empresas privadas de capital abierto.

Y la falacia de todos los argumentos oficiales ha quedado al descubierto rápidamente.

En apretada síntesis:
  1. El ANSES “heredó” las condiciones de inversor previsional de largo plazo de las AFJP. La característica principal de ese inversor, no es la de intervenir en el manejo estratégico de las empresas, sino tratar de maximizar el valor de su capital invertido en el largo plazo. En ese sentido, no conviene la distribución de dividendos –que implica sacar la plata de la empresa, y reducir su capacidad de crecimiento futuro, al transferirles el dinero a sus accionistas, en particular a los mayoritarios- .
  2. Agregar uno o dos directores más, en minoría, no cambiará demasiado las decisiones de las empresas, salvo presiones adicionales a las que ya reciben por otros carriles. (Más allá de algún beneficio “particular”, por un cargo, o por manejar información confidencial de las empresas).
  3. Los problemas generales de los accionistas minoritarios, en la Argentina, si los hay, no son resorte del ANSES, sino de la CNV y de los marcos regulatorios.
  4. Esto se ha convertido en una operación más de marketing político –nos enfrentamos a las corporaciones empresarias. Se acabó el Estado bobo, etc.- sin consecuencias prácticas a favor de los futuros jubilados –ya los estafaron con los bonos ajustables por CER y con la expropiación de sus ahorros-, o de los actuales –les liquidan mal las jubilaciones diferentes a la mínima, y se acumulan juicios-. Sin contar que el famoso Fondo de Garantía de Sustentabilidad, por su monto y gran componente de deuda pública, ni garantiza nada, ni es sustentable.
Pero lo que no refleja esta discusión, es el efecto “macro” de esta decisión.

En ese sentido, lo más grave de todo este nuevo circo beat del oficialismo, es que, otra vez, el gobierno se “cacarea” en el orden jurídico y decide, mediante un DNU, saltear al Congreso, que está en funciones, o debería estarlo, si no fuera por la complicidad de parte del arco opositor, y parte del poder judicial.

Este nuevo DNU, se suma a las órdenes telefónicas de los funcionarios. A las multas inexplicables a la libertad de trabajo y opinión de consultoras económicas. A las prohibiciones de exportar o importar, más allá del normal “comercio administrado” que rige en el mundo. A la arbitrariedad intervencionista.

Todo esto no hace más que elevar absurdamente los costos de capital en la Argentina.

Tan absurdamente, que nuestro país ya retrocedió varios puestos en la recepción de inversión extranjera directa. Mientras los locales siguen fugando capitales (al contrario de lo que pasa en el resto de la región).

Si repasan la información periodística de estos meses, las escasas inversiones que se anuncian tienen un “regalo” para compensar el alto costo del capital derivado de las propias acciones del Gobierno.

O se financian con el Fondo del Bicentenario. O se derivan de una protección especial que pagamos todos los argentinos con sobreprecios. O son resultado de algún régimen marketinero de intercambio de exportaciones –que se iban a realizar de todas maneras- por importaciones –que no deberían estar prohibidas-.

O responden a una decisión estratégica de una compra muy “barata”. O son de muy corta recuperación.

Pero como los regalos crediticios o los regímenes especiales no alcanzan para todos, para el resto, el costo del capital está aumentando sustancialmente.

Todo aumento del costo de capital, tiene que terminar, tarde o temprano, en una baja del costo del trabajo.

Esa baja del costo del trabajo se logra con fuertes ganancias de productividad –obviamente, incompatibles con la situación descripta y el “clima” general de una sociedad maximizando la fiesta de corto plazo- o, como siempre, con una devaluación que reduce el costo laboral y el gasto público en la moneda de reserva, cada vez que la aventura populista se exacerba y hace crisis.

Obviamente, la debilidad del dólar, las bajas tasas de interés, los buenos precios de la soja, en medio de una “revolución de las cantidades” demora y aleja ese momento.

Pero la economía privada “libre de regalos” hace rato que no crea empleo.

La pública, sigue creando empleo ineficiente y baja aún más la productividad, y cada medida que toma el gobierno, como se expresara, aumenta los costos del capital y del trabajo (por el intento de modificar la distribución del ingreso en forma artificial).

En síntesis, las actuales condiciones internacionales mantienen la fuerza por la revaluación del peso, mientras el gobierno K. se encarga de compensar dicha tendencia de la peor manera, desalentando la inversión externa y local genuina, y elevando los costos del capital y del trabajo. Si no se cambia el rumbo y se “profundiza” el modelo, el final es conocido. Pero la dinámica, como siempre…es otro precio.

Enrique Szewach. http://www.szewachnomics.com.ar/

Viva la mediocridad

La Argentina se ha convertido en un país condenado a una miseria igualitaria, que no aspira al progresos infinito de cada individuo sino a la pobreza controlada de todos.

"El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y el evangelio de la envidia; su intrínseca virtud consiste en la equitativa distribución de la miseria." Winston Churchill

"Pero si uno se acuerda –y discúlpenme, voy a tomar un ejemplo que a muchos no les va a gustar– pero por ejemplo vi crecer la Villa 31 desde 1995 porque fue la fecha en la que comencé a ser Legisladora Nacional. Entonces, todas las semanas, desde 1995 al año 2003, pasaba semanalmente desde Aeroparque para ir a mi casa y luego a la Legislatura Nacional por la Villa 31. Yo me acuerdo que era en su origen chaperío y cartón, prácticamente, y hoy, lo que es eso que a muchos tampoco les gusta, revela también como ha crecido la República Argentina."

Este es un párrafo textual de parte de lo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo hace unos días en el acto por la apertura de sobres para la obra hidroeléctrica en Santa Cruz.

De los muchos monumentos discursivos a la mediocridad que hemos tenido en los últimos tiempos, éste debe ocupar uno de los lugares preponderantes entre las estelares palabras que alaban el conformismo y la miseria, en la medida en que sean generalizados.

Considerar un "avance" que el caserío conocido como Villa 31 ahora sea una construcción amorfa y cientos de veces más peligrosa que antes, toda vez que ha ganado en altura, sin ninguna norma de seguridad ni de urbanización que la rija, es tener en mente un perfil de país gris, condenado a una miseria igualitaria, que no aspire al progreso sino infinito de cada individuo sino a la pobreza controlada de todos.

"Tu casa ya no será de chapa, pero seguirás en la Villa", ese es el mensaje oculta detrás de las palabras de la presidente. "Para que te asegure que el cartón mojado por la lluvia no se desplome en la cabeza a tus hijos, vas a tener que entregarme tu futuro, tus sueños y tu posibilidad de llegar adonde tu esfuerzo te lleve" Esa transacción vil, esa compra prostituta de la ilusión es el verdadero germen del socialismo. El erradicar de la mente de las personas -de las más humildes antes que ninguna otra- la creencia de que apoyados en su estima personal y en el manejo de las libertades civiles que asegura la Constitución, pueden llegar tan lejos como las lleven sus sueños, es el pecado más cruel del reglamentarismo estatista.

A la presidente le convendría ver la película "En busca de la felicidad", protagonizada por Will Smith, que relata los hechos de la vida real de un joven negro norteamericano sin un céntimo en el bolsillo y que alcanza a ser uno de los personajes "Fortune 500". Y que no se diga que ésa es una historia aislada de la que se dan una en un millón. Se da una en un millón en un país con las restricciones a la libertad que tiene la Argentina. Pero en un país como los Estados Unidos, en donde el "derecho a buscar la felicidad propia" fue uno de los tres (los otros dos son la libertad y la vida) cuyo atropello originó el episodio de la independencia, esos ejemplos se multiplican por millones. Sí, sí: por millones… Es más, la multiplicación de esas historias podría tomarse como relato de la historia del país. Allí el 85% de los millonarios y casi el 70% de los billonarios son casos de "self-made man".

Pero hay que tener mucha fe en las capacidades del ser humano individual y, al contrario, hay que tener mucha humildad respecto de lo que puede hacerse desde la burocracia estatal para hacer eso. Aquellos engreídos que asumiéndose como semidioses venden el discurso de llegar a los sillones públicos para darle de comer en la boca a la gente producen una atrofia irremediable en la capacidad humana de soñar. De repente todo el mundo cree que el Sr o la Sra. le solucionaran su vida. Primero lo creen y luego lo exigen.

Por supuesto que la realidad es muy distinta. En ella, todo el mundo, (salvo el círculo de privilegiados del poder y sus amigos) cae en una pobreza gris, con la pretensión de que dicha escasez sea cada vez más igualitaria. Mientras, los que llegan al poder, con el verso de cobijar a todo el mundo bajo las bellezas del socialismo, son los que se llenan de oro manipulando los recursos públicos como si fueran propios y encima con la pretensión de que se los aplauda porque todo lo hacen en nombre de la "igualdad social".

Tenemos a la vista adónde nos ha llevado esta mentalidad, estos discursos y estos métodos: el país del futuro en el año del Centenario, es el país de la Villa 31 en el año del Bicentenario. Uno está tentado de creer que adelantaríamos 200 años si atrasáramos 100.

Hasta que la sociedad no se convenza de que son las fuerzas individuales, en un contexto de civilización jurídica, las que producen progreso, las que hacen a los países multicolores y diferentes, la Argentina seguirá transitando este camino de medianía que ya no es de chapa ni de cartón, sino de ladrillos y cemento, materiales aun más fuertes para resistir la tentación de cambiar.

Y si nos hiciera falta un ejemplo veamos el reflejo que nos entrega quizás el costado más triste de la sociedad, el de los jubilados. Hoy más del 73% de los jubilados argentinos cobra "la mínima" que con el aumento recientemente otorgado pasará a ser de $ 893. Se trata de casi 4 millones de personas. Al finalizar 2002 quienes estaban en ese escalón más bajo eran aproximadamente un tercio del total. En diciembre de 2003, cuatro de cada diez cobraban la mínima y, a partir de allí -cuando Kirchner llegó al poder-, la proporción se fue elevando.

Se trata de otro de los notables logros del socialismo al que adhirió la Argentina. El socialismo ha inyectado en la sangre argentina la droga de la subestimación individual, del rechazo a la autoestima y de la desconsideración por la dignidad humana. También nos ha hecho creer que haciéndonos caer a todos en una miseria igualitaria es posible reducir las quejas y los dolores de la miseria. El socialismo se nutre en el refrán "mal de muchos, consuelo de tontos". Y quizás sea, lo que ha ocurrido con las jubilaciones, el ejemplo más sintomático de lo que este despropósito le propone a la sociedad a la que toma como víctima. Allí puede verse con claridad cuál es el perfil que nos espera a todos si no dejamos de consumir esta droga.

El achatamiento fenomenal de los ingresos jubilatorios es otra prueba de esta filosofía del fracaso. Ha condenado a millones de personas a una igualdad ofensiva que no solo significa un divorcio de la diversidad de ocupaciones que esas personas tenían en su vida activa, sino que ha consagrado el principio de que vale lo mismo el que ha trabajado y aportado mucho, que el que no ha trabajado ni aportado nada.

La admisión en el sistema de personas que tenían muy pocos aportes o, incluso, absolutamente, ninguno, es la prueba más evidente del convencimiento filosófico del socialismo, que prefiere desmoronar el mérito y destruir el esfuerzo con tal de hacer demagogia con los que no hicieron nada para merecer un presente mejor.

¿Qué nivel de "desigualdades" se podían anotar en el paupérrimo y estafador sistema jubilatorio argentino, de todos modos? Aun los que cobraban jubilaciones más altas, también habían sufrido el robo de sus aportes y la absoluta degradación de su nivel de vida. Pero el socialismo no ha querido dejar ni eso en pie. Ahora son todos paupérrimos de $ 893.

Todos sabíamos –y sabemos- dónde estaban las desigualdades jubilatorias verdaderas. Estaban en manos de los que usufructúan este sistema de demagogia que además de robar los recursos públicos de nuestros bolsillos pretenden que los aplaudamos por ayudarnos a ser "iguales". Ellos sí tienen jubilaciones de privilegio por sus insondables "servicios a la Patria". Ahora, nosotros, que pagamos el puchero con el trabajo verdadero, estamos condenados a "la mínima". ¡Lindo sistema el socialismo! Resulta francamente insultante que un país con las posibilidades de la Argentina haya adherido a esta filosofía del atraso y de la envidia.

No hay peor injusticia que tratar como iguales a los que no los son. Y tampoco camino más corto para que los que no son iguales a los demás pierdan sus pocas expectativas de imitarlos.

Con este tipo de mensajes, las mejores mentes y los mejores brazos se cansaran de ser utilizados como mano de obra esclava para beneficiar a quienes no transpiran su sudor y quienes no soportan sus presiones.

Esos costos son demasiado altos como para que, luego, las retribuciones de la vida sean iguales para todos por el imperio de la envidia socialista.

Y sin esos brazos y mentes brillantes no solo ellos sino todos estaremos condenados al fracaso de las villas de ladrillo y a los ingresos de 800 pesos. ¡Gracias socialismo por tu inconmensurable aporte a la miseria gris que todos (excepto tus privilegiados de siempre) compartimos por igual!

Carlos Mira
© www.economiaparatodos.com.ar

Cómo venderles un buzón a gobernadores e intendentes

El anuncio presidencial de la coparticipación de los derechos de exportación de la soja no deja de ser, en gran medida, un chiste de mal gusto.

Si yo fuera intendente o gobernador no me apuraría a festejar el anuncio de la presidente Cristina Fernández de Kirchner sobre la coparticipación de los derechos de exportación a la soja. Es que quienes anunciaron la medida han dado acabadas muestras de no tener códigos ni límites para lo que hacen.

En primer lugar, si yo fuera intendente o gobernador me sentiría mal por ser usado por Néstor para enfrentarme con los productores agropecuarios. Que hay una clara intención política al respecto lo confirma el hecho de que lo que van a coparticipar son solamente los derechos de exportación de la soja. Si los K son tan federales y dadivosos, ¿por qué solo la soja y no todos los derechos de exportación? Claro, la soja es el tema central de debate y por eso se limitaron a coparticipar el impuesto de esa exportación. Para tratar de descolocar al campo. En esta medida no hay ni concepto de solidaridad ni de federalismo, hay solo una ambición de intentar el enfrentamiento de la sociedad. Ya lo hicieron con la Mesa de Enlace, adelantando las elecciones y mil ejemplos más.

Además siempre buscan confrontar diciéndole a la gente que hay pobres porque otros tienen mucho. Es el típico discurso demagógico para quitarse de encima la responsabilidad que les cabe por destruir de tal manera la economía del país que han generado más pobreza e indigencia. ¿Cómo hacen Néstor y Cristina para relacionar la pobreza del conurbano bonaerense con el agro? ¿Acaso los pobres que viven en la Matanza trabajan bajo formas de explotación en algún campo de la zona? Los pobres que Cristina descubrió en Tartagal, ¿trabajan en algún campo de Pergamino, Junín o Azul y son explotados por la “oligarquía vacuna”, o son el producto de la incapacidad que tiene el matrimonio para generar políticas públicas de crecimiento y mejora en la calidad de vida de la gente?

En segundo lugar, viendo la capacidad que tiene Néstor para decir una cosa un día y hacer la contraria al siguiente, si yo fuera gobernador o intendente me preguntaría si, luego de las elecciones, Néstor no le hará firmar a Cristina otro DNU eliminando la coparticipación de las retenciones a la soja. No vaya a ser cosa que se ilusionen y luego les digan: ¿vos te creíste en serio que te iba a dar parte de mi caja?

En tercer lugar, si yo fuera gobernador o intendente, pensaría si lo que Néstor y Cristina me pueden llegar a dar por la coparticipación de las retenciones a la soja no me lo quitarán de las transferencias no automáticas. Como se sabe, hay dos tipos de transferencias de la Nación a las Provincias. Una es por coparticipación, que es automática, y la otra es de acuerdo al paladar del Ejecutivo. Estas segundas son transferencias no automáticas de la Nación a las provincias. El año pasado la Nación le transfirió recursos no coparticipables a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires $ 7.536 millones. Según Cristina, las provincias recibirán unos $ 6.520 millones por este ataque de generosidad de Néstor. Si es así, en una de esas le dan los $ 6.520 millones pero les quitan los $ 7.536 de transferencias no automáticas. ¿Es capaz Néstor de hacer semejante cosa? ¿Le cabe alguna duda al lector? Así que si yo fuera gobernador o intendente no me apuraría a descorchar el champagne y menos a aplaudir porque Néstor, usando la boca de Cristina, es capaz de inventar cualquier excusa para quedarse con la caja. Dicho de otra forma, no me extrañaría que les estén vendiendo un buzón a gobernadores e intendentes.

Claro que todo esto queda subordinado al resultado de las elecciones. Quiero decir, suponiendo que Néstor se presente a las elecciones, es casi seguro que pierden la mayoría en el Congreso. Digo que es casi seguro porque la realidad es que hoy no sabemos si Cristina es presidente porque consiguió los votos o porque los inventaron. Es que las elecciones del 2007 fueron tan poco transparentes y Cristina salió a anunciar su victoria cuando recién se habían escrutado oficialmente solo el 12% de las mesas de la provincia de Buenos Aires, que viendo el comportamiento que tienen uno se siente con alguna inclinación a dudar de la legitimidad del resultado, ergo, ¿quién puede asegurar que Néstor pierde las elecciones en junio o en octubre?

Pero si hay un control eficiente del acto electoral todo indica que ni siquiera en la provincia de Buenos Aires tiene asegurada la victoria. Es llamativo que si Néstor está tan seguro de que va a ganar en Buenos Aires, todavía no haya formalizado su candidatura. Como muy bien me hacía notar Jorge Giacobbe, si alguien mide bien en las encuestas, se queda quieto y no hace grandes anuncios como el adelantamiento de las elecciones, esto de la coparticipación o la modificación de la ley de radiodifusión. Con los líos que hay en el país, dedicarse a estas pavadas indica que, o viven en la Luna o están intentando de todo para ver si Néstor puede mejorar en las encuestas.

Lo cierto es que, de no haber fraude, Néstor pierde la mayoría en el Congreso. Si pierde la mayoría, se acaban los superpoderes, la caja y cuanto capricho le pase por la cabeza. Sin poder manejar el país como un autócrata y en el medio de un lío económico fenomenal, tal vez le dejen el incendio a otro y la coparticipación de las retenciones pase a ser historia como lo fueron los U$S 20.000 millones de inversiones chinas, los créditos para inquilinos, el canje de bicicletas y calefones y demás delirios que hemos vivido en los últimos 6 años.

En definitiva, todos sabemos que el problema no pasa solamente por coparticipar los derechos de exportación, sino que pasa por dejar de pisotear al campo para que pueda producir. Con este anuncio el campo va a seguir agonizando, la actividad económica continuará cayendo y los conflictos de las provincias e intendencias se irán agravando. Salvo, claro está, que Cristina piense que con el canje de bicicletas va a producir una explosión de crecimiento.

© www.economiaparatodos.com.ar

En junio o en octubre la crisis igual los acorrala

Por más que intenten ganar tiempo manipulando el calendario electoral, el descalabro económico les terminará costando caro a los Kirchner.

“¿Por qué adelantan tanto las elecciones? ¿Qué le pasa a la burocracia política?
¿Tienen miedo de perder que separan las elecciones?”
Néstor Kirchner en Catamarca, 10 días atrás.


Hasta donde yo sé, no he tenido noticias de que algún país en el mundo esté adelantando las elecciones por la crisis internacional. Es más, en pleno estallido de la crisis, en EE.UU. continuaron su cronograma electoral y tampoco adelantaron la entrega del mandato. En cambio si recuerdo que los dislates económicos de Alfonsín lo llevaron a adelantar las elecciones y a armar un plan primavera para aguantar hasta el acto electoral, plan que terminó con un resultado catastrófico. Al punto que no solo adelantó las elecciones sino también adelantó la entrega del poder.

Para los Kirchner la crisis internacional sirve para explicar cualquier cosa, hasta que es necesario adelantar las elecciones porque no se puede gobernar en medio de la campaña electoral. Del matrimonio se puede esperar cualquier cosa y hasta son capaces de violar la Constitución con tal de salir lo menos heridos posibles de la derrota electoral.

Es evidente que el descalabro económico que han hecho en el país Néstor y Cristina es de tal magnitud que se confirman los pronósticos que si no les estallaba el país antes de octubre, en ese mes iban a perder por goleada. Ahora bien, ¿podrán evitar perder por goleada adelantando las elecciones?

Sin duda que llegar a octubre les iba a generar un desgaste político mucho mayor al que tienen hoy, sin embargo, nada indica que: a) tal anuncio no desprestigie más al matrimonio ante los ojos de la sociedad, porque si bien todavía no se subieron al helicóptero, es como si lo hubieran hecho pero en forma disimulada. El mensaje que le han dado a la sociedad es que no están en condiciones de gobernar hasta octubre. Que no tienen respuestas para resolver los problemas y b) que la crisis económica no pueda acelerarse.

Desde el punto de vista de la gobernabilidad, si hoy, teniendo una precaria mayoría en el Congreso no están en condiciones de enfrentar la crisis, la pregunta es: ¿qué harán si, como es previsible, pierden más legisladores de los que ponen en juego? ¿Qué van a decir entonces? ¿Que por la crisis internacional no se puede gobernar con un Congreso en el que no tienen mayoría y lo van a cerrar?

Pero supongamos que el resultado electoral no les es tan adverso al adelantar las elecciones (si es que consiguen la ley correspondiente). Por más que tengan un Congreso a favor, las barbaridades económicas tienen los mismos efectos con mayoría parlamentaria que sin ella. Puesto de otra manera, si cuando tenían mayoría absoluta en ambas Cámaras llevaron el país a la inflación y a la fuga de capitales, no veo ninguna razón para que, con la misma receta económica, puedan evitar que en octubre el país sea un descalabro económico, social y político más allá del resultado electoral de junio, si es que se hacen las elecciones en forma anticipada. ¿Qué harán en octubre, una vez que se hayan hecho las elecciones y el país sea un caos? ¿Llamarán a elecciones presidenciales dos años antes? Difícil, porque si hoy le tienen miedo a las elecciones de octubre por la forma en que puede llegar la economía, en octubre, sin el fusible de adelantar las elecciones legislativas, lo único que les quedará será tomarse el helicóptero porque para ganar las presidenciales tendría que ocurrir un milagro. En ese caso, y teniendo en cuenta que en el mundo de Néstor todo es posible, no me extrañaría que, de obtener la primera minoría en junio, en octubre, con el país dislocado, utilizando alguno de los argumentos ridículos que suelen usar, le tiren el país incendiado a Cobos. Siempre van a encontrar una excusa delirante para argumentar que aun teniendo la primera minoría, legitimados por la sociedad, manos oscuras conspiran contra ellos y no los dejan gobernar. Una forma de subirse al helicóptero sin decir que se suben. No digo que esto vaya a ocurrir sí o sí, pero Kirchner ha dado acabadas pruebas de cinismo como para hacer cualquier usando los argumentos más desopilantes.

Raúl Alfonsín, a quien los Kirchner están imitando, solía decir que con la democracia se come, se cura y se educa. Típica frase de tribuna vacía de contenido. Los Kirchner nos dicen que ahora hay que votar rápido para solucionar los problemas económicos. El voto es una forma de elegir los administradores pero por sí solos no resuelven los problemas. Luego de los votos vienen las políticas públicas que son las que definen el futuro del país. Y eso es lo que les falta a los Kirchner. Políticas públicas que permitan crecer y mejorar la calidad de vida de los argentinos. En infinidad de oportunidades los Kirchner han demostrado un fuerte desprecio por los derechos de propiedad, por lo tanto, salga como salgan las elecciones anticipadas, los Kirchner seguirán espantando las inversiones, con lo cual se condena a la gente a más pobreza.

Veamos algunos de los problemas económicos pendientes. En primer lugar el tema fiscal. El problema fiscal va a estar ahora y en octubre. Pero en octubre seguramente serán más graves y, por lo tanto, Cristina no podrá argumentar que por la campaña electoral no puede gobernar.

El tema cambiario es otro dato. La fuga de capitales puede acelerarse ahora ante la anticipación de las elecciones dada la incertidumbre. Dicho en otras palabras, el que hasta hoy estaba apostando a la tasa para ganarle al dólar especulando con el aire que le daban los casi 8 meses hasta las elecciones en octubre, puede dar vuelta su posición antes y generarle una corrida financiera y cambiaria que igual los hubiese agarrado en agosto o septiembre. Es más, considerando el deterioro del tipo de cambio real, anticipar la compra de dólares antes de las elecciones luce como la alternativa más lógica. Si a Néstor le va bien en las elecciones la devaluación del peso es inevitable, y si le va mal también es inevitable. En el primer caso por fuga de capitales y en el segundo también por fuga de capitales dada la debilidad con que quedará Cristina.

El problema de la desocupación se va a agravar en los próximos meses, pero en octubre puede ser mayor. ¿Qué hará Cristina en ese caso, porque las elecciones legislativas ya no la desconcentrarán?

Y así podríamos seguir con el tema recesión, deuda pública y distorsión de precios relativos. Francamente no veo ninguna genialidad en adelantar las elecciones por parte de Néstor. Y no la veo porque, salvo que Cristina se tome el helicóptero antes, tendrá que hacerse cargo de la crisis económica que generaron.

Supongamos que el 28 de junio a la noche el oficialismo pierde las elecciones. ¿Cambiará el matrimonio su política económica? ¡Ni soñando!

Supongamos que el 28 de junio Néstor puede mostrar una victoria a lo Pirro. El país irá más rápidamente a la crisis porque sentirá que puede seguir haciendo barbaridades económicas sin tener que asumir los costos.

Por más que adelanten las elecciones y que digan que el mundo nos vino a complicar y demás argumentos infantiles, la crisis los va a devorar políticamente, sean las elecciones en junio o en octubre.

Lo que si han demostrado una vez más con este intento de adelantar las elecciones, es el profundo desprecio que tienen por las instituciones y la desmedida ambición de poder que los domina. © www.economiaparatodos.com.ar

En manos de la divina providencia

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

La ignorancia de Néstor Kichner obliga a los argentinos a encomendar su destino a los designios de Dios.

Todo parece indicar que la genialidad que inventaron en el Gobierno para vender autos cero kilómetro no tuvo el resultado esperado. De acuerdo a los datos informados, en enero se patentaron 12.000 autos menos que en el mismo mes de 2008.

Este dato en sí mismo no dice todo. En efecto, representantes de concesionarias de autos están pidiendo que el plan del Ejecutivo se extienda a vehículos de mayor valor: en vez de un límite de $ 50.000, piden que sean de hasta $ 120.000. Como en los autos de la franja más alta generalmente implican un cambio de unidad, la otra modificación necesaria para que eventualmente pueda funcionar el sistema ideado por el gobierno requiere que se elimine la restricción de que el que compra el auto no haya comprado otro auto y sea el primero o el primero en no sé cuántos años.

¿Qué nos está indicando este dato? Que el segmento de la población a la que apuntó el demagógico plan venta de autos no demandaba autos cero kilómetro como primera prioridad. En realidad, no hace falta ser un genio para darse cuenta que semejante proyecto no tenía la más mínima lógica. Es que quien compra un auto, en el que hasta el volante puede ser opcional, tiene un ingreso limitado. En este momento en que la inflación le come el ingreso a la gente y además tiene miedo de perder su trabajo, era previsible que no podían ser muchos los que se lanzaran a pagar una cuota con sus ingresos derretidos por la inflación y, encima, pagar la patente, mantenimiento, gastar en nafta, etc. Por otro lado, hay otro problema que no es menor, los planes cerrados ajustan trimestralmente por el valor del auto. Mientras esté Moreno en su cargo, el valor del auto se mantendrá quieto, pero el día que no esté más, se acaba el dibujo del precio y la cuota puede llegar a ser impagable.

Tampoco me queda muy claro que si el plan se extiende a autos de mayor valor el sistema pueda funcionar. Cuento una experiencia personal. Averiguando para cambiar mi auto, un Toyota Corolla, fui a varias concesionarias de Toyota. En dos de ellas (una en la que había comprado el que tengo) me dijeron que no tomaban mi auto como parte de pago porque no podían vender los usados que ya tenían y en otro lo tasaban los suficientemente bajo como para desestimular la operación. Desde el punto de vista micro, si Toyota no toma como parte de pago los autos que ellos mismos fabrican, demuestra el poco interés por fidelizar al cliente. Digamos que no es una marca confiable para los clientes o, si se prefiere, tienen una política comercial de muy corto plazo que la hace poco recomendable como opción confiable. Pero más allá de este caso de política comercial espanta clientes de Toyota, lo cierto es que las concesionarias están saturadas de autos usados que no pueden vender, por lo tanto, la pregunta es: si todos van a tener comportamientos similares a Toyota, ¿quién va a comprar autos de $80.000 o $ 120.000 si no le toman el auto como forma de pago porque no venden los usados que tienen? Porque cae de maduro que en ese rango de precios el que va a comprar un auto es porque cambia el que tiene, y si no quieren tomar usados o los toman a precios muy bajos, la operación no va a poder realizarse.

Este fallido caso de los autos muestra el grado de ignorancia en la que está sumergido Néstor en materia económica, además de la incapacidad que tiene para aplicar políticas públicas de largo plazo. ¿Cuál es el grosero error económico que comete Néstor, entre la infinidad de otros groseros errores que ha cometido? El creer que la producción es un fin en si mismo, cuando en rigor la producción es un medio para satisfacer las necesidades de la gente. Aquellas necesidades más urgentes.

Además de saber que la caja no es ilimitada, Néstor debería saber que los recursos tampoco son ilimitados, pero las necesidades de la gente sí son ilimitadas. El mercado que tanto detesta Néstor, y Cristina repite como un lorito la misma cantinela de su marido, es un proceso de descubrimiento por el cual los empresarios deben descubrir qué demanda la gente con más urgencia. La asignación de los escasos recursos productivos (capital y trabajo) deben asignarse hacia aquellos sectores en los cuales la gente demanda bienes mayor prioridad que otros. ¿Cómo descubre el empresario dónde está esa demanda? Por el mecanismo de los precios. En los sectores en los que hay una rentabilidad superior al resto de los sectores productivos de la economía hay una demanda insatisfecha y es en esa dirección que deben asignarse los recursos. Es decir, antes de producir hay que descubrir qué está demandando la gente. ¿Qué hizo Néstor, y la mandó a Cristina anunciar desde el atril como Chirolita? Puso el acento en la producción sin saber si lo que iba a producirse era lo que demandaba la gente. Para Néstor la producción es un fin en si mismo en vez de ser un medio para satisfacer las necesidades de la población. El resultado fue el fracaso del plan. Lo que consiguieron fue dilapidar algunos recursos sin mover el amperímetro de la economía, porque se pusieron a producir sin pensar en qué está demandando el consumidor en forma más urgente.

Entre otras muchas razones, es evidente que el matrimonio jamás va a poder sacar a la Argentina del pozo en la que la metió porque tienen varios problemas. El primero y fundamental es que ya no son creíbles. Han mentido tanto que son incapaces de generar la más mínima expectativa positiva en los inversores y en la población en general.

El segundo problema es que Néstor, que cree que sabe economía, considera que el mercado no es eficiente asignado los recursos y que un grupo de iluminados cómo él y Moreno saben en qué dirección hay que asignar los recursos. Cristina se ha encargado de, insisto, repetir como un lorito el discurso de su marido diciendo que se ha demostrado que la acción del Estado en la economía desmiente las bondades del liberalismo. Más allá de que desde el atril ha demostrado en infinidad de veces que no sigue el sano principio de poner el cerebro en funcionamiento antes de poner la lengua en movimiento, lo concreto es que Néstor, que es quien gobierna en los hechos, nunca va a lograr que la economía funcione eficientemente porque como mete la mano en toda la economía, distorsiona los precios relativos de tal manera que impide que los recursos se asignen de acuerdo a lo que necesita la gente. Nuevamente, para él la producción es el fin y no un medio para satisfacer las demandas de los consumidores. Sumergido en esta ignorancia económica, necesariamente la economía va a andar a los tumbos. Un ejemplo claro fue el de su intervención en el sector agropecuario. Destrozó la ganadería y la industria láctea y después se quejó del yuyito. Entonces decidieron que había que limitar la producción del yuyito y producir carne que el Estado no permite exportar. En rigor, la limitación a la producción del yuyito fue el discurso que le armaron a Cristina para tratar de esconder que lo que buscaban del odiado yuyito no era otra cosa que la caja necesaria para financiar el populismo que llevan a cabo.

En síntesis, tenemos un serio problema, porque Néstor nos ha metido en una crisis monumental y, además, no tiene capacidad ni conocimientos para resolver el lío que armó. Confunde cosas tan elementales como fines con medios, como el caso de la producción como fin en sí misma y producir para satisfacer necesidades de la gente. Si alguien desconoce este concepto básico de economía y, encima, está a cargo de ella y, para peor, cree que sabe, la supervivencia de los argentinos está en manos de la providencia divina.

© www.economiaparatodos.com.ar

El kirchnerismo castiga una vez más a la población

Las medidas proteccionistas que el Gobierno estaría dispuesto a aplicar para protegernos de la crisis mundial constituyen un nuevo error en materia de política económica.

A las apuradas, y por estar concentrados en el control del poder en vez de crear las condiciones para el crecimiento de largo plazo, los Kirchner están tratando de inventar un plan B que, según Cristina, Argentina no necesitaba pero sí precisaban los países desarrollados. Sin embargo, una vez más, la realidad se llevó puesta la soberbia con que hemos visto gobernar el país en los últimos 5 años y medio.

Por el momento todo se ha limitado a cantar loas a lo hecho en los últimos años, afirmando que gracias a la política económica aplicada Argentina no tiene grandes problemas. Claro, seguramente no estarán muy al tanto de las caídas de ventas en inmuebles, construcción, autos, indumentaria y demás bienes y servicios. Ni tendrán noticias de la cantidad de suspensiones y despidos de personal que asoman en el horizonte.

Cristina ha dicho que va a defender el trabajo de los argentinos y parece estar dispuesta a aplicar medidas proteccionistas para, supuestamente, defender los puestos de trabajo. La pregunta que habría que formularse ante el proteccionismo que se avecina es: ¿a cambio de qué? Porque si algo deberían tener en claro en el gobierno es que en economía no hay tal cosa como un almuerzo gratis. Alguien siempre lo paga.

Ahora bien, ¿qué es el proteccionismo? No es otra cosa que restringir artificialmente la oferta de bienes. Ahora bien, por más que los Kirchner pretendan derogar la ley de la oferta y la demanda, cuando alguien se restringe artificialmente la oferta, la consecuencia inmediata es una suba en el precio del bien que tiene restricciones en la comercialización. El proteccionismo no es otra cosa que una transferencia de ingresos de los consumidores a favor del que es protegido. Como esta arbitraria transferencia es inevitable bajo el proteccionismo, lo que está proponiendo Cristina Kirchner es bajarle el ingreso real a los consumidores a favor de unos pocos que se verán beneficiados con la restricción de la competencia. Un mecanismo muy particular de entender la “justa distribución del ingreso”. Que los más pobres subsidien a los más ricos. De manera que, a la pregunta, ¿a cambio de qué? la primera respuesta es a cambio de un menor salario real.

La segunda cuestión a considerar en esto del proteccionismo es que al no haber estímulo para la competencia, la calidad de los productos inevitablemente disminuye. ¿Por qué ofrecer algo de mejor calidad, sino no hay competidores que ofrezcan algo mejor? De manera que la utilidad es por doble vía: a) mayores precios por restricción de la competencia y b) menor calidad a precios más alto porque el consumidor no tiene libertad de elegir.

Una tercera cuestión tiene que ver con la inversión. ¿Por qué si alguien tiene asegurado el mercado interno va invertir para ampliar su capacidad de producción? Si gracias a la intervención del Estado soy el único que vende un determinado producto, también puedo maximizar mis ingresos haciendo que haya colas de espera para comprarme a mí.

Todos sabemos que sin inversiones no hay crecimiento posible ni aumentos de la productividad, por lo tanto, el proteccionismo conduce, también en el largo plazo, a bajas tasas de inversión y reducidos niveles de productividad. Esto quiere decir, en castellano básico, que el proteccionismo produce una redistribución regresiva del ingreso no solo en el corto plazo, sino también en el largo plazo.

Al tener bajos niveles de productividad, se perpetúa el pedido de protección porque el productor local nunca va a estar en condiciones de competir con los productos importados y, mucho menos, exportar. Es que al establecerse mecanismos de protección los niveles de producción son tan bajos que los costos fijos por unidad producida son demasiado altos para competir en el exterior y exportar.

Basta con ver la historia económica argentina para advertir que a partir de la década del 40, cuando nos cerramos al mundo y seguimos el modelo de sustitución de importaciones, el ingreso per cápita de los argentinos empezó a crecer cada vez menos hasta llegar a solo el 0,9% de aumento anual.

¿Qué atractivo puede tener para alguien invertir para producir para un mercado con solamente 40 millones de consumidores, de los cuales el 32% está debajo de la línea de pobreza y el resto tiene ingresos miserables? ¿Qué cantidad de capital y trabajo se necesita para abastecer un mercado tan raquítico?

Gracias a la inflación que generó el BCRA, en la práctica una institución sin ninguna independencia del poder Ejecutivo, el eufemismo del tipo de cambio competitivo ha dejado de existir. Por eso ahora el gobierno recurre a mecanismos directos para restringir las importaciones.

El resultado de todo esto es que cada vez nos aislamos más del mundo. El gobierno limita las exportaciones de carne, trigo, lácteos y aplica impuestos feroces a otros productos del sector agropecuario. Al mismo tiempo restringe las importaciones bajo el argumento de proteger a la industria local. El típico comportamiento de los ignorantes en materia de economía o de los que pretenden aislar a la población del resto del mundo para someterla a sus caprichos autocráticos.

Lo que ha propuesto Cristina Fernández lejos está de defender los intereses de la población. Que diga la verdad: le otorga beneficios a unos pocos en detrimento de la mayoría, generando una regresiva transferencia de ingresos.

Empresarios mendigando protección en vez de luchar por ser mejores y competitivos en su trabajo. Dirigentes sindicales haciendo su negocio con el gobierno recibiendo recursos públicos a cambio de mirar para otro lado cuando se perjudica a los consumidores. Esto es construir un país de mediocres, sin aspiraciones de progreso. Esto es el típico populismo barato que ha tenido Argentina durante década y, por eso, cada 6 años la economía argentina estalla en mil pedazos.

Ahora que lo digo, ¿cuando fue el último estallido? ¿En el 2002?
© www.economiaparatodos.com.ar

El kirchnerismo castiga una vez más a la población

Las medidas proteccionistas que el Gobierno estaría dispuesto a aplicar para protegernos de la crisis mundial constituyen un nuevo error en materia de política económica.

A las apuradas, y por estar concentrados en el control del poder en vez de crear las condiciones para el crecimiento de largo plazo, los Kirchner están tratando de inventar un plan B que, según Cristina, Argentina no necesitaba pero sí precisaban los países desarrollados. Sin embargo, una vez más, la realidad se llevó puesta la soberbia con que hemos visto gobernar el país en los últimos 5 años y medio.

Por el momento todo se ha limitado a cantar loas a lo hecho en los últimos años, afirmando que gracias a la política económica aplicada Argentina no tiene grandes problemas. Claro, seguramente no estarán muy al tanto de las caídas de ventas en inmuebles, construcción, autos, indumentaria y demás bienes y servicios. Ni tendrán noticias de la cantidad de suspensiones y despidos de personal que asoman en el horizonte.

Cristina ha dicho que va a defender el trabajo de los argentinos y parece estar dispuesta a aplicar medidas proteccionistas para, supuestamente, defender los puestos de trabajo. La pregunta que habría que formularse ante el proteccionismo que se avecina es: ¿a cambio de qué? Porque si algo deberían tener en claro en el gobierno es que en economía no hay tal cosa como un almuerzo gratis. Alguien siempre lo paga.

Ahora bien, ¿qué es el proteccionismo? No es otra cosa que restringir artificialmente la oferta de bienes. Ahora bien, por más que los Kirchner pretendan derogar la ley de la oferta y la demanda, cuando alguien se restringe artificialmente la oferta, la consecuencia inmediata es una suba en el precio del bien que tiene restricciones en la comercialización. El proteccionismo no es otra cosa que una transferencia de ingresos de los consumidores a favor del que es protegido. Como esta arbitraria transferencia es inevitable bajo el proteccionismo, lo que está proponiendo Cristina Kirchner es bajarle el ingreso real a los consumidores a favor de unos pocos que se verán beneficiados con la restricción de la competencia. Un mecanismo muy particular de entender la “justa distribución del ingreso”. Que los más pobres subsidien a los más ricos. De manera que, a la pregunta, ¿a cambio de qué? la primera respuesta es a cambio de un menor salario real.

La segunda cuestión a considerar en esto del proteccionismo es que al no haber estímulo para la competencia, la calidad de los productos inevitablemente disminuye. ¿Por qué ofrecer algo de mejor calidad, sino no hay competidores que ofrezcan algo mejor? De manera que la utilidad es por doble vía: a) mayores precios por restricción de la competencia y b) menor calidad a precios más alto porque el consumidor no tiene libertad de elegir.

Una tercera cuestión tiene que ver con la inversión. ¿Por qué si alguien tiene asegurado el mercado interno va invertir para ampliar su capacidad de producción? Si gracias a la intervención del Estado soy el único que vende un determinado producto, también puedo maximizar mis ingresos haciendo que haya colas de espera para comprarme a mí.

Todos sabemos que sin inversiones no hay crecimiento posible ni aumentos de la productividad, por lo tanto, el proteccionismo conduce, también en el largo plazo, a bajas tasas de inversión y reducidos niveles de productividad. Esto quiere decir, en castellano básico, que el proteccionismo produce una redistribución regresiva del ingreso no solo en el corto plazo, sino también en el largo plazo.

Al tener bajos niveles de productividad, se perpetúa el pedido de protección porque el productor local nunca va a estar en condiciones de competir con los productos importados y, mucho menos, exportar. Es que al establecerse mecanismos de protección los niveles de producción son tan bajos que los costos fijos por unidad producida son demasiado altos para competir en el exterior y exportar.

Basta con ver la historia económica argentina para advertir que a partir de la década del 40, cuando nos cerramos al mundo y seguimos el modelo de sustitución de importaciones, el ingreso per cápita de los argentinos empezó a crecer cada vez menos hasta llegar a solo el 0,9% de aumento anual.

¿Qué atractivo puede tener para alguien invertir para producir para un mercado con solamente 40 millones de consumidores, de los cuales el 32% está debajo de la línea de pobreza y el resto tiene ingresos miserables? ¿Qué cantidad de capital y trabajo se necesita para abastecer un mercado tan raquítico?

Gracias a la inflación que generó el BCRA, en la práctica una institución sin ninguna independencia del poder Ejecutivo, el eufemismo del tipo de cambio competitivo ha dejado de existir. Por eso ahora el gobierno recurre a mecanismos directos para restringir las importaciones.

El resultado de todo esto es que cada vez nos aislamos más del mundo. El gobierno limita las exportaciones de carne, trigo, lácteos y aplica impuestos feroces a otros productos del sector agropecuario. Al mismo tiempo restringe las importaciones bajo el argumento de proteger a la industria local. El típico comportamiento de los ignorantes en materia de economía o de los que pretenden aislar a la población del resto del mundo para someterla a sus caprichos autocráticos.

Lo que ha propuesto Cristina Fernández lejos está de defender los intereses de la población. Que diga la verdad: le otorga beneficios a unos pocos en detrimento de la mayoría, generando una regresiva transferencia de ingresos.

Empresarios mendigando protección en vez de luchar por ser mejores y competitivos en su trabajo. Dirigentes sindicales haciendo su negocio con el gobierno recibiendo recursos públicos a cambio de mirar para otro lado cuando se perjudica a los consumidores. Esto es construir un país de mediocres, sin aspiraciones de progreso. Esto es el típico populismo barato que ha tenido Argentina durante década y, por eso, cada 6 años la economía argentina estalla en mil pedazos.

Ahora que lo digo, ¿cuando fue el último estallido? ¿En el 2002?
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Los problemas se multiplican, pero para los K no hay novedades

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

El matrimonio Kirchner y sus aliados continúan empecinados en negar la realidad y hacer su propia lectura sesgada de los hechos.

Cada vez es más evidente que los parches, las mentiras estadísticas y los discursos desde el atril buscando conspiradores internos y externos han dejado de tener la efectividad de una anestesia para intentar disimular los problemas de fondo de la economía y las crecientes complicaciones políticas.

Durante unos pocos días de la semana pasada, la crisis financiera internacional logró tapar, transitoriamente, los problemas internos, aunque no lo del todo dado que las desafortunadas palabras de Cristina Fernández hablando de la solidez de la economía argentina y recomendándoles a los norteamericanos que prepararan un plan B, dejó en evidencia la escasa humildad con que sigue manejándose el gobierno.

Desde el punto de vista político el juicio por las valijas de Antonini Wilson van destapando ollas de las que sale un olor nauseabundo. Es que cuando uno busca el poder absoluto y, por un tiempo, logra detentarlo, se siente libre de todo control y la tentación de actuar con total impunidad lo invade como una enfermedad, creyendo que los resortes que uno puede manejar conseguirán tapar todo lo que no se pude esconder bajo una democracia republicana. Sin embargo, los vientos políticos, más tarde o más temprano, suelen cambiar de rumbo, y, en ese momento, saltan todas las tapas de las ollas y el olor a podrido pasa a ser insoportable.

Pero no solamente la cuestión política tiende a complicarse con la creciente oposición del vicepresidente Cobos a los manejos arbitrarios del Ejecutivo, el pedido de la CGT, Moyano incluido, de declarar como crimen de lesa humanidad el asesinato del dirigente sindical Rucci o las sospechas que surgen sobre el financiamiento de la campaña electoral de Cristina Fernández con dinero del narcotráfico, sino que la economía empieza a mostrar claros síntomas de haber entrado en una lucha por la distribución por el ingreso.

El gobierno ha propuesto un aumento de $ 500 fijos no remunerativos como forma de tranquilizar a los dirigentes sindicales ante la creciente inflación. A su vez, los empresarios del sector industrial han salido a decir que no están en condiciones de afrontar nuevos incrementos de salarios. Es que este sector, al igual que el agropecuario, tiene que enfrentar una situación muy diferente a la de un par de años atrás.

En primer lugar, el eufemismo del tipo de cambio competitivo ha dejado de existir por efecto de la inflación interna que se comió el tipo de cambio real.

En segundo lugar, el consumo interno tiende a desacelerarse rápidamente por caída del ingreso real y por incertidumbre. Esto quiere decir que los productores locales tienen, actualmente, menor tasa de rentabilidad y, además, menores niveles de venta. Pero, al mismo tiempo, esos menores niveles de venta deben ser compartidos con crecientes importaciones por efecto de la caída del tipo de cambio real. Las suspensiones en algunas empresas del sector automotriz reflejan que el mercado interno ya no empuja como antes.

En tercer lugar, tenemos a Brasil devaluando su moneda frente al dólar, lo cual impulsará más exportaciones de ese país hacia la Argentina y menos de aquí hacia Brasil. El BCRA deberá empezar a mover hacia arriba el tipo de cambio y así comenzaremos a ver como precios, salarios y tipo de cambio empiezan la típica carrera pre crisis.

En cuarto lugar, la astucia que siempre se le otorgó a Néstor Kirchner para enfrentar situaciones complicadas parece empezar a diluirse. Es que, su esposa, salió a anunciar con bombos y platillos el pago al contado al Club de París como forma de recuperar la confianza en el mercado financiero luego del fisco de los U$S 1.000 millones que le prestó a tasas siderales el comandante Chávez. Ese anuncio, que tiende a diluirse, no consiguió frenar la desconfianza en la capacidad de pago del gobierno argentino al punto que el riesgo país superó los 1.000 puntos. Tampoco consiguió recuperar la credibilidad el anuncio del pago a los holdouts ni la recompra de títulos por parte del BCRA. Esto quiere decir que, mal que les pese al matrimonio, ya nadie cree en sus promesas y palabras, y la astucia de Kirchner con el manejo de la caja se ha agotado.

Pero como si todo esto fuera poco, el ninguneo que el gobierno le aplicó al campo durante meses luego de que este sector levantara sus actos de protesta, han colmado la paciencia de los productores y, nuevamente, tenemos a los productores en las rutas protestando.

Es que esta protesta puede llegar a ser peor que la anterior porque hay dos cosas que los Kirchner no entienden. En primer lugar, ellos deben pensar que los productores tiran las semillas de la soja, el trigo o el maíz y después de esparcirlas por sus campos se tiran en una reposera a tomar mate y comer asado mientras ven a crecer el yuyito o pastar a las vacas, y después se suben a la 4 x 4 para ir a pasear por el pueblo. Daría la sensación que para ellos, la producción agropecuaria es trabajo sin esfuerzo ni riesgo, y pura ganancia. Todavía no han advertido el grado de tecnología que maneja el campo, los riesgos climáticos que asumen, el costo de capital que hay en maquinarias y equipos y el profesionalismo con que se manejan los jóvenes productores que administran los establecimientos con criterios serios de administración de empresas.

El exabrupto de Kunkel diciendo que los productores le pidan al Cardenal Bergoglio que rece más fuerte para que llueva ante la sequía que padecen amplias zonas del país, refleja el grado de resentimiento con que se maneja el gobierno frente al campo luego de haber sido puesto de rodilla por toda la sociedad ante el atropello de la 125. Todo hace pensar que esa derrota política, que por cierto marcó un punto de inflexión en la era kirchnerista, es algo que todavía no ha podido digerir el kirchnerismo. Solo atina a descalificar a los productores y a burlarse de los problemas de sequía que afectan al país. Semejante comportamiento no es ni política ni estrategia. Simplemente es resentimiento y venganza ante quien no se dejó humillar.

El segundo punto que no entienden es que el precio de la soja ya no está en U$S 600 dólares y que los costos de los insumos aumentaron enormemente, lo que a su vez lleva a que los rendimientos por hectárea sean menores por menor uso de agroquímicos. Tampoco parece importarles que, por la sequía, los rindes hayan disminuido. Y, finalmente, parecen desconocer que cuando se producen este tipo de situaciones los primeros en desaparecer del mercado son los productores marginales, es decir, aquellas explotaciones más chicas y con menor rendimiento por hectárea. Es decir, los más chicos son los primeros en acusar el impacto porque tienen menor capacidad de resistencia.

Los que salieron y vuelven a salir a las rutas no son los dueños de los pools de siembra que tanto desprecia el gobierno. Si así fuera, la cantidad de manifestantes en Rosario y en Buenos Aries mostraría que el país está repleto de pooles de siembra.

El campo nuevamente en protesta, los sindicatos presionando por incrementos de salarios y la industria con menores márgenes de utilidad y ventas en bajas muestran una economía que tiende a languidecer.

Pero tan en las nubes viven en el gobierno, que mientras el impacto recesivo comienza a sentirse hasta en los comercios de las ciudades (basta con ver la cantidad de carteles que se ven en locales vacíos con el tradicional “se alquila”) ellos siguen viajando en helicóptero y usando el avión presidencial para irse los fines de semana al sur, todo a costa de los contribuyentes.

Mientras disfrutan de las fiestas de palacio, creen que el pueblo se queja de puro gusto, de simple egoísta que no quiere seguir manteniendo, a fuerza de impuestos, el despilfarro de la corte kirchnerista.

No vaya a ser cosa que al actual gobierno le pase lo mismo que a Luis XVI, que por seguir explotando al campesinado con impuestos abusivos terminó creando el caldo de cultivo para que se gestara la famosa Revolución Francesa. Alejado de toda realidad, el rey francés escribió en su diario el 11 de julio de 1789, por la mañana: “sin novedades”. © www.economiaparatodos.com.ar

La burbuja del kirchnerismo.com

La credibilidad del Gobierno se debilitó, mientras los problemas los acosan por todos lados y no atinan a enfrentarlos.

Ya en las elecciones de 2007 el kirchnerismo tuvo un caudal de votos que, considerando el despilfarro de gasto público hecho ese año, no fue tan espectacular como se suponía. En casi todos los grandes centros urbanos Cristina Fernández perdió las elecciones, compensando en las zonas rurales la sangría de votos en los centros urbanos. Luego de lo ocurrido durante cuatro meses, difícilmente el kirchnerismo logre renovar el apoyo en las zonas rurales y, seguramente, en el Gran Buenos Aires la inflación le generará una merma en el caudal electoral.

Es que, por comparación, la gente va advirtiendo que la situación económica tiende a empeorar. En el 2005 la gente comparaba las condiciones económicas con el 2002 y se sentía en el paraíso, por más que todo fuera artificial, ayudado con buenos precios internacionales para las commodities. Pero en el 2007 la comparación con el 2005 ya no era tan buena y, encima, la gente comenzaba a cansarse de la actitud agresiva del entonces presidente Kirchner. En el 2008 la comparación con el 2007 todavía es peor, dado que el discurso de Cristina Fernández tiene el mismo grado de soberbia que el de su marido pero con condiciones económicas cada vez más deterioradas, por más que el gobierno siga negando la realidad. Podríamos decir que el matrimonio, lejos de mejorar su marca en la gestión gubernamental, la empeora.

Hoy, el gobierno sufre de parálisis frente a los crecientes problemas económicos. En vez de enfrentar y solucionar el problema inflacionario, lo niega. Y cuando existe otro problema, las medidas que adopta lo agravan, como por ejemplo el del anuncio del pago al contado al Club del París por la deuda en default.

El anuncio fue hecho bajo el argumento de mostrar la voluntad de pago de Argentina frente a los crecientes temores de un nuevo default ante los vencimientos de deuda del próximo año. Sin embargo, el pago por anticipado al Club de París, lejos de eliminar esos temores, los agravó. Y la razón es muy sencilla. Los temores al default existían incluso sin considerar la deuda con el Club de París. Es decir, el mercado descontaba que no se le pagaría al Club de París y, aún así, dudaba que pudiera hacer frente a los vencimientos de capital e intereses de la deuda. La alternativa que se sugería para enfrentar los vencimientos consistía en utilizar las reservas del Banco Central (BCRA) para pagar parte de la deuda si el superávit fiscal no alcanzaba, considerando que Argentina tiene cerrado el acceso al mercado financiero voluntario. ¿Qué es lo que consiguió el gobierno con el anuncio de la semana pasada? Aumentar los temores de un nuevo default ya que al utilizarse parte de las reservas del BCRA para pagarle al Club de París quedaría poco margen para volver a utilizar reservas del BCRA para cancelar bonos el año próximo. A esto hay que agregarle que, de concretarse el pago al Club de París, el BCRA tendrá menos dólares de reservas para respaldar los pesos que hay en circulación. Dicho en otras palabras, se deteriora el patrimonio del BCRA y los pesos en circulación tienen menos respaldo en monedas fuertes. De manera que, con esta medida, no solo no se alejó el fantasma de un nuevo defualt, sino que se agravó.

Por otro lado, casi mueve a risa que el gobierno siga insistiendo en hacer el tren bala cuando los trenes urbanos funcionan cada vez peor. Es posible que hayan existido grupos organizados para incendiar y armar el lío que se armó en la línea Sarmiento, pero también es cierto que hay cierto caldo de cultivo en el funcionamiento del transporte público que hace que la gente esté malhumorada cuando tiene que viajar. La política de consumir el stock de capital para mantener artificialmente bajas las tarifas empieza a hacer agua.

Lo concreto es que hoy el humor de la gente es muy diferente al que había en el 2007 y mucho peor que el que había en el 2005, con el agravante que el gobierno parece no advertirlo o, si lo advierte, se hace el distraído y recurre al desgastado argumento de las conspiraciones. En este caso, la pésima maniobra del gobierno con el resultado exactamente inverso al buscado, fue denunciar a los fondos especulativos por el aumento del riesgo país, cuando cualquier mente medianamente lógica podía advertir que cancelar la deuda con el Club de París en la forma en que se pretende hacerlo, no implica comprar un seguro contra el default y, mucho menos, creer que ahora sí va a haber una avalancha de inversiones en la Argentina gracias a que las empresas podrán tener acceso a créditos blandos en el exterior. Los créditos blandos no van a aparecer y, además, ¿quién se va a animar a invertir en un país con reglas de juego tan arbitrarias e imprevisibles? ¿Cómo va a haber inversiones si con la inflación que tenemos no hay posibilidad de estimar costos y precios para definir un flujo de fondos a los efectos de decidir si conviene o no hacer la inversión?

El kirchnerismo me hace acordar a las famosas punto com de los ’90. Recordará el lector que en esos años cualquier página web podía llegar a cotizarse en millones de dólares sin tener flujos de ingresos que justificaran semejantes valuaciones. Las proyecciones que se formulaban sobre los ingresos futuros de las punto com eran totalmente infundadas. Se vendía humo. Alguien inventaba una punto com para vender pizzas por Internet y, con cálculos propios del actual INDEC, se proyectaban ventas y utilidades de ficción que se traducía en valuaciones exóticas. Hasta que la burbuja de las punto com explotó y la irrealidad de las valuaciones quedaron en evidencia. Ya nadie creía en las punto com. Nadie apostaba un peso a los proyectos basados en números artificiales. Ahora había que demostrar, como en cualquier negocio, que los flujos de ingresos y egresos tenían algún grado de probabilidad de ocurrir. Para que el inversor creyera había que ser muy convincente en el proyecto.

Con el gobierno de los Kirchner pasa lo mismo. Podríamos llamarlo un kirchnerismo.com, porque un año atrás parecía que el matrimonio podía cometer cualquier disparate en el gobierno que igual iban a tener una alta evaluación de la sociedad y todos iban a aplaudir indefinidamente los dislates que cometían. Pero la burbuja del kirchnerismo.com parece haber explotado. La credibilidad del gobierno se ha debilitado enormemente mientras que los problemas los acosan por todos lados y no atinan a enfrentarlos. Y cuando los enfrentan es para empeorarlos con las medidas que toman.

La realidad se está encargando de demostrar que la eterna bonanza de la política kirchnerista fue una bonanza virtual. La inflación, la rápida desaceleración de la actividad económica, la disminución de los márgenes de utilidad de las empresas, el deterioro de los salarios reales, la extinción del eufemismo del tipo de cambio competitivo y el deterioro de la caja que permitía disciplinar a gobernadores e intendentes muestran la burbuja que fue el kirchnerismo.com. De ahora en más, al igual que las famosas punto com, el gobierno tendrá que hacer las cosas en serio si es que no quiere terminar como ellas en los 90. Deberá adoptar políticas consistentes y creíbles, dado que la gente parece haberse cansado de seguir comprando bonanzas virtuales propias de las punto com.

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Amar a la humanidad

...y odiar al vecino.

Joaquín Morales Solá termina su descripción de la actitud del gobierno con el caso Betancourt con una observación de Ayn Rand: Quienes se declaran amantes de la humanidad suelen tener problemas a la hora de amar a las personas en particular.

El motivo es que lo que aman es a un ideal (que sólo puede ser sostenido en una abstracción llamada “humanidad”), que ni siquiera ellos se gastan mucho por intentar practicar, de un ser humano sin afán de lucro, es decir sin impulso vital, y desinteresado, solo preocupado por “todos y todas”. Aman todo lo que no son y a costa de una violenta, excluyente y caprichosa identificación con ese ideal, se convencen (se engañan en realidad) de que son eso que es objeto de su admiración. Para sentirse ellos “desinteresados” deben encontrar el interés en los otros y perseguirlo, tratarlo como maldad. Intentan matarlo en sus congéneres porque no pueden, ni quieren, matarlo en ellos mismos. No pueden soportarse a si mismos sin odiar a los otros con el mismo entusiasmo con el que “aman a la humanidad”.

En la lucha por esa identificación la tarea diaria es encontrar a los malos que conviertan a los idealistas por contraste en buenos. La manada de los seguidores esperan a que les señalen a quién odiar, después encontrarán los motivos. “Quienes quieran ganar el cielo, lo perderán” es un gran acierto que describe el narcisismo idealista de esta manga de hijos de puta que parecen imperturbables ante la realidad a la hora de juzgar a los demás. Esa imperturbabilidadad podría ser llamada en otro marco teórico, que no comparto, locura. Los kirchner odian a Uribe porque se opone a la versión de los acontecimientos según la cual ellos están del lado del bien. Y toda la izquierda religiosa argentina odia a Uribe porque los sacerdotes de su tribu lo han señalado y está sobreentendido que fuera de su secta buenos no hay. Ser malo es no estar con ellos. El odio es automático, la atribución de intenciones y todo tipo de defectos no necesita dato alguno. Si alguien quiere entrar en razones con esa izquierda, se equivoca. Si alguien espera ser “aceptado” por esa izquierda tendrá que someterse y tirar cascotes para el lado que ellos indiquen. Varios lo han hecho ya.

No es ideológica la cuestión. La ideología juega como explicación ad hoc de otro juego. Nada tienen que ver estos mamarrachos con sus supuestas creencias sociales y políticas de hace treinta años. Como los caníbales que querían apoderarse de las virtudes de sus víctimas buscan su bondad matando el bien que ven en otros que no están con ellos. Rompen el espejo, como la bruja mala de Blancanieves. Nunca tan cercana una metáfora a los acontecimientos reales.

El Ministerio explica el Robo...

Ejem... Quiero decir: El ministerio justifica las retenciones.
Me mandan este PowerPoint por mail a pesar que conocen mi posicion. No creo que la persona que me lo envíe este interesada en la discusion de fondo. Pero me parecio oportuno compartir para ver la opinion de los que SI creo estan dispuestos a la accion de pensar y debatir.

La contestacion de mi amigo Pacho Ro va copiada abajo. Si quieren contestar o escribirle directo a el pasen por su blog
quetepa.blogspot.com.



Sí, muy lindo el graficado.
Ahora, si analizamos un poquito más, hay cosas un poco raras.
¿Por qué se exporta?
Digamos que si el gobierno puede hacer indiferente al productor vender afuera o adentro; ¿qué pasa que se exporta algo?
Exportan el exceso de producción en comparación con lo que requiere el mercado interno.
O sea que al menos una parte de la producción puede venderse a precios internacionales… Pero no se hace porque el gobierno se apropia de esa diferencia.
Claro que esto es para nosotros, pero igual cabe una reflexión: ¿qué podría suceder si los precios no se intentasen dirigir?
Si los precios son mayores, y cerramos los ojos a las causas principales, entonces hay que apropiarse de riqueza para mantener por un tiempo la situación.
¿Por qué por un tiempo?
Porque mientras aquí se hace esto, productores en lugares del mundo más libres reciben el fruto de su trabajo, incorporan capital a su trabajo con la esperanza de producir más, para ganar más. Eso se llama reinversión.
Esa reinversión hace que en un periodo posterior la producción crezca, lo cual implica un verdadero reparto de riqueza a quienes producen algo más: maquinaria, fertilizante, servicios al agro como ingenieros, investigación, desarrollo y por supuesto, el entorno al productor del agro.
En un período el campo de un lugar libre generó más tecnología y conocimiento, con mayor capacidad de producir alimentos. Y si la demanda sigue en aumento, micro productores entran en escena, como ya sucedió en épocas de necesidad.
Por otra parte, la causa principal de Argentina es el artificio de un dólar alto. Porque, si no hubiese la loca emisión monetaria el dólar podría llegar a ser casi un 50% más bajo, por el exceso de dólares en comparación con el peso.
En otros países que antes teníamos paridad, el dólar vale casi la mitad, por lo que sus alimentos valen menos que lo que valdrían aquí y… ¡Producen más!
En cambio, sin incentivo, mejor dicho, con castigo al exportador, se puede pensar en producir para el mercado interno, lo cual implica una reducción. Eso hará más baratos EN UN PERÍODO los productos, pero luego, la falta de interés para producir más que la demanda interna hará que NO se incorpore capital, ni investigación por ser redundante y no surgirán micro productores.
Seguimos por este camino y veremos que otros países producen más, tienen más conocimientos y tecnologías, mientras aquí se produce para un mercado interno, con la desventaja de que no existirán "compensaciones" pues las exportaciones serán menores.
Por otra parte, el productor local no generará riqueza para su entorno, sino para un gobierno que no sabe incentivar la producción. La distorsión en el mercado motivará a la gente a lugares más poblados, generando más pobreza, y más necesidades que el gobierno progresista intentará compensar quitando de otras rentas extraordinarias, hasta que todos los sectores con "renta extraordinaria" sea exprimido, y allí sí tendremos la igualdad...en la miseria.


¿Qué inventarán para zafar del desprestigio?

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

Los Kirchner enfrentan serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar.

Durante los 5 años de mandato de Néstor Kirchner, había quedado en evidencia que el entonces presidente no toleraba la más mínima disidencia. Cualquiera que presentara una posición diferente era vilipendiado desde el atril o escrachado por los piqueteros (los mismos escraches que hoy el Jefe de Gabinete define como nazis cuando les toca a ellos). En definitiva, se sabía que Kirchner tenía tendencias autoritarias y el temor invadía a la mayoría de la gente.

Cuando Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones, algunos periodistas se esforzaron por tratar de mostrar que comenzaba una nueva era de diálogo y un cambio de política que nos incorporaría al mundo. El esfuerzo fue en vano porque a poco de asumir pudo advertirse que la esposa del ex presidente tenía las mismas actitudes autoritarias que su marido. Tanto es así que en varias oportunidades resaltó que ella tenía el 46% de los votos, como si disponer de una mayoría circunstancial le permitiera avasallar las instituciones republicanas o disponer de la propiedad y de los ingresos de la gente a su antojo cual monarca autocrático.

¿Cuál es la novedad que tenemos luego de 5 años de kirchnerismo? A mi juicio, hay dos datos relevantes. En primer lugar, ocurrió algo inédito: un sector, el agropecuario, se plantó ante las decisiones del oficialismo y se puso firme en el disenso. El “método Moreno” dejó de funcionar. Esto no entraba en los cálculos del kirchnerismo y la reacción no se hizo esperar. Había que poner de rodillas a aquellos que opinaban diferente, adoptando actitudes que fueron deteriorando cada vez más la imagen del matrimonio.

El segundo hecho que los sorprendió –y que fue el peor de todos, al menos hasta ahora– fue el apoyo que la inmensa mayoría de la población le dio al campo, junto con los cacerolazos que se extendieron a lo largo y ancho del país. Ellos saben que ese gigantesco acto de repudio al matrimonio presidencial no tiene que ver sólo con las retenciones, sino que también refleja los estragos que están haciendo la inflación y el comportamiento soberbio con que se siguen manejando tanto Néstor como Cristina.

La brutal caída en la imagen presidencial que reflejan las últimas encuestas los debe tener muy preocupados. Sin embargo, lo que más les debe preocupar es el aumento de la imagen negativa. ¿Por qué? Porque un político puede tener baja imagen positiva y, al mismo tiempo, baja imagen negativa. En ese caso dispone de margen para crecer o recuperarse. En cambio, cuando la imagen positiva es baja y alta la negativa, el personaje se encuentra en problemas, ya que la elevada imagen negativa constituye un techo para crecer o recuperar el apoyo de la población.

¿Cuál ha sido la reacción de los Kirchner frente a su creciente deterioro político? Sacar a la calle a las fuerzas de choque de los piqueteros amigos del gobierno como Luis D’Elía. Su reacción consistió en responder al descontento popular con la violencia de los piqueteros y demás fuerzas de choque, con lo cual la imagen del gobierno se deteriora aún más.

Cuando D’Elía entró a las trompadas en la Plaza de Mayo en el primer cacerolazo, quedó demostrado el grado de intolerancia con que se maneja el gobierno cuando la gente se manifiesta en su contra. Estos hechos se repitieron frente a la Quinta Presidencial y, cada vez que la gente va a la Plaza de Mayo a manifestar su disconformidad, enseguida aparece D’Elía para decir la Plaza es mía, como si pararse en la Plaza y no dejar pasar a nadie que piense diferente les diera la razón o les otorgara más apoyo popular.

Es evidente que el matrimonio debe sentirse muy afectado por el rechazo que están teniendo. Ellos saben que el acto que hicieron el miércoles de la semana pasada en la Plaza de Mayo no tuvo una concurrencia espontánea. Saben que montaron un apoyo de utilería a favor suyo, mientras que los cacerolazos y el acto de Rosario fueron espontáneos. Todos sabemos que debe ser sumamente denigrante para uno alquilar gente para que lo aplauda, mientras que nadie es pagado por golpear una cacerola. Me imagino que para cualquier persona debe ser deprimente tener que simular el apoyo. Pagar para que a uno lo aplaudan debe ser una experiencia muy desagradable porque, en el fondo, uno sabe que se siente denigrado de tener que recurrir a ese método.

La novedad, entonces, es que los Kirchner se encuentran con algo que no habían tenido que afrontar hasta el momento: un profundo desprestigio ante la sociedad con el correspondiente rechazo. Esta situación inédita los hace reaccionar con más violencia verbal. Por ejemplo, cuando D’Elía llamó a armarse para defender al gobierno de Cristina, Néstor no repudió los dichos de su amigo piquetero, sino que simplemente se limitó a decir que no estaba de acuerdo.

Hoy los Kirchner denuncian los cortes de rutas como antidemocráticos, mientras el puente con Uruguay sigue cerrado sin que el gobierno emita opinión al respecto.

Alberto Fernández denunció como actitudes nazis que los productores vayan a las casas de los legisladores a reclamar por las retenciones, pero no denunciaron como nazis el escrache que los jóvenes K le hicieron al stand de Clarín en la Feria del Libro, ni el escrache que los piqueteros le hicieron a Shell, o el escrache que la Agrupación Hijos, miembros de las Madres de Plaza de Mayo, le hicieron al juez Bisordi o la toma de una comisaría por parte de D´Elía. En definitiva, no pueden tomarse como serias y sinceras las declaraciones del jefe de Gabinete. Solo reflejan el grado de desazón con que están viviendo este momento.

La realidad es que estamos viviendo una nueva etapa en la cual los Kirchner tienen que enfrentar serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar. Por lo que se vio hasta ahora, este nuevo escenario los hizo más agresivos e intolerantes porque para ellos es inadmisible que la gente no se subordine a sus caprichos.

Como la situación económica ya ha entrado en un proceso de recesión, para el matrimonio presidencial los tiempos de gloria pertenecen al pasado. Políticamente están muy complicados. Y tampoco podrán recuperar la economía porque la virulencia de sus palabras y comportamientos han terminado de espantar a cualquiera que imaginara poner un peso de inversión en Argentina.

Así como están las cosas, ellos saben que en las elecciones del año que viene tienen asegurada la derrota. Si pierden la mayoría en el Congreso ya no tendrán todo el poder y ellos no están acostumbrados a gobernar de esa forma, con lo cual, el 2011 pareciera ser un horizonte lejano y poco alentador. Sólo resta saber qué inventarán para tratar de evitar que el descontento popular que hoy se manifiesta en cacerolazos se traduzca en una humillante derrota electoral.

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Los sistemas autocráticos no dialogan, imponen

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

El conflicto con el campo sacó a la luz la necesidad de discutir no sólo una determinada política económico sino, además, las bases republicanas del país.

Antes de la protesta del campo, ya se sabía que la economía estaba deslizándose rápidamente hacia una crisis. La inflación se había disparado mucho antes del paro agropecuario, mientras que los problemas energéticos, fiscales y ausencia de inversiones eran más que evidentes. Hoy, por lo tanto, no estamos asistiendo a una crisis política, social y económica inesperada ni gratuita, sino que vivimos el resultado inevitable de una acumulación de disparates que tenía que terminar de esta manera.

Es que el supuesto paradigma del nuevo modelo económico no era tal por más que algunos empresarios pretendían verlo como un descubrimiento de la ciencia económica, por el cual se podía emitir sin generar inflación, crecer sin tener inversiones y lograr que la economía funcionara con crecientes controles e intervencionismo.

Todo lo que estamos viviendo hoy es el resultado de un modelo intrínsecamente perverso que se basa en el autoritarismo económico y político.

Néstor Kirchner creyó que podía, sin costo alguno, emitir moneda en cantidades crecientes para sostener el eufemismo del tipo de cambio competitivo, hasta que un día se dio cuenta que había inflación. En vez de corregir el rumbo económico, lo mandó a Guillermo Moreno a controlar los precios y a apretar a los empresarios para disimular la inflación mientras el BCRA seguía imprimiendo billetes. Como eso no le alcanzó, destruyó el INDEC para que dijera que los precios no subían en Argentina. Prohibió exportaciones, aumentó sistemáticamente los impuestos a las exportaciones, denunció y acusó a sectores productivos de avaros. Hoy el gobierno dice que aumentó las retenciones para que se produzca, entre otras cosas, más carne. Todavía me acuerdo de su discurso, vociferando desde la tribuna que el campo quería lucrar con el hambre del pueblo argentino. Hizo todo lo posible para destruir la ganadería, lo consiguió y ahora se queja que no se produce carne.

No conforme con todo esto, metió la economía en una maraña de subsidios para disimular la inflación, duplicando en un año los subsidios a la energía para que no se tocaran las tarifas. El resultado es que a las empresas le bajan la palanca cada vez más seguido porque si no tienen que dejar sin luz a la gente mientras el gasto público crece por la necesidad de mayores recursos para financiar estos subsidios.

Néstor Kirchner creyó que podía manejar indefinidamente a las trompadas la economía y hoy se encuentra con que la realidad le devuelve las trompadas a él. Desabastecimiento, inflación galopante, un país económicamente paralizado y una imagen del gobierno que cae en picada como nunca antes se había visto.

Pero frente a la cruda realidad que cualquier persona puede ver, el gobierno sigue empeñado en negarla. La presidente sigue diciendo que el país crece, que hay menos pobreza, que nunca antes en toda la historia de la Argentina habíamos crecido como lo hicimos en los últimos 5 años. Ella y sus funcionarios han llegado a formular declaraciones que ofenden la inteligencia de la gente. Alberto Fernández afirmó que las retenciones no son un impuesto sino que son una herramienta de política económica y, por lo tanto, no tienen que pedirle permiso al Congreso para aumentarlas.

Después de 90 días de conflicto Cristina Fernández de Kirchner quiere hacernos creer que cuando se anunciaron las retenciones móviles se olvidó de explicar que lo hacía para destinar más fondos a planes sociales. La verdad es que tratar de “vender” el impuestazo al campo como una necesidad de “solidaridad social” es casi una falta de respeto al coeficiente intelectual de los argentinos. ¿Cómo puede pararse frente a las cámaras de televisión y decir, sin que se le mueva un pelo, que los recursos van a ser destinados a construir más hospitales si los que hay se caen a pedazos? ¿En serio creen que con ese discurso van a convencer a la gente que ellos son buenos y el resto son avaros?

El gobierno y Moyano se cansaron de decir que por culpa del paro agropecuario la inflación se había disparado. Había inflación por culpa del campo. Pero resulta que el INDEC acaba de “informar” que la inflación en mayo fue de solamente el 0,6% y los alimentos subieron el 0,1%.

Es curioso, los Kirchner despotrican contra el libre mercado, pero se mueven políticamente recurriendo a las reglas del intercambio comercial. Permanentemente buscan el precio de conseguir el apoyo de gobernadores, intendentes, legisladores, sindicalistas y sectores productivos. La caja por un lado y el apoyo por el otro. Obviamente, un esquema de este tipo nada tiene que ver con una democracia republicana. Por el contrario, el matrimonio parece ver el poder como un negocio personal. Si consigo el poder tengo el monopolio de la fuerza y con el monopolio de la fuerza puedo apropiarme del trabajo de la gente y con ese dinero construir más poder comprando voluntades. Para conseguir ese objetivo todo el sistema económico tiene que estar subordinado al mantenimiento del poder, por más inconsistentes que sean las políticas económicas que se apliquen. El costo de semejante esquema está a la vista.

El discurso de que las retenciones se ponen para que la gente tenga comida en sus mesas ya no convence a nadie, porque no solo los precios de los alimentos se han disparado fruto de la inflación que generó el gobierno sino que, además, han logrado uno de los desabastecimientos más grandes de la historia argentina.

De aquí en más sabemos que los Kirchner no van a dialogar porque no conciben el diálogo como un mecanismo de entendimiento. Los sistemas autocráticos no dialogan. Imponen. Ellos creen en la prepotencia, la descalificación, las amenazas y en infundir miedo utilizando el monopolio de la fuerza que los argentinos le delegamos para que defendiera nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad.

Lo que hoy se está discutiendo en Argentina ya no es un tema de retenciones o de política económica. Estamos discutiendo la defensa de una democracia republicana contra un sistema autoritario basado en el abuso del poder delegado por los ciudadanos.

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Las fallas de lectura de D'elia

Hay partes del Art. 21 que este hombre ha omitido leer. Invoca la Constitución como excusa para armarse. Quizás deba leer el articulo completo...

¿Error involuntario o apología del delito?

Art. 21.- Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional. Los ciudadanos por naturalización son libres de prestar o no este servicio por el término de diez años contados desde el día en que obtengan su carta de ciudadanía.

¿El congreso no ha dictado ninguna ley no?

Por qué es verso el discurso de Cristina

vía El Lacha de Gustavo Lazzari el 10/06/08

El gobierno ya tiene en el bolsillo todo el dinero para pagar la deuda social.

Recaudación total 2003 = 79.319 millones de pesos
Recaudación total 2004 = 108.301 millones de pesos
Recaudación total 2005 = 132.024 millones de pesos
Recaudación total 2006 = 167.317 millones de pesos
Recaudación total 2007 = 221.970 millones de pesos


Incremento en la recaudación 2007-2003: 312.336 millones de pesos

Recaudación estimada por retenciones móviles: 4.300 millones de pesos
(destinado al Fondo de Redistribución Social)

Cantidad de veces que el gobierno tuvo 4.300 millones de pesos cash en la mano: 72.


Desde el 2003 hasta el 2007 el gobierno tuvo 72 veces el dinero que pretende recaudar por las retenciones móviles y no hizo ahora dice que va a hacer.

Preguntas tontas

por Carlos Mira

El análisis político, cultural, sociológico y económico ya no alcanza para explicar el grotesco destino de la Argentina. Ni siquiera el sentido común puede dar respuestas diferentes a lo que es ya obvio para todos: vamos rumbo a una explosión.

Cuando las dificultades que parecen no encontrar fácil explicación arrecian, es muy habitual que, con toda naturalidad, se intenten análisis profundos tratando de encontrar las raíces mismas de los problemas. La combinación de la sociología y de la economía son aquí muy útiles cuando se sigue este camino porque ambas entregan los elementos culturales y técnicos que desnudan las falencias, que le ponen una lente de aumento a las groserías y que finalmente explican la génesis y la evolución; las causas y los efectos de los problemas.

Pero llega un punto en que esos caminos se agotan. No porque no estén al alcance de todos –el sentido común promedio, suele aflorar, finalmente, en algún momento. La cuestión es que a partir de un momento ocurre que, precisamente desde los puntos de vista sociológico y económico, todo ha sido dicho. Ya no queda más nada por explicar. Los disparates han sido tan groseros y las líneas culturales que no supimos cambiar han sido tan expuestas por los intelectuales y los economistas, que los análisis sesudos ya no alcanzan para discernir si el país finalmente encontrará alguna salida.

Cuando se llega a esos puntos de desasosiego; cuando el sentido común promedio al que aludíamos recién, ha sido ampliamente superado; cuando delante de todos se cometen las más variadas tropelías sin que ningún resorte del Estado de Derecho actúe o tenga siquiera alguna oportunidad de ejercitarse; cuando las libertades se ponen en peligro; cuando los derechos pueden conculcarse alegremente por el mero ejercicio de la fuerza física, todos los análisis racionales no sirven para nada. La hombría de bien que se necesita del otro lado para que un acto de bienintencionada docencia surta efecto, lisa y llanamente, no existe. Es hablarle a la pared.

Pero ello no nos exime de nuestras propias dudas sobre el futuro común, porque el país es de todos y todos abrigamos en algún lugar la esperanza de un cambio en el sentido positivo.

Y es en esos momentos en que los análisis racionales han sido superados pero las dudas continúan, en que hay que olvidar todo lo que uno estudió y todas las fuentes en las que abrevó su educación, para volver a hacerse las preguntas tontas de toda la vida; el planteo de las más absolutas obviedades para que, de repente, todo se aclare, todas las dudas se disipen y un horizonte claro y cristalino se abra delante de los propios ojos.

¿Cuándo, me pregunto tontamente, un prepotente llegó alguna vez a alguna parte?, ¿cuándo haciendo las cosas mal se consiguió un buen resultado?, ¿cuándo haciendo las mismas cosas se obtuvieron resultados diferentes?, ¿cuándo el odio y el resentimiento sirvieron para estimular el progreso?, ¿cuándo de la agresividad se obtuvo la concordia?, ¿desde cuándo la amenaza puede ser un sistema de relación entre las personas?

Todas estas preguntas tienen la misma respuesta. Esa respuesta contiene una sola palabra: nunca.

De repente, aun cuando sea para perder toda esperanza de que por este camino el país pueda evitar otra catástrofe, todas nuestras dudas han desaparecido. Las respuestas a las más básicas preguntas que la mayoría de nosotros –con el idioma adecuado a esa edad- aprende en el jardín de infantes, son suficientes para saber que la Argentina se dirige inexorablemente a una explosión.

Lamentablemente todos saldrán maltrechos de ella. El gobierno K dirigió al país a una encrucijada innecesaria y, de paso, perdió, entre insultos y burradas, una histórica oportunidad de hacer lo que hicieron Brasil y México, recientemente y con mucha mayor anticipación Chile. Llevó al país a una insólita alianza con lo peor de América Latina y tuvo éxito en que el mundo leyera ese mensaje con nítida corrección. Hoy la Argentina es sinónimo de Bolivia, de Chavéz y de Ecuador. No digo esto con ánimo despectivo hacia esos países: siento por la buena gente de esos pueblos la misma pena que por el nuestro.

Ojalá que Dios que supo ser argentino, aunque, como dice Malú Kikuchi, se nacionalizó australiano hace unos 70 años, se apiade de un país al que le entregó todo y no le devolvió nada.

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Confesiones y disparates de Randazzo

By Jose Benegas

Las entidades agropecuarias denuncian los habituales aprietes del policía del comercio Guillermo Moreno y la respuesta del ministro del interior es la siguiente:

“Lo que defiende (el secretario de Comercio Interior) Guillermo Moreno es la posibilidad de que no se disparen los precios de la carne. Esa es la discusión que se está dando y a la que el Gobierno no está dispuesto a renunciar, porque se trata de cuidar el bolsillo de todos los argentinos”

No hace el más mínimo amague de negar los aprietes. El ministro del interior, se limita a invocar razones para utilizar la extorsión. En esto consiste el “estado de izquierdo” del kirchnerato.

La década del dos mil será recordada como la del cualquiercosismo. Después agrega un señor que llegó a ministro del interior que “”no vamos a permitir que la gente se quede sin comer carne porque a alguien se le ocurre que su rentabilidad está por encima del derecho de los argentinos a tener precios lógicos para un país que es uno de los principales productores de alimentos del mundo”

Si hubiera un derecho a tener un precio lógico y si los precios lógicos existieran, este gobierno que nos trajo de nuevo la alta inflación debería estar todo en cana. La gran falsedad económica del planteo reside en sostener algo que justificaría bochar a un alumno de colegio secundario: que la rentabilidad depende de aumentar precios. Vaya, ni siquiera ha descubierto la revolución industrial.

Y la falacia moral es la de decir que los argentimos “tenemos derecho a comer carne” porque “somos grandes productores” de ese producto. Los argentinos no producimos carne señor, los que la producen son los criadores de ganado. Y nos hemos venido beneficiando todos con que lo hicieran a precios excelentes hasta que llegaron ustedes promoviendo el corralito cambiario y su correlato que es la inflación.

Los gritos desde la tribuna no cambian la realidad

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

Cuando un modelo se agota y entra en cuenta regresiva, los discursos no modifican el escenario. Eso sólo es posible con un cambio de políticas.

¿Quién puede invertir en un país en el cual su presidente da cuatro discursos en una semana, todos ellos cargados de amenazas, descalificaciones, contradicciones y temas que no tienen nada que ver con los problemas reales de la gente (por ejemplo, como mencionar al golpe de Estado 1976 mientras se habla de las retenciones al campo)? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el representante de las fuerzas de choque del gobierno es sentado en un sitio de honor junto al presidente luego de haber usado la fuerza bruta para agredir a quienes piensan diferente? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el titular del Ejecutivo, en vez de buscar las soluciones a los problemas, convoca a un acto de apoyo a su gestión y crea una escenografía de cartulina para tratar de convencer a la gente de que cuenta con el apoyo popular? ¿Quién puede invertir en un país donde el esposo del primer mandatario lanza sus tradicionales diatribas y luego habla de amor y de diálogo? ¿Quién puede invertir en un país en el cual el secretario de Comercio se cree un iluminado que puede exigirles a las empresas a qué precios tienen que vender y qué rentabilidad tienen que obtener de sus inversiones?

Más aún, ¿quién puede invertir en un país en el cual se confunde el voto popular con la vigencia del Estado de Derecho? Porque Cristina Fernández de Kirchner y su marido insisten con que en octubre pasado fueron apoyados con el 46% de los votos. Dejando de lado el porcentaje real, lo que el kirchnerismo parece no entender es que haber conseguido la mayoría de los votos no significa tener la patente de monarca que puede hacer lo que quiere con el monopolio de la fuerza que se le delegó. Tener una mayoría circunstancial no habilita a un presidente a pasarle por encima al orden jurídico preexistente.

Es ese desprecio por el orden republicano y el Estado de Derecho que tienen los Kirchner (recordemos, por citar un caso, que Néstor, siendo abogado, dijo que Luis Patti tiene que demostrar que es inocente ante la Justicia, cuando hasta un chico sabe que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario) es lo que hace que en Argentina no reine el orden jurídico, sino el capricho del gobernante de turno. Y en los países en los que no reina el orden jurídico, la imprevisibilidad en la conducta de sus gobernantes hace que pocos piensen en invertir.

El ejemplo más claro al respecto lo ha tenido la empresa Techint, que invirtió en Venezuela en una importante planta siderúrgica que, ahora, el monarca de turno le ha confiscado. Este hecho debería servir como advertencia para muchos empresarios que prefieren las regulaciones, los subsidios y las reservas de mercado a la competencia. Cuando una empresa basa sus ganancias en este tipo de medidas, pasa a ser totalmente vulnerable a los caprichos del burócrata de turno. En cambio, en un sistema basado en la competencia y en el Estado de Derecho, la solidez de una empresa se basa en la capacidad de sus directivos para ganarse el favor de los consumidores. No dependen de la resolución de un burócrata para sobrevivir, sino de su propia capacidad de innovación para permanecer en el mercado. Techint ha sido víctima de la ausencia del Estado de Derecho y de la falta de una justicia independiente. Ha sido víctima de los caprichos de un señor que cree que los votos le dan derecho a hacer lo que quiere.

Como, lamentablemente, el rumbo que ha tomado Argentina es el de la arbitrariedad en las reglas de juego y el de las decisiones caprichosas y alejadas de un gobierno limitado, nuestras posibilidades de crecimiento están cercenadas porque, como decía antes, nadie pone su dinero en un país en el cual sus máximas autoridades, en vez de transmitir equilibrio y serenidad, gritan como desaforados desde la tribuna política ante auditorios especialmente convocados para aplaudir frente a las cámaras de televisión.

El problema es que esos aplausos de utilería no pueden evitar la realidad que tenemos por delante. ¿Cuál es esa realidad? Una inflación que tiende a descontrolarse, una crisis energética que sigue agravándose, un sector productivo que clama por un tipo de cambio más alto sin especificar cómo conseguirlo sin más inflación, una maraña de subsidios que lleva a que se dispare el gasto público, problemas de abastecimiento, ausencia de crédito a tasas pagables, escándalos de corrupción que fueron transitoriamente tapados por el escándalo del impuestazo al campo. Y, como frutilla del postre, una deuda pública que ya ha superado a la que teníamos en 2001 antes del default, a pesar de la declamada política de desendeudamiento.

Poco importa si el campo vuelve o no a las rutas de no llegarse a un acuerdo con el Gobierno. Cuando la economía está fuera de control cualquier elemento puede ser el disparador de una crisis. Dicho en otras palabras, las crisis no se producen porque sí, sino que son la acumulación de una serie de errores que, en determinado momento, derivan en un estallido. Y este Gobierno, en 5 años, ha acumulado errores en cantidades industriales.

¿Qué podemos esperar los argentinos en el mediano plazo? Un escenario posible es que los Kirchner giren 180 grados en su política. Tanto en el respeto por el orden jurídico como en lo económico. Luego de escuchar el discurso de Néstor de la semana pasada, este escenario tiene muy bajas probabilidades de ocurrir.

El segundo escenario consiste en seguir en el mismo rumbo y continuar poniéndole parches a un globo que ya está agujereado por todos lados, mientras recrudecen los agravios, las descalificaciones y las amenazas. Veremos cómo se inventan nuevos enemigos de la Argentina para quitarse de encima la responsabilidad del creciente deterioro y malestar popular. Y cuanto más se complique el escenario, más agresividad vamos a ver y más enemigos se van a inventar.

En términos económicos, no podemos esperar otra cosa que más regulaciones y controles, con inflación creciente y un dólar que todos comenzarán a ver como barato. Los dirigentes sindicales exigirán más incrementos salariales y las empresas observarán cómo se derriten sus utilidades.

Es posible que, en el corto plazo, asistamos a un aumento del consumo porque la gente huirá del dinero y comprará bienes antes de que suban de precio. Este comportamiento acentuará la inflación.

Como el kirchnerismo se declara a sí mismo heterodoxo, utilizará todos los instrumentos represivos que tenga a mano para intentar controlar las contradicciones del modelo. Si mañana desdoblaran el mercado de cambios, no me sorprendería. Lo que tenemos que esperar es que pueda aplicarse cualquier medida, por más represiva e ineficiente que sea, para tratar de sostener un modelo que agoniza.

Todos sabemos, y la mayoría de la gente lo intuye, que el modelo entró en cuenta regresiva. Y cuando un modelo se agota, los gritos desaforados desde las tribunas no conseguirán cambiar la realidad. © www.economiaparatodos.com.ar