La desgracia de los bancos centrales

Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

Creados para evitar las crisis financieras y defender el valor de las monedas, los bancos centrales han funcionado menos como instrumentos de prevención que como causantes de depresiones y colapsos.

Es curioso, pero quienes defienden la existencia de los bancos centrales argumentan que fueron creados para evitar las crisis financieras, defender el valor de la moneda, evitar depresiones económicas y hacer de contralor del sistema financiero. A juzgar por los hechos, el “vetusto” patrón oro, que tanto despreciaba Lord Keynes, resultó ser un instrumento mucho más efectivo que los bancos centrales que pueden imprimir billetes a su antojo.

Si miramos el caso de Argentina, desde que fue creado el Banco Central en 1935, logramos el récord de destruir 5 monedas: el peso moneda nacional, el peso ley 18188, el peso argentino, el austral y, para ser realistas, el que tenemos ahora no es justamente lo que puede denominarse moneda. Un peso actual es equivalente a 10 billones de pesos moneda nacional. Todo esto ocurrió junto con crisis financieras de magnitudes insospechadas. Además, los bancos centrales, manejados por supuestos super cerebros de la teoría monetaria y bancaria, no han parado de generar inflación.

Claro que al leer estas líneas, más de algún desinformado contra argumentará que la crisis de 1929 fue causada por el patrón oro, cuando en realidad el mismo había sido dejado de lado en 1922 en la Conferencia de Génova, cuando se adoptó el patrón de cambio oro. Algo totalmente diferente al patrón oro, dado que en ese año la mayoría de los países abandonaron el patrón oro y utilizaron como reservas el dólar y la libra esterlina.

Mientras tanto, en los últimos días y por estas tierras, más de uno empezó a disfrutar de la crisis financiera internacional, levantando el dedo acusador contra el mercado libre. Pero resulta que ahora empiezan a ponerse nerviosos porque se dieron cuenta que, a pesar de estar aislados del mundo, la ola también nos va a tapar. Basta ver la caída del precio de los commodities con su efecto sobre la economía argentina para advertir que la teoría del desacople fue una ilusión propia de ignorantes.

Al inicio de la crisis Cristina tuvo la soberbia de decirles a los americanos que Argentina no necesitaba un plan B, que los que necesitaban ese plan eran ellos. Pero resulta que ahora empieza a ponerse nerviosa y, ante la estampida del dólar y la parálisis de la economía, tiene que salir rápidamente a inventar un plan B para un país que vivió la fiesta del consumo durante 5 años, gracias a la burbuja que ella critica.

Pero veamos el origen de la crisis. En primer lugar, luce bastante raro que todos los inversores, durante años, se hayan equivocado, al mismo tiempo, en la misma dirección. Desde los precios de los commodities, pasando por las acciones y los desorbitados precios de las propiedades, todo era una fiesta. La gente se endeudaba y los precios de los inmuebles supuestamente no tenían techo al crecimiento. Pregunta, ¿todos los inversores vieron tan errado el futuro o alguien introdujo una distorsión que llevó a que todos se equivocaran?

Basta con ver la tasa de expansión de la base monetaria de EE.UU. para advertir que el legendario Alan Greenspan no se caracterizó por su pericia en el manejo de la FED. Cuando leí su libro "Tiempos de Turbulencia", advertí que, a pesar de su discurso, era un entusiasta intervencionista del mercado.



Para entender qué puede pasar, veamos primero qué pasó.

A principios del 2000 la economía norteamericana mostraba signos de desaceleración. En ese momento Greenspan comienza a expandir fuertemente el dinero y a bajar la tasa de interés, política que acentuó en el 2001 ante el efecto que tuvo sobre la economía el ataque terrorista del 11 de septiembre.

Lo que ocurrió fue que Greenspan llevó la tasa de interés hasta niveles ridículamente bajos a fuerza de generar un alto grado de liquidez. Esa liquidez se volcó a créditos hipotecarios, acciones y demás activos financieros. Pero como no podía ser de otra manera, el exceso de liquidez aceleró la inflación, al tiempo que el aumento en el precio de las commodities, en parte inflado por esa expansión monetaria, retroalimentaba el aumento del Índice de Precios al Consumidor en EE.UU. Cuando en el 2002 la inflación se acelera y tiende a ubicarse por encima del 3% anual, para luego llegar al 5%, dan vuelta la política monetaria y comienzan a subir la tasa de interés, dirección que continuaron hasta el 2006 y 2007. Pero la suba en las tasas comenzó a impactar en los famosos créditos hipotecarios y en el nivel de actividad. De manera que la FED volvió a bajar la tasa de interés, pero el impacto sobre los créditos hipotecarios ya se había producido. Recordemos que el tema de las subprime viene del año pasado.

En apretada síntesis, lo que hizo la FED fue generar una baja artificial de la tasa de interés, produciendo una fenomenal distorsión de precios relativos, por lo tanto, no fue el mercado libre el que elevó los precios de las propiedades, la bolsa o los commodities, sino que fue la FED la que impulsó artificialmente esas alzas mediante una política monetaria fuertemente expansiva. Cuando quiso esquivar la inflación que se le venía encima, cambió repentinamente el rumbo de su política monetaria y todos advirtieron que la burbuja no se iba a desinflar sino que se estaba pinchando. De ahí en más se produce el efecto puerta 12, donde todos quieren salir al mismo tiempo y se genera un tumulto que deja heridos y muertos.

Si uno observa el período de tasas de interés muy bajas, con abundante liquidez que proporcionaba la FED junto con el momento en que se disparan los precios de los commodities, da justo la causalidad que asume Kirchner como presidente. Es decir, Néstor tuvo la suerte de entrar en la casa Rosada cuando empezaba el auge artificial en los precios de los commodities. Y como buen caballero que es, le dejó el lugar a su esposa cuando la burbuja amenazaba con explotar.

¿Qué podemos esperar hacia el futuro en el mundo y en Argentina? En el mundo no sabemos si estamos frente a un overshooting de caídas o todavía no se tocó el fondo. Pero lo más preocupante es que están dejando chanchada económica por hacer para tratar de salir de la crisis.

Sabemos que la gente tiene pánico de dejar sus ahorros en los bancos. También sabemos que el ahorro sirve para financiar consumo e inversión. Y además sabemos que el ahorro es ingreso no consumido. Como la gente no quiere colocar su dinero en los bancos, ni financiar inversiones comprando acciones, lo que están intentando es sustituir el ingreso no consumido, por billetes impresos. Esto me lleva a pensar que, si los principales países del mundo insisten en este rumbo, vamos a seguir andando a los tumbos. Por un tiempo se tranquilizará el mercado y luego volverán los problemas. Aunque sea doloroso, la realidad es que ahora el mercado debería buscar el nivel de precios relativo sin la burbuja de la FED. Pero nadie se anima a aceptar este reacomodamiento y, por lo tanto, una eventual mejora del paciente puede traducirse, al tiempo, en una recaída más profunda. De todas maneras, el intento por evitar más pérdidas con las groserías económicas que se están haciendo, no han dado resultado y, por el contrario, hasta ahora, han generado más pánico.

Por el lado argentino sabemos que el superávit fiscal es dependiente del precio de la soja. Si esta cae, los ingresos fiscales disminuirán y la fiesta de subsidios a la energía, combustibles y transporte público será infinanciable. Si el campo ya estaba en problemas antes de la crisis, ahora está más que complicado. El tarifazo no debería tardar mucho en llegar.

Para colmo de males, Brasil que tenía saldo positivo en su balance comercial con Argentina, devaluó fuertemente el real. Esto implica que deberíamos importar más productos de Brasil y exportar menos productos a ese país. El sector industrial va a tener problemas. El turismo local va a tener competencia de las playas brasileras.

La buena noticia es que la inflación se va a frenar por dos razones: a) la recesión frenará la suba de precios y b) la fuga del peso al dólar hará que el BCRA deje de emitir para sostener el eufemismo del tipo de cambio competitivo. Es decir, si Néstor se oponía a principios de año a desacelerar el consumo, el cual ya venía bajando antes de la crisis del campo, ahora se frenó de golpe. Esto implica que, paradójicamente, y como lo señalé infinidad de veces, la solución a la inflación para este modelo era la fuga de capitales.

La mala noticia es que la caída en los precios internacionales le generará menos caja al gobierno y la disminución en la actividad económica le producirá menos ingresos por IVA, aduana e impuesto al cheque, entre otros.

Otro dato que no es menor, es que ante la suba del tipo de cambio, la gente puede: a) cambiar su posición de depósitos a pesos y b) guardar los dólares esperando a que suba más y dejar de consumir profundizando la caída en la actividad económica.

Paralelamente la suba del tipo de cambio aumentará el costo de los insumos importados achicando los márgenes de rentabilidad de las empresas que venden, fundamentalmente, al mercado interno. Los problemas de ocupación comenzarán a hacerse sentir en poco tiempo más.

En definitiva, el mundo entró en esta crisis porque la FED se encargó de crear una burbuja de precios. La burbuja se pinchó y no podemos ver el final de la crisis porque nadie se anima a aceptar que se pinchó y todos creen que todavía están a tiempo de desinflarla. Lo que se pinchó no se desinfla. Simplemente se pinchó y no tolera parches.

En lo que hace a nuestro modelo productivo, los Kirchner van a tener que demostrar cuál es su capacidad de gobernabilidad en un contexto recesivo, sin fiesta de consumo y con una billetera más flaca en el gobierno central.

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