Pensando en la secesión
Por José Benegas
No creo que pueda obligarse a un país a pensar, a comportarse, a ser lógico. Tampoco me parece que la queja sea legítima en tanto no esté implícita la opción de la ruptura. No se puede sostener una relación de enfrentamiento con un sistema de valores como el que impera y crece en la Argentina de manera eterna si no se está dispuesto en algún momento a desistir y simplemente separarse, seguir un propio camino. La queja agota, pero más agota la queja del que está atado al objeto de su queja.
En los países se vota más o menos dentro de un rango de posibilidades. Está claro que si un cincuenta por ciento de un país llega a votar por los que le roban y mienten en la cara, defienden la pelotudez más insólita sin vergüenza y se dedican a perseguir a los demás el tiempo de la queja está agotado. Acá es donde el sistema político es rígido al punto en el que parece que nos dijera “cállate y seguí votando”. Reemplacemos votar por otro verbo y nos acercamos a la cuestión.