ANSES: ¿y los jubilados?

Subir, simultáneamente, los costos del capital y los costos del trabajo a la larga, resulta inviable.

COSTOS

Ya mucho se ha escrito y discutido en torno al DNU que modifica las condiciones de accionista minoritario del Estado, a través del ANSES, en empresas privadas de capital abierto.

Y la falacia de todos los argumentos oficiales ha quedado al descubierto rápidamente.

En apretada síntesis:
  1. El ANSES “heredó” las condiciones de inversor previsional de largo plazo de las AFJP. La característica principal de ese inversor, no es la de intervenir en el manejo estratégico de las empresas, sino tratar de maximizar el valor de su capital invertido en el largo plazo. En ese sentido, no conviene la distribución de dividendos –que implica sacar la plata de la empresa, y reducir su capacidad de crecimiento futuro, al transferirles el dinero a sus accionistas, en particular a los mayoritarios- .
  2. Agregar uno o dos directores más, en minoría, no cambiará demasiado las decisiones de las empresas, salvo presiones adicionales a las que ya reciben por otros carriles. (Más allá de algún beneficio “particular”, por un cargo, o por manejar información confidencial de las empresas).
  3. Los problemas generales de los accionistas minoritarios, en la Argentina, si los hay, no son resorte del ANSES, sino de la CNV y de los marcos regulatorios.
  4. Esto se ha convertido en una operación más de marketing político –nos enfrentamos a las corporaciones empresarias. Se acabó el Estado bobo, etc.- sin consecuencias prácticas a favor de los futuros jubilados –ya los estafaron con los bonos ajustables por CER y con la expropiación de sus ahorros-, o de los actuales –les liquidan mal las jubilaciones diferentes a la mínima, y se acumulan juicios-. Sin contar que el famoso Fondo de Garantía de Sustentabilidad, por su monto y gran componente de deuda pública, ni garantiza nada, ni es sustentable.
Pero lo que no refleja esta discusión, es el efecto “macro” de esta decisión.

En ese sentido, lo más grave de todo este nuevo circo beat del oficialismo, es que, otra vez, el gobierno se “cacarea” en el orden jurídico y decide, mediante un DNU, saltear al Congreso, que está en funciones, o debería estarlo, si no fuera por la complicidad de parte del arco opositor, y parte del poder judicial.

Este nuevo DNU, se suma a las órdenes telefónicas de los funcionarios. A las multas inexplicables a la libertad de trabajo y opinión de consultoras económicas. A las prohibiciones de exportar o importar, más allá del normal “comercio administrado” que rige en el mundo. A la arbitrariedad intervencionista.

Todo esto no hace más que elevar absurdamente los costos de capital en la Argentina.

Tan absurdamente, que nuestro país ya retrocedió varios puestos en la recepción de inversión extranjera directa. Mientras los locales siguen fugando capitales (al contrario de lo que pasa en el resto de la región).

Si repasan la información periodística de estos meses, las escasas inversiones que se anuncian tienen un “regalo” para compensar el alto costo del capital derivado de las propias acciones del Gobierno.

O se financian con el Fondo del Bicentenario. O se derivan de una protección especial que pagamos todos los argentinos con sobreprecios. O son resultado de algún régimen marketinero de intercambio de exportaciones –que se iban a realizar de todas maneras- por importaciones –que no deberían estar prohibidas-.

O responden a una decisión estratégica de una compra muy “barata”. O son de muy corta recuperación.

Pero como los regalos crediticios o los regímenes especiales no alcanzan para todos, para el resto, el costo del capital está aumentando sustancialmente.

Todo aumento del costo de capital, tiene que terminar, tarde o temprano, en una baja del costo del trabajo.

Esa baja del costo del trabajo se logra con fuertes ganancias de productividad –obviamente, incompatibles con la situación descripta y el “clima” general de una sociedad maximizando la fiesta de corto plazo- o, como siempre, con una devaluación que reduce el costo laboral y el gasto público en la moneda de reserva, cada vez que la aventura populista se exacerba y hace crisis.

Obviamente, la debilidad del dólar, las bajas tasas de interés, los buenos precios de la soja, en medio de una “revolución de las cantidades” demora y aleja ese momento.

Pero la economía privada “libre de regalos” hace rato que no crea empleo.

La pública, sigue creando empleo ineficiente y baja aún más la productividad, y cada medida que toma el gobierno, como se expresara, aumenta los costos del capital y del trabajo (por el intento de modificar la distribución del ingreso en forma artificial).

En síntesis, las actuales condiciones internacionales mantienen la fuerza por la revaluación del peso, mientras el gobierno K. se encarga de compensar dicha tendencia de la peor manera, desalentando la inversión externa y local genuina, y elevando los costos del capital y del trabajo. Si no se cambia el rumbo y se “profundiza” el modelo, el final es conocido. Pero la dinámica, como siempre…es otro precio.

Enrique Szewach. http://www.szewachnomics.com.ar/

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