El mito del gasto social

Gabriela Calderón*

Washington (AIPE)- Según el gobierno del Ecuador, entre 2006 y 2007 el gasto social creció en 34%, “beneficiando a los más pobres”. Ese aumento, aunque puede sonar revolucionario, es más bien una continuación del crecimiento a tasas de dos dígitos del gasto público que ha ocurrido en Ecuador en los últimos años.

El Premio Nóbel de Economía James Buchanan nos enseñó que en una democracia la toma de decisiones públicas está sujeta a la presión de grupos de intereses especiales —por ejemplo, sindicatos y empresarios que quieren protección estatal porque no quieren competir en el mercado internacional o los ministerios que buscan acrecentar sus presupuestos. Esos grupos, que pelean por repartirse el pastel del presupuesto nacional, suelen utilizar la más efectiva excusa: “el gasto social que beneficia a los más pobres”.


Pero más gasto social no significa menos pobreza. El economista mexicano Roberto Salinas León resume el mito del gasto social en dos puntos: (1) Aumentarlo no crea riqueza, sólo la transfiere de un lugar a otro y para reducir la pobreza hay que crear riqueza. (2) El problema no es la cantidad de recursos sino su desperdicio por la mala gestión de las entidades públicas. Salinas León informa que en México el aparato estatal consume 75% del “gasto social”, por lo que más bien debería llamarse gasto burocrático.

El problema es la administración de los recursos, no su monto. Entre 2003 y 2007, el llamado gasto social en Ecuador creció 129,7%. Si observamos por separado cada ministerio involucrado en el “gasto social” vemos que los aumentos son impresionantes: entre 2004 y 2007 el presupuesto del Ministerio de Bienestar Social creció en 431,7%, el de Desarrollo Urbano y Vivienda en 214,3%, el de Educación en 64,7%, el de Salud en 76,8% y el del Trabajo en 148,2%. Si consideramos al “gasto social” como una industria, no hay ninguna otra industria en el país que haya experimentado un auge similar.

El primer año del mal llamado “gobierno de la revolución ciudadana” debería llamarse “gobierno de la revolución burocrática”, ya que se ha disparado el gasto público sin mejorar los sistemas de rendición de cuentas. Y lo peor es que ese incremento en el gasto no fue a los bolsillos de los más pobres sino de los asalariados en los distintos ministerios. Por ejemplo, en junio de 2007 el Ministerio de Educación y el de Salud gastaron 74% y 50%, respectivamente, de su presupuesto en pagos al personal.

Presentar la cifra de los gastos “sociales” como un triunfo para los más pobres es una broma cruel. El triunfo en la gestión de un gobierno se debe medir con resultados concretos, tales como, crecimiento económico, reducción de la pobreza, acceso a servicios básicos, acceso a la vivienda, etc. El gobierno ecuatoriano se limita a presentarnos un reporte de gastos. ¿Será que no hay resultados positivos que mostrar?

Así vemos que la tasa de crecimiento del Ecuador es apenas 2,65%, mientras que Perú creció 7% y Colombia 6,6%. Lamentablemente, aumenta el costo del consumo popular, pero los pobres no tienen más oportunidades de salir de su pobreza.

____*Editora de ElCato.org (www.elcato.org)

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