Igualdad ante la ley Vs. Esclavitud

Socialismo liberal, otra vez

Vuelve el socialismo liberal, una idea que se le ocurrió al propio Marx en 1847. Desde entonces no ha dejado de aparecer y desaparecer como el Guadiana.

Schumpeter catalogó con destreza a los Principios de Economía Política de John Stuart Mill de 1848 como “liberal-socialist” (English Economists and the State-managed Economy, Journal of Political Economy, Vol. LVII, Nº 5, octubre 1949, p. 372). Hace un siglo, el fundador del socialismo argentino, y primer traductor al español de El Capital, Juan B. Justo, apostó por el libre comercio y por el patrón oro, que debía ser a su juicio “un postulado proletario” (Early Liberal Socialism in Latin America. Juan B. Justo and the Argentine Socialist Party, The American Journal of Economics and Sociology, Vol. 67, Nº 4, octubre 2008, pp. 567-603).

De lo mismo habló en 1930 el italiano Carlo Rosselli en Socialismo liberal. También hubo socialistas liberales en los años de Felipe González en España. Y ahora, Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y Social de la Universidad del País Vasco, con su reciente trabajo: La renovación liberal de la socialdemocracia, Fundación Ideas, 2010.

Como diría La Trinca: “Quesque´se se merdé”. Así habla el profesor: “Se trata de poner al mercado al servicio del bien público y la lucha contra las desigualdades… sustituyendo aquella respuesta mecánica a los problemas sociales consistente en intensificar las intervenciones del Estado por formulaciones más flexibles de colaboración entre Estado y mercado, con formas de Gobierno indirecto o promoviendo una cultura de evaluación de políticas públicas”.

Este es un socialismo resbaladizo, porque se viste de amigo cuando no parece serlo. Por ejemplo, “poner al mercado al servicio del bien público” no requiere intervención alguna, porque el mercado es la expresión libre de los ciudadanos: en ningún caso exige un ministerio.

Conviene aclarar qué cosa es “luchar contra las desigualdades”, porque o bien uno es liberal, y por tanto está a favor de la igualdad ante la ley, o bien uno es socialista y está a favor de la igualdad mediante la ley, que necesariamente quebranta la libertad. El Estado y el mercado no pueden “colaborar”, o no pueden hacerlo, desde la fantasía que ignora que el Estado es la coacción y el mercado la libertad.

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